Luis Farías Mackey
Los votos nulos (20%) y la aplastante abstención (90%) de las mal llamadas elecciones judiciales son dos hoyos negros que ni todas las mañaneras podrán tapar. Una sola lección queda de esta no elección: no hay elección, democracia, representación política, legitimidad ni política sin los ciudadanos. Uno manda hasta que dejan de obedecerlo y Morena dejó de mandar el pasado domingo. Podrá someter, meter a la cárcel, callar, desaparecer gente, quitar apoyos, sacar a la CNTE para intimidar, tirarse del Castillo de Chapultepec a expensas de Trump, simular elecciones, pero autoridad ya no tiene,
La otra vertiente es el cambio de conversación que quieren imponernos con el cuento del nuevo Benito Juárez que, cuando mucho, podrá ser la nueva versión de Benito Bodoque. Aquí voy a proceder con cuidado para no ser tergiversado interesadamente. Con todo respeto, ser o no de origen indígena (que parece no ser el caso), no hace a nadie mejor o peor mexicano, mejor o peor jurista, más o menos calificado para impartir justicia o presidir el poder judicial.
Tener licenciatura en derecho, ser de origen indígena y, además, oaxaqueño no hace a nadie Benito Juárez. Oaxaqueños son los Murat y los de la sección 22, ¿por qué tendría Hugo Aguilar que ser solo equiparado con Juárez?
Lo más triste del caso es que sus propagandistas no presentan más mérito que el de ser indígena, porque ser “luchador social” y obradorista es un mote que hoy hasta los Yunes presumen.
Bien vista, la ponderación indigenista de Hugo Aguilar es racista, aunque de un racismo invertido. Si por ser indígena, Aguilar es Benito Juárez, qué vendría siendo la presidente “Sheinbaum”: ¿Maximiliano, Carlota?
El argumento es mendaz y perverso, veamos si, además de su origen, el señor tiene prendas jurídicas y capacidades jurisdiccionales suficientes para presidir la Corte y no solamente anunciar que usará guayabera.
Aboga en su favor que, al menos, no se le conoce el lenguaje verdulero ni la petulante ignorancia de la Batres, los plagios de Esquivel o la nadería de Ortiz.
Yo no sé si necesitemos a un Benito Juárez presidiendo la Corte, pero sí que requerimos alguien que, además de saber derecho y estar preparado para impartir justicia, se respete y respete la división de poderes y, por sobre todo y todos, la Constitución, por más desastrada que hoy se encuentre.
Pero mal empieza quien de la nada obtiene 5 millones de votos que nadie vio gestar. Al más destilado voto verde, las comunidades indígenas abandonaron sus usos y costumbres, y con acordeón en ristre ejercieron con celo más que urbano y partidista la democracia representativa occidental en manos del grupo etario de la tercera edad.
Ya habrá oportunidad, si la vergüenza de Taddei publica números desagregados, para ver los porcentajes de votación en comunidades indígenas donde el carro completo y más amenazan con revivir en cabal salud.