“¡Hey tú! ¿Quieres chingar o ser chingado? Vente a vacacionar a Tamalville. Tu estancia aquí será de lo más chingón, de lo más chingado. No lo pienses ni un solo instante, las mejores vacaciones de tu chingada vida solamente pueden suceder y ser posibles en Tamalville, en donde te chingaremos de lo más bonito, que te irás de aquí sintiéndote viejo y acabado. Te tenemos un paquete que se ajusta a tu chingado y mísero sueldo.
No lo pienses más, ¡llama ya! Nuestras chingadas operadoras con mucho asco te atenderán”.
Todo esto anterior era el eslogan de una de las tantas agencias de viajes de Tamalville, que promocionaban los destinos turísticos de este chingado país. “Y si eres un de los primeros últimos en llamar, te obsequiaremos un horrible y chingado regalo.
¡LLAMA YA… O EL PRÓXIMO AÑO!”.
Mira, mira. ¡Mira el anuncio!, le suplicaba un esposo tamal a su pareja, pero el anuncio ya había terminado. ¿Escuchaste todo lo que dijo el anuncio?, le preguntó. ¡Dijo que tienen un paquete para nuestro chingado sueldo!
Amor, continúo diciéndole, nosotros, desde que nos casamos nunca nos hemos ido de vacaciones. ¿No crees que ya es hora de que lo hagamos? Nos lo merecemos, ¿no?