La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Tiene el poder, la tragedia es que no tiene vocación
En Veracruz, pueden pasar dos, tres, cuatro días, sin que se tenga información oficial de alguna actividad del gobernador Cuitláhuac García, la abulia es inaudita. No sabe el que manda y los que lo asesoran tampoco.
El gobernador de una entidad con más de siete millones de habitantes, no debería tener un minuto disponible en su agenda de trabajo cotidiana.
Hay 212 alcaldes, 50 diputados, magistrados, jueces, fiscales, líderes religiosos, activistas sociales, rectores de universidades, representantes de cámaras empresariales, delegados federales, creadores, asambleas de pueblos originarios, API’s, autoridades militares, emprendedores destacados, divulgadores de la ciencia, en fin, un inmenso cúmulo de posibilidades, de que el señor ‘sabadaba’ se ocupara de su trabajo: hacer política.
Caramba, su McLuhan de cabecera, le podría sugerir que sacara el perrito a pasear, que se fuera a recorrer un mercado, a trotar por las mañanas, a misa, pero nada, se la llevan calmada, ellos son distintos (asegún) y por ello, abdican de sus responsabilidades.
La consecuencia inmediata de este desdén, es que la agenda mediática de la entidad es impuesta por quien sea, menos por el góber, que cuando es noticia, suele ser por un dislate verbal, como el de los ‘trenes voladores’.
Si en la administración estatal, hubiera una mínima idea de cómo funciona el sistema, entenderían porque un día sí y otro también, se rumora que ‘míster honestidad’ no termina su periodo, ignoran que en política los vacíos se llenan.