HOMO POLÍTICUS
PAVE SOBERANES
Lastimadas y Ofendidas, Todas las Familias
La vieja procuraduría de Justicia calificó como homicidio, apresuradamente, el feminicidio de Sarah Olivia [†] la noche del martes 27 en Cuernavaca, y circunscribió el violento ataque armado en un «intento de robo del vehículo», en el cual «perdió la vida», en tanto la policía municipal de disuasión guardó largas horas de silencio.
Horas después se rectificó a medias la brusquedad institucional: «Se agotarán todas las líneas de investigación». Con tal, dejó abierta la posibilidad de que ese execrable atentado contra la vida no sea un simple hecho de inseguridad. En 2023, a una maestra de educación física la asesinaron de un balazo en el centro de Cuernavaca, para robarle su camioneta, de donde bajaron a su hija menor. «¡No la mates!», suplicó la niña al ladrón que se convertiría en el asesino de su mamá, llevándose el vehículo.
Sin tener registro del origen de la especie, lo que no ha podido confirmarse ni ha sido desmentido por las autoridades, se habla de la participación de cuatro hombres cubiertos del rostro en el ataque a la joven de 35 años, integrante de dos familias estimadas de Cuernavaca: las Parra Téllez y Rendón Montealegre. La mamá de la víctima es directora del Centro de Justicia para las Mujeres, perteneciente a la Fiscalía general.
La noche del martes y a deshoras de la madrugada el día siguiente, la gobernadora convocó a reunión urgente de gabinetes político y de seguridad. Se constituyeron en un Comité de Manejo de Crisis, pidiendo ella ir al fondo con el compromiso asumido de trabajar por la seguridad, «como hasta ahora». —Vamos a continuar, declaró a medios horas después de condenar el feminicidio. Actuar con determinación, exigió a sus colaboradores. La tesis margarista es clara: Justicia, no impunidad; prevención, no lamentación. El silencio del secretario de Gobierno se asemeja a una hoja de papel bond en blanco, pero firmada en la parte de abajo.
Las familias de Cuernavaca que se meten a la cama temprano, se desayunaron al día siguiente la noticia que causó conmoción, enojo y espanto. La primera versión del intento de robo de la camioneta seminueva, tasada entre 200 mil y 300 mil pesos, alimentó el miedo a los poseedores de vehículos. Lo que diga la autoridad, hasta un jefe del buzón de quejas debe actuar con sensatez y respeto, debe ser bien pensado. Hoy, 11 de cada 10 morelenses deben sentir temor de salir a las calles, conduciendo su vehículo o a pie. Lo del «intento del robo de vehículo» fue una sandez nocturna.
La madre de la víctima, Sara Olivia, hizo público un acto de hostigamiento laboral de Sarah Olivia, que la obligó a presentar su renuncia meses atrás, lo que se tendría que incluirse en las líneas de investigación. Abogados asociados —la mamá lo es, y respetada por querida— condenaron el abominable hecho y exigieron justicia. Hasta el Tribunal Superior de Justicia, en medio de ambiciones de poder desmedidas, lamentó el feminicidio. La joven Rendón Parra es sobrina de la magistrada Bertha Leticia Rendón, que gusta hablar con la verdad, sin atenuarla. Otra línea, sin duda.
La colonia donde se perpetró el hecho de violencia —la zona cero aún más a esa hora—, parece un pueblo fantasma a las 21:00 horas, como Cuernavaca, a media luz, cualquier día. Contadas personas acuden en sus vehículos a una tienda de conveniencia a adquirir víveres, incluso a cenar tacos cerca de ahí. La jefatura de Policía de Cuernavaca no lo dice, pero la Ciudad guarda un toque de queda social, impuesto por las propias familias, por miedo a la delincuencia y temor por la inoperancia policial.