Los invaluables conocimientos, la generosidad innata y el profundo sentido universitario, son y fueron las cualidades esenciales que enaltecieron las sobrias y señeras figuras de nuestros recordados maestros universitarios, quienes en abierta búsqueda de legarnos sus conocimientos sobre tópicos de legalidad, justicia, separación de poderes, democracia etc., etc., nos transmitieron su saber y con ello universalizaron los fines y propósitos de nuestra añorada Facultad de Derecho, ellos con mano suave y rumbo seguro nos ilustraron e hicieron echar de ver que la sala de audiencias no es solamente la escuela del litigio; también es atalaya de observación; en ellas, los integrantes de la sociedad, sean gobernantes o gobernados mostramos y denotamos todas las pasiones que nos agitan, ahí se contemplan las debilidades y decadencias de la autoridad, la riqueza al igual que la pobreza, sus preferencias y su pasado, su presente y ¡hasta su porvenir¡.
En las referidas salas de audiencia ubicadas todas ellas en los palacios de justicia, se quitan todas las caretas, los rostros de autoridades y gobernados quedan descubiertos. Nuestros recintos se convierten en magnos talleres de observación de ciencia y de anatomía moral y ética jurídica, en ellas se ve y se aprende, se recogen impresiones y recuerdos y por sobre todo se capta la moral del tiempo.
En los Palacios de Justicia se busca y se encuentra el remedio contra las arbitrariedades, inequidades, desconocimiento en la aplicación de la ley, atropellos, abusos, sin razones e injusticias, ahí, precisamente ahí el ser humano se muestra en todo su esplendor, es docto o ignorante, arbitrario o justo, agresor o victima, opresor u oprimido, gobernante o gobernado, decente o ladrón, grande o insignificante.
Hoy México esta convulsionado y dado ello su territorio se ha convertido en una gran sala de audiencias y compete a nosotros los abogados dar continuidad a las viejas tradiciones contenidas en capitulares, ordenanzas y decretos que expresan que en todas las Cortes de Justicia debemos de asistir con nuestro consejo, labor y tiempo a todo aquel que requiera justicia y México dada esa gran convulsión hoy requiere Justicia.
Los abogados jamás, nunca, por ningún motivo debemos de olvidar que nuestra primordial misión consiste en socorrer al necesitado ‘’ad auxilium vocatus ‘’ , dando a los despojados y desventurados consejo y apoyo de palabra, defendiendo los derecho que se tiene para obtener justicia, legalidad, democracia , separación de poderes etc.
Ello no resulta ser una misión fácil ni sencilla, por mucho menos en esta cuarta transformación donde se desdeñan los conceptos expuestos con antelación, pero al menos como ancianos tenemos la certidumbre de poder lograrlo y para ello requerimos seguir los consejos de nuestro mentores profesionales y de Pasquier : ‘’ al entrar a una sala de audiencias se deben de adornar con dos cosas: una buena voluntad y que la misma sea continua….. deben de llegar al palacio de justicia con el propósito de hacerlo bien deseando la unión de lo uno y lo otro ‘’.
En nuestra profesión, mas que en cualquier otra se requiere luchar por aquello que se debe de cambiar y hoy México, nuestra patria, nuestra nación requiere mas que nunca justicia, legalidad, seguridad jurídica, estado de derecho, democracia, respeto a nuestras instituciones, una verdadera separación de poderes, igualdad, cumplimiento a la ley, sometimiento a nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicano, sin tanta demagogia ni tanto bla, bla, bla, bla. Por ello no releguemos en el olvido nuestra misión.
Lic. Alberto Woolrich Ortiz
Presidente de la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México A. C.