La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Y el cangrejo concluyó: si tira p’abajo, no tiene caso jalarlo
El poeta, de la suave patria, cantaba al íntimo decoro, quizá, influenciado por el bardo de la edad de oro (salió verso) quien, recetaba, la siguiente recomendación: Vierte, corazón, tu pena/ Donde no se llegue a ver/ Por soberbia, y por no ser/ Motivo de pena ajena.
En contrario, hoy, los personajes más inefables del quehacer parlamentario, se convierten en ‘protagonistas de la historia’, encuerándose en la plaza pública ¡recontra uf!
Insensatos, politicastros como Alito y Noroña, transfiguran la tribuna del Senado, no en un ring, sino, en una decadente carpa que deja ver el peor rostro de la política ‘a la mexicana’: espectáculo de famélicos saltimbanquis que, sólo se representan a sí mismos, pero, lo lamentable, es que hablan en nombre de las mayorías.
Carentes de habilidad argumentativa, hacen del lugar común, un patético gag que da la vuelta al mundo, como una muestra de la forma en que ‘masca la iguana’ en México. Cobran ellos y pagamos todos.
Desterrados por la razón, no buscaron refugio en el silencio como una muestra de contrición, barbajanes…se solazan. Son los ufanos dueños de las marquesinas que alumbran el ‘triunfo’ del majadero encanto de la estupidez.
Y nos quejamos de los neoliberales ¡joder!