Joel Hernández Santiago
El presidente de México convocó a un grupo de mandatarios centro, sudamericanos y del Caribe para una reunión el domingo 22 en Palenque, Chiapas. Se llama: se llama ‘Por una vecindad fraterna y en busca del bienestar’ Está bien.
Son los países de los que, con mayor o menor cantidad, sus habitantes emigran hacia Estados Unidos y pasan a través de territorio mexicano. Son los gobiernos de estos países los que de una u otra manera propician esa salida, algunas veces por razones de gobierno, por el estado de violencia interna, por persecución política, por falta de condiciones para sustentar a sus familias y por múltiples razones. Todas ellas ciertas y dramáticas.
Ningún gobierno debiera permitir que sus ciudadanos huyan de su territorio nacional porque son miembros de la comunidad de cada país; porque merecen ser parte del marco de sus leyes, siempre y cuando esas leyes tengan el sentido universal del derecho, de la justicia, de la igualdad, del todo cumplido para todos sin persecuciones, venganzas, ni muerte.
Pero se da el caso de que en la mayoría de estos países predominan gobiernos que tienen dificultad para entenderse con sus ciudadanos. Y, por lo mismo, generan esa migración que cada vez es más numerosa y que cada vez genera más problemas para los países de paso.
Es el caso de México. A la frontera mexicana del sur llegan ciudadanos de estos países para cruzar el territorio y llegar a la frontera con Estados Unidos de América; recibir ahí el beneficio del asilo político o por razones humanitarias, lo que cada día es más difícil para los que buscan quedarse a vivir ahí e iniciar una vida que, suponen, será mucho mejor que la que dejaron atrás.
Asistieron a la cumbre de Palenque: Gustavo Petro de Colombia; Miguel Díaz-Canel de Cuba; Xiomara Castro de Honduras; Ariel Henry de Haití; Nicolás Maduro de Venezuela, confirmados. De última hora habrían de sumarse: Guillermo Lasso de Ecuador; Alejandro Giammattei de Guatemala.
Según se ha dicho de forma oficial, el Gobierno mexicano buscará atender el origen de los flujos migratorios de cada país y crear una propuesta común de la región sobre migración para después presentarla en noviembre al presidente de Estados Unidos, Joe Biden:
“Podemos hacer mucho si nos ayudamos mutuamente; a ver qué podemos hacer juntos, cómo nos ayudamos”, expuso López Obrador.
El gobierno de Estados Unidos ha presionado para que se contenga este flujo migratorio de centro, Sudamérica y el caribe hacia EUA.
Pero llegan miles de migrantes a México con la esperanza de ser parte de la comunidad estadounidense, lo que no es tan fácil. El país del norte ya ha dispuesto puertas cerradas, cerrojos, candados, murallas y toda clase de medidas que eviten que cada día más migrantes lleguen a su territorio: probablemente les da asilo momentáneo, pero en general son devueltos a su país natal… o a México en donde muchos de estos migrantes no quieren estar, deploran estar y buscan la forma de reintentar-y reintentar- y reintentar su ingreso a EUA.
Cuando el gobierno de Estados Unidos comenzó a presionar a México para que contuviera este flujo, el gobierno mexicano propuso al presidente Biden la implantación del programa mexicano de la 4-T “Sembrando vida”. Un programa que, dijo, haría que los ciudadanos de cada país se quedaran en su tierra con la promesa de una economía solucionada con base en el trabajo agrícola y la productividad. Si. Pero no. En México no ha sido una solución y no lo será en el sur continental.
Es doloroso ver la lucha de la gran mayoría de migrantes que se introducen en México y caminan-caminan-caminan, con familia e hijos a cuestas para llegar a su sueño dorado en EUA. Saben que cruzar por México es peligroso para ellos. No sólo por los trámites burocráticos que son de difícil solución, como por la inseguridad para muchos de ellos y ellas, por los abusos de los que en muchos casos son víctimas, la violencia y, sobre todo, por el uso político que se hace de ellos.
Como es el caso de Oaxaca en donde el creciente flujo de centro-sudamericanos y caribeños se asientan en espera de ser trasladados hacia el norte del país. El gobierno oaxaqueño impuso Centros de Movilidad Migratoria a los cuales acuden los migrantes para de ahí salir hacia el norte.
Y no lo hace el gobierno del Salomón Jara Cruz por humanismo o solidaridad con los migrantes. Lo hace por quedar bien con el presidente de México, de quien es obediente gobernador estatal, para solucionarle un problema de dispersión o desorden migratorio.
Pero esto no fue consultado con los habitantes de las localidades en las que se ubican los centros y mucho menos se ha consultado con los gobiernos municipales, en respeto de su soberanía.
Y luego tanto el gobernador como sus empleados salen a decir que ahí todo está en orden, que los habitantes de los municipios están felices de que lleguen ahí los migrantes, que les ayudan y les ofrecen la mano amiga: Si lo último de esto. Pero no tan así porque la invasión territorial ha ocasionado enfrentamientos entre gobierno estatal y gobiernos municipales.
Y si las autoridades municipales reclaman, los acusan de permitir que grupos de “revoltosos”, “racistas”; “xenófobos” impidan esta convivencia “solidaria”. Lo que hace Salomón Jara es usar el tema para hacer su propia grilla política. Y sí, por el contrario sus empleados amenazan a los ciudadanos “con perseguirlos” si se niegan a la voluntad del gobierno en turno.
Pero la Cumbre de Palenque tiene en las manos conocer aun más el problema conjunto. Y tiene en las manos la solución para que cada presidente cambie su actitud política o económica y de seguridad interna y evitar que su gente huya. Nadie que es feliz en su tierra quiere dejarla. Nadie.