El tiempo pasaba en Tamalville, y todo se volvía alegría y felicidad, debido a que el chingado tamal malvado comenzaba a trazar sus planes para llevar a extremos inimaginables muchas chingadas, a todo lo largo y ancho de Tamalville. Ja ja ja, se reía para sus adentros.
Pobres chingados tamales. Ahora que sé que ustedes son incapaces de inmutarse por ninguna atrocidad, pues quiero aprovechar para sembrar pánico y terror sobre todo el territorio tamal.
Después de todo, sé que nadie lo ha de notar, y mucho menos objetará, y si alguien se atreve a hacerlo, pues les cortaré sus hojas, hasta que sus cuerpos queden expuestos a la intemperie. Y poco a poco conocerán quién manda en Tamalville.
Y poco a poco aprenderán que yo soy un tamal sanguinario y muy malvado.
Porque este chingado país me hizo como ahora soy, todas mis chingadas se lo debo a Tamalville. Ja ja ja. Conocerán una manera de morir muy cruel, pero ustedes que aman estar chingados, ni lo notarán…
Y mientras el tamal malvado trazaba sus chingados malévolos planes, todo Tamalville se sumergía en la misma chingada de todos los días.