“El sufrir merece respeto, el someterse es despreciable” -Victor Hugo.
Hace un par de días tuve la oportunidad de acudir a otra de las juntas de jefes de manzana a las cuales se nos convoca bimestralmente, como ha sucedido durante todas ellas lo más impresionante es el ánimo rastrero y lisonjero que muchos de los subalternos funcionarios municipales y ciudadanos dispensan a la cabeza de la administración municipal.
Lo más absurdo es que como jefes de manzana no recibimos remuneración alguna, pero hay muchos que se arrodillan en alabanzas ante el alcalde en turno cuando hay oportunidad.
¿Cómo podemos esperar un cambio real del país si endiosamos a cualquiera que tiene la relativa fortuna de ser un regidor “público”?
Lo he escrito hasta el cansancio, en México las cosas están muy mal, bastante mal y parecen empeorar cada día, en mi pueblo “mágico” nada es diferente excepto, tal vez, el ánimo festivo y de optimismo que hace mella en la ciudadanía al sentirse en un supuesto salvavidas de desarrollo social sin precedentes, aunque la explotación, discriminación, desempleo, injusticia, prepotencia de autoridades y la delincuencia organizada sean compañeros cotidianos de sus vidas, viven obnubilados en una jaula, no de oro, pero si de latón.
No puedo discutirlo, en mi pueblo mágico la inversión en remozamiento ha sido clave y punta de lanza de la actual administración, orientada totalmente al desarrollo turístico.
Todo lo relativo a la apariencia y eficiencia del servicio al turismo ha sido considerado y puesto en marcha.
Sin embargo mi pueblo mágico no ha hecho inversión significativa en educación, escuelas o bibliotecas, base de cualquier empeño por el desarrollo social.
Esto me recuerda el ejemplo de quienes barren el suelo de su casa y esconden la basura debajo de las alfombras. Todo parece limpio pero los problemas están disfrazados bajo algún sitio.
Así, como siempre sucede en México, la figura de la cabeza del gobierno, municipal, estatal o federal, es prácticamente objeto de veneración. Lo cual es ridículo ante la prerrogativa de hacer su trabajo, como cualquier otra persona, y sobre todo cuando su labor está orientada al “servicio”, sin embargo todos a su alrededor se convierten en súbditos como por arte de magia, esto francamente es el peor ejemplo de masoquismo grupal atestiguado por un servidor.
No se trata de ser grosero o malagradecido, si el trabajo lo merece nada más justo que el reconocimiento, pero igualmente si el desempeño es insuficiente no entiendo el porqué aceptarlo en aras de una psicosis colectiva de idolatría malsana.
Lamentablemente nuestros niveles de exigencia como ciudadanía están por los suelos, como dice el refrán “quien no conoce a Dios a cualquier santo le reza”, por ello la importancia del conocimiento aparejado de la consciencia.
Imagine el amable lector una cita de jefes de manzana concertada a las 4:15 pm que inicia a las 4:45 pm, ¡muy al estilo mexicano! ¿verdad?, y entre tanto la espera se vuelve tedio, observamos un video promocional recurrente que ensalza la figura del líder municipal cual adalid de las esperanzas ciudadanas y el amor al prójimo. ¡Hasta un dvd promocional nos entregaron a cada uno!
Cuando al fin la reunión logra iniciar, es menester escuchar a cada invitado ante el atril esgrimiendo torpemente el mismo sonsonete de pantagruélicas alabanzas y agradecimientos al susodicho paladín de la democracia.
Desde representantes de un nuevo observatorio ciudadano independiente que agradecen tímidamente, casi lacayunamente, la amable, generosa casi tierna tolerancia y disposición del jefe máximo al permitirles dirigir unas palabras de conscientización social ante los absurdos fans del ídolo trienal en turno. A estos expositores del observatorio, a pesar de sus interesantísimas exposiciones, les recortaron el tiempo miserablemente en aras de una sorpresa para el auditorio.
Luego la intervención del jefe de limpia pública desataría una serie de inquietudes pues nuevamente un plan de separación de basura es implementado. La estrategia no implica mayor problema, bolsas negras para basura inorgánica, bolsas transparentes para desechos orgánicos, retirada de las mismas bolsas en horarios nocturnos y en días bien definidos por zonas, el reto aquí es convencer a miles de ciudadanos de la evidente necesidad y cumplimiento de dicho programa, so pena de multa, es en este punto en donde la participación de los jefes de manzana es primordial, no sólo el ser heraldos de una acción impostergable por educarnos en el manejo de los desechos, sino la tarea de convencer a tantas personas como sea posible y atestiguar su aceptación.
En esté particular, que es parte clave de la reunión, la invitación del ponente a expresar nuestras inquietudes y preguntas, que son muchas, son reducidas a ¡tres intervenciones!..
La primera inquietud es planteada por este escribano en dos cuestionamientos enlazados en rápida consecución par no dar oportunidad al rechazo; ¿cómo maneja el municipio los peligrosos y tóxicos focos ahorradores cuando termina su vida útil? y ¿qué manejo se dará a desperdicios como toallas sanitarias y pañales desechables?.. la respuesta es rápida, los focos a las oficinas de CFE, las toallas y pañales al relleno sanitario, pero se asegura que con la separación, manejo y re-utilización de desechos la carga diaria del relleno disminuirá de 100 toneladas diarias a 20 toneladas. Otro par de preguntas tendrán todavía cabida en el apremiante ejercicio de preguntas y respuestas, casi a bote pronto.
De imprevisto una mujer levanta su mano con insistencia y el jefe de servicios de limpia pública, sin más alternativa, acepta la ¡última pregunta!, como quien acepta la última voluntad, benévolamente el funcionario le extiende ¡¡30 segundos para hacer su pregunta!!, así la inquietud de la determinada jefa de manzana es; ¡En CFE no reciben los focos ahorradores! de ahí me han enviado al municipio y del municipio de nuevo a la CFE!, la dama admirablemente continuará a pesar de la nerviosa actitud del ponente por salir corriendo (como si el inodoro le llamara a gritos), ¿se puede marcar con un plumón las bolsas de plástico para identificar la bolsa de basura orgánica de la bolsa de basura inorgánica, en caso de no tener bolsas negras o transparentes?.. No habrá respuesta a la inquietud ni a la pregunta de la dama.
El invitado al podio se despide con premura, entre incertidumbre y cuestionamientos empalados en mentes y silencios, los invitados lo miran retirarse, un nuevo anuncio casi teatral dirigido al público expectante es hecho por una de las servidoras públicas, anfitriona del evento, “Y ahora la maravillosa sorpresa para ustedes, se las teníamos reservada pero he aquí con ustedes…”, de un costado del escenario (puesto que la reunión se realizó en un bello teatro) surge, flanqueado y rodeado por aplausos, vítores y sonrisas de sus empleados, el hijo prodigo a cargo del manejo municipal.
Excuso decir que para este momento, me encontraba a punto de salir del anfiteatro, más indignado que hastiado por tanto “culiempinado”, ¿no habría sido más importante escuchar más atentamente a los representantes del observatorio ciudadano?, ¿no era mucho más importante escuchar y responder las inquietudes de los jefes de manzana?, alcancé a ver y escuchar a muchos jefes de manzana levantándose y aplaudiendo la triunfal entrada a escena, salvando toda proporción, me recordó las imágenes de Hitler encaminándose por los campos elíseos.
De entre todos los invitados sólo yo estaba a punto de retirarme del hermoso recinto cuando recordé la pregunta inconclusa de aquella señora. Retorné al teatro y me encamine a buscar al jefe de servicios de limpia publica por el acceso lateral al escenario donde era obvio encontrarlo.
Al observarlo desde unos cuantos metros, el servidor público tras bambalinas aplaudía y sonreía en silencio, escuchando extasiado, o así debía aparentar, otras veinte personas competían por simular la mejor servidumbre, las palabras del alcalde al micrófono, declarando un monólogo de autoelogio envuelto en humildad de plástico con un moho de cortesía fingida bien preparado, y vomitivo para cualquiera con dos dedos de frente.
Me acerque cordialmente a quien buscaba, le tome del brazo y pedí un minuto de su atención, sorprendido asintió, inseguro ante las mirada de otros funcionarios, el jefe de limpia pública y yo nos retiramos varios pasos hacia atrás. Mi pregunta era concreta ¿qué hacer con los focos ahorradores inservibles? y ¿se pueden usar y marcar bolsas con la leyenda “orgánico” e “inorgánico” si no se tienen a mano el tipo de bolsas que el plan exige? Titubeante su respuesta fue; “Pues si, tendremos que aceptar los focos en el municipio y mientras el plan se inicia y la gente se acostumbra a separar la basura, marcar las bolsas con plumón es aceptable”.
Inquieto, tomando el tiempo con su reloj y haciendo evidente que su ausencia en torno a los demás subalternos del jefe máximo municipal era un mal presagio, con preocupación me expresó nervioso; “perdone que no pueda hablar más con usted, pero está hablando el alcalde y nuestras voces se escuchan” (sic), una sonrisa seguramente enmarcó mi cara, más por pena ajena que por sorna, le di las gracias y me alejé con paso firme, haciendo sonar mis pisadas con fuerza con toda intención al despedirme en voz alta de todos los que con mirada de desaprobación me observaban.
En nuestras sociedades piramidales toda devoción se orienta hacia la cúspide, pero jamás desciende hacia la base.
¿Cómo exigir cualquier cosa, como pedirles cuentas, como indicarles sus desaciertos y cuestionarles? si todos a su alrededor los convierten en unos monstruos de egoísmo, les idolatran como ángeles del cielo, prácticamente les queman incienso, por ello nos tratan como seres inferiores, y después nos indignamos por ello.
-Victor Roccas.