HOMO POLÍTICUS
PAVE SOBERANES
- Vidulfo, Como Luis XIV: «El Estado soy yo»
La noche trágica de Iguala comenzó con una movilización de alumnos de la normal rural de Ayotzinapa y terminó con 40 personas lesionadas, seis asesinadas y 43 desaparecidas que, 11 años después, no han sido encontradas.
La sentencia «Fue el Estado» —probablemente autoría de Vidulfo Rosales, abogado de los familiares de los 43 desaparecidos que ahora forma parte de ese Estado criminal que criticaba— resonó en todo el mundo.
El alumnado había salido por autobuses, siempre con el consentimiento tácito de autoridades y directivos de las líneas de transporte público de pasajeros, para viajar al aún Distrito Federal —en 2016 cambió a Ciudad de México— y participar en las movilizaciones conmemorativas del 2 de octubre de 1968.
A dos fuegos, alumnado y población ajena, fueron objeto de agresiones de agentes municipales de Policía y de brazos armados de un grupo criminal que trasiega droga. El primer círculo de responsabilidad lo era el gobierno municipal de Iguala, cuyo presidente municipal habría ordenado detener cualquier toma de vehículos y evitar salieran de la ciudad, a como diera lugar.
El baño de sangre se hubiera evitado —toda muerte bajo esas circunstancias es evitable— si los servicios de inteligencia política, que empezaban con la virtud política de la antelación, hubieran atendido con oficio la necesidad, aunque no guardando las formas, de movilización de los normalistas.
Los reporteros del Mexican newspaper —en realidad agentes de investigaciones políticas, que estaban en todos lados, hasta en misa—, advertían de acciones contra los gobiernos, desde movilizaciones sociales de protesta hasta discursos en oposición a la investidura presidencial, pero ese 26 de septiembre, día viernes, el gobierno municipal, perredista, actuó negligentemente.
Desde entonces —primer tercio de la presidencia peñista [imperdible, por cierto, la serie de Denisse Maerker PRI: Crónica del fin—, las 700 víctimas indirectas, entre éstas las familias de los directamente agraviados, no han encontrado justicia. El nuevo secretario de Estudios, de la Suprema Corte de Justicia de la Nacional —convertida a Secretaría de Justicia—, tiene ante sí la invaluable oportunidad de ahora sí, dar con la verdad objetiva, verdad jurídica, verdad histórica y verdad absoluta de la noche trágica de Iguala, y claro, hacer justicia… aunque ya no con el himno «¡Fue el Estado!», porque como Luis XIV, el Estado parcial es ahora Vidulfo Rosales.
letraschiquitas
No se puede entender la lucha justa de las normalistas de Amilcingo, en Morelos, sin el respaldo de sus iguales de Ayotzinapa, pertenecientes ambos a la Federación de Estudiantes Campesinos y Socialistas de México. No para evitar desaguisados políticos-gubernativos-sociales, sino por un acto plausible de voluntad política que hasta a bailar puso a las alumnas, la gobernadora Margarita González-Saravia [que días atrás recibió al alumnado en Palacio de Gobierno] sacó de sus oficinas a sus gabinetes y les ordenó trabajar y solucionar la problemática de la escuela normal, en la escuela misma, allá en Temoac, como los nuevos dormitorios para las estudiantes que, conociendo al secretario de Infraestructura, Adolfo Barragán Cena, los construirá en tiempo y forma.