Desde Tokio los líderes de los llamados 7 países más desarrollados del mundo envían un mensaje para asegurar que están comprometidos con las causas sociales, la paz en Ucrania, el medio ambiente y la democracia. Pero poco hablan de los estudios de riesgo emitidos por sus propios servicios geológicos. Política y no cambio climático hunden a las grandes ciudades de forma más acelerada que el aumento de los mares.
Por avaricia, negligencia o por todo lo anterior los gobiernos de las grandes metrópolis del mundo han permitido la sobre explotación y con ella podrían estar cavando la tumba de sus propias ciudades. En años recientes mucho se ha dicho de los riesgos asociados con el alza de los mares. Pero casi nada se ha dicho de los hundimientos por sobrecarga de las tierras en las que están asentadas grandes e importantes ciudades del mundo.
Hasta hoy se nos ha dicho que el principal riesgo para NY, Miami, Yakarta, Londres, Venecia, Tokio, Shanghái y otras de esas grandes zonas urbanas es el cambio climático por la probable alza de la línea costera. Pero poco o casi nada se ha dicho que dichas ciudades están ya en hundimiento acelerado y no es precisamente por el agua del mar, sino por el sobre peso que en su suelo están poniendo más peso del que el subsuelo puede resistir. El pasado fin de semana varios medios de EUA publicaron un reporte dirigido por expertos del Servicio Geológico de ese país USGS.
En el mismo se indica que “… no fue un error el construir tantos edificios tan altos en NYC, pero hay que recordar que cuando se pone algo pesado el suelo se va compactando…”. Es decir, la Ciudad que nunca duerme se hunde. Desde 1950, época en la que se popularizaron a lo loco los rascacielos gigantes de acero, la Gran Manzana se ha hundido más de 22 centímetros. Veamos, se está pidiendo que se acabe el combustible porque un metro arruinaría la línea costera de las principales ciudades del mundo en 100 años, pero el sobre peso ya ocasionó al menos en Manhattan un daño equivalente al 22% y eso no es importante. La verdad es que es un tema de gran importancia que por intereses políticos y económicos ha sido solapado en todo el mundo bajo el pretexto de aumentar la densidad para evitar la expansión de manchas urbanas. Es obvio que hay zonas que pueden soportar más que otras, pero poco se ha estudiado el impacto en conjunto de grandes zonas con acumulación de edificios. Obviamente los temas de agua, electricidad y servicios son analizados, pero nunca se ha analizado el efecto del peso de todos esos edificios habitados.
En la CDMX tenemos problemas similares, pero poco se han comentado y lo mismo sucederá en Cancún y otras ciudades expuestas a la súper concentración de grandes edificios.
Pero ¿por qué no se está haciendo algo? La respuesta es simple. El dinero que dan los grandes constructores a los gobernantes es muy atractivo. Fuertes aportaciones económicas que van desde donaciones a campañas políticas hasta jugosos regalos para sus familiares, es decir corrupción han afectado el desarrollo de zonas en todo el mundo. Como he mencionado al inicio de esta nota, estudios satelitales indican que grandes ciudades en zonas costeras se hunden mucho más rápido de lo que el nivel del mar aumenta, pero poco se hace para encontrar materiales más ligeros.
Podríamos estar ante el anuncio de una crisis metropolitana de la que se culpará al mar y al clásico villano del cambio climático, pero que tuvo causas menos conocidas que han llenado la bolsa de políticos en todo el mundo. Por ejemplo, el peso de los edificios gigantes de NYC sin gente y sin contar las calles o los vehículos, se calcula en casi un trillón de kilos, o 140 millones de elefantes solo en rascacielos.
Según el Servicio Geológico de Inglaterra y con datos de hace 5 años, las grandes ciudades generan sedimentos minerales anuales por más de 367 gigatoneladas, lo que sería suficiente para llenar 267 veces la bahía de Sídney, Australia. A esto debemos sumar la llamada huella de carbón que según estudiosos de Reino Unido es del doble en los rascacielos que en los edificios medianos. Es decir que, por los materiales de alta ingeniería requeridos, su impacto ecológico es mucho muy superior.
Como lo hemos dicho antes. No todo lo que nos dicen las grandes economías es verdad y menos en la llamada lucha por un medio ambiente limpio y la baja de emisiones del CO2. No existe hasta el momento ninguna tecnología de cero emisiones o de cero impacto, como tampoco existe la solución perfecta para el desarrollo vertical.
Al peso de los mega edificios y sus efectos en el subsuelo hay que añadir los efectos de las obras subterráneas de una gran ciudad. Según estudios de Inglaterra, tan solo en Londres se calcula que al piso natural se le han sumado seis mil millones de toneladas métricas en materiales de todo tipo, lo que es equivalente al peso de 948 millones de camiones de pasajeros, una verdadera locura de peso muerto que carga el piso de dicha ciudad.
El futuro de las grandes ciudades y de sus economías no solo es el tema del calentamiento global sino de reconocer que todos los excesos son malos. El verdadero reto es saber cuándo es demasiado y cuando es sólo un pretexto para justificar negocios a favor de los amigos de políticos poderosos.
El Empire State Building pesa más de 2,600 toneladas y es uno de las decenas de edificios gigantes de NYC, pero como ahí, también hay decenas en cada una de las otras grandes ciudades costeras del mundo. Imaginemos el efecto de presión en el subsuelo de cada una de esas zonas, que terminan por deslizarse lateralmente o sumiéndose por fracturas de su propio subsuelo.
Hay más de 300 millones de habitantes en las principales ciudades costeras del mundo, mismas que se están hundiendo por su propio sobrepeso. Yakarta en Indonesia es uno de los ejemplos más dramáticos de este asunto. En años recientes la ciudad se ha hundido a un ritmo de 5 centímetros por año. Una verdadera locura. El cambio climático no hundió a Yakarta, pero si lo hizo el saqueo de recursos subterráneos como el agua y el peso de la ciudad. La ironía es que por sacar el agua del subsuelo, el agua del mar ahogará a la ciudad.
Nuestras notas tratan de informar a usted de lo que pasa en otros países pero que no es muy difundido por no ser parte de la narrativa más conveniente para los grandes intereses globales, para que usted tome sus precauciones, especialmente económicas y políticas. Como en nuestras decisiones individuales, el problema y las soluciones radican en encontrar un balance idóneo para cada zona, para cada ciudad y para cada país.