La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El juicio imperial pretende poner al ciudadano en condición de plebe
Si en algo coinciden, cuando visitan Veracruz, tanto el presidente López Obrador, como otros mandones de la 4T, es en aburridos sonsonetes que, por lo demás, a nadie convencen: Cuitláhuac el más honesto, el mejor gobernador de la historia, un hombre excepcional…
Así es, la estrategia del jefe y compañeros del Cui, es tratar de adoctrinar, a las y los veracruzanos suponemos, acerca de las virtudes como estadista ‘del académico metido a político’, no sobra decir que, ni los propios coristas, se aprecian seguros de sus dichos.
Sin embargo, ante la reproducción, ab nauseam, de los estribillos, nos preguntamos: ¿por qué carambas tanta insistencia? ¿acaso no se dan cuenta que generan el efecto contrario? ¿consideran a los ciudadanos del estado incapaces de tener juicio por sí mismos?
En el fondo, todo se reduce a inferir que, el mandatario veracruzano, es una suerte de quinceañero y los ya citados, sus presentadores en sociedad, por lo tanto, el objetivo es destacar imaginarias virtudes, con el fin, de recrear inexistentes paraísos.
Además de todo, cuesta trabajo comprender la bifurcación entre el decir y el actuar de AMLO, ya que afirma, por un lado, que el pueblo mexicano está híper politizado y, por el otro, nos trata a modo de habitáculos de párvula mente.
El juicio de Cui, de su ser político, corresponde, en primer término, a sus gobernados, porque son los que han sufrido o gozado de sus hipotéticas habilidades, en este contexto, resulta grosero que, desde el altiplano, pretendan programar jarochas neuronas.
Si es un fuera de serie, como aseveran, entonces, para que tanto brinco…recuerden, en tropicales latitudes, resulta contraproducente sudar calenturas ajenas.
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