Historias para Armar la Historia
Ramsés Ancira
A nadie en su sano juicio le puede gustar que empresas españolas como Ibedrola le vendan la energía eléctrica a México a precios superiores a lo que nos cuesta producirla con nuestros propios recursos en México. El nuevo tratado de Libre Comercio con México y Estados Unidos nos garantiza independencia energética, pero esto no da a facultades al presidente para juzgar a jueces y ex ministros. Ya tiene la Cámara de Senadores y de Diputados, no puede pretender que el poder judicial también esté sujeto a su voluntad ni denostarlos por poner a la Constitución por encima de su parecer.
En la Ciudad de México la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum tomó una decisión soberana y no causó tanto ruido porque no afectaba a la Constitución: les quitó a empresas españolas la facultad de medir el consumo y emitir los recibos del agua. Estas empresas habían sido contratadas por Marcelo Ebrard y ratificadas por Miguel Ángel Mancera. Sheinbaum se anota así un doble play, por una parte, les da trabajo a los empleados del sistema de Aguas de la Ciudad de México, que son los que hacen el trabajo realmente duro, como es el de tapar las fugas, y le quita al canciller posibles comisiones que le pudieran otorgar las empresas extranjeras que contrató y con las que pudiera almacenar recursos para pagarse la campaña presidencial.
Por cierto, el canciller Ebrard ha tenido un muy mal inicio de marzo. Primero le renuncia quien fungía como su jefe de gabinete en la Secretaría de Relaciones Exteriores, Gonzalo Fabián Medina Hernández, con quien tenía una cercana relación desde que era jefe de gobierno de la Ciudad de México, luego, Mario Delgado, su hombre de confianza y presidente del Partido Morena, es cuestionado por su falta de transparencia en la selección de candidatos, privilegiando a gente con recursos económicos sobre los militantes fundadores del partido en los estados.
Luego, Mario Delgado tiene que admitir que estuvo relacionado con la secta Nxvim. Esto no sería problema si sólo se tratara de una escuela fraudulenta que ofrecía cursos de liderazgo y superación personal. El conflicto es que esta fue también una secta que reclutaba a personas de alto poder económico, pero que se sentían moralmente vacías, vacío que ofrecieron llenar dándoles una sensación de poder y liderazgo.
Familias poderosas de Monterrey pagaron a Nxvim cuantiosas cantidades, que podrían ser una interesante línea de investigación para la Unidad de Inteligencia Financiera que encabeza el también presidenciable Santiago Nieto Castillo.
Bien, la secta recabó a mujeres que fueron parte de harems, e igual que sucedía en culturas medievales se les tatuaba como símbolo de propiedad. Esto se probó en Estados Unidos y no en México. Aquí solo se puede hablar de engaños a políticos y familiares de empresarios pretenciosos y fantasiosos.
El problema es que una de las mujeres prominentes que trabajó con la secta es Clara Luz Flores, a quien Mario Delgado impuso como candidata a gobernadora de Nuevo León. Ella sí escaló posiciones dentro de Nxvim. Tenía la insignia amarilla, que se le otorga a los reclutadores ¿fue ella quien afilió a Delgado?
Sea como sea esto pudo poner nervioso al jefe político de Mario Delgado porque es esos días Ebrard ameritó hospitalización luego de que según sus propias palabras resultó herido por la caída de una puerta de cristal, lo que le provocó varias cortaduras.
Todo parece indicar que la secta Nxvim ocupó el lugar que antes tuvo en Monterrey el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel Degollado. El pretexto era el mismo: crear líderes.
Maciel mandaba a sus seminaristas a entrevistarse con las señoras más ricas de Nuevo León, para decirles que necesitaban dinero para su consagración y les preguntaban si querían ser sus “madrinas”, así les sacaban varios miles de pesos. Por cierto, esto viene de una tradición virreinal, cuando alguien terminaba sus estudios como letrado en leyes, medicina, ingeniería, filosofía o teología en la Universidad Pontificia de la Nueva España, tenía que comprarles ropas y anillos a los sinodales; una misa en Catedral y terminar el festejo con un espectáculo taurino o peleas de gallos.
Regresando a Maciel, bueno, el pedía mucho más de lo necesario para ordenar sacerdotes. Una de sus víctimas la señora Flora Barragán de Garza le regaló más de cincuenta millones de pesos en los años cuarenta, con el pretexto de fundar los institutos cumbres, que también tenían como propósito crear líderes. Al precio actual ese dinero equivale a más de medio billón de pesos, que es por cierto el valor estimado de los bienes de los Legionarios de Cristo en todo el planeta.
Con este dinero Marcial Maciel creó media docena de inmobiliarias con las que fraccionó gran parte de las Lomas de Chapultepec y Huixquilucan. Para evadir impuestos, cuarenta años después, Maciel vendió las inmobiliarias a Estados Unidos. En México quedaron con valor de un peso. El dinero se movió entre Delaware, estado famoso por su captación de divisas sin tener que pagar impuestos y paraísos fiscales por todo el Caribe.
El negocio del fundador de los Legionarios se extendió a la congregación laica Regnum Christi, que cooptó principalmente a mujeres jóvenes, hijas de grandes empresarios regiomontanos. Entre ellas Elena Sada, quien escribió sus memorias en el libro Ave Negra.
Maciel y Nxvim, usaron procedimientos parecidos, el Legionario convenció a la señora Barragán de usar silicio, un instrumento de tortura, que según él le suprimía los deseos sexuales. Por su parte Nxvim además de tatuar a las mujeres que consideraba de su propiedad, las convencía de tener relaciones sexuales en grupo con un solo hombre.
Bitácoras suplementarias
1.- La serie documental “Ladrón de Almas y Saqueador de fortunas La Vida de Marcial Maciel”, realizada por este autor, con producción de Guadalupe Lizárraga ya lleva más de dos mil vistas y 99 por ciento de comentarios positivos en los canales You Tube/c/MéxicoensuMemoria y Los Ángeles Press, este último dedicado a la defensa de derechos humanos, le invitamos a suscribirse.
2.- En Estados Unidos existe la convicción de que los programas de ficción que alcanzan los mayores niveles de audiencia son los de médicos, los de perros y los que se refieren a Abraham Lincoln. De ahí la broma de que al menos en teoría, el programa perfecto sería el de la vida de un veterinario que atendiera al perro del ex presidente Abraham Lincoln.
Pero bromas aparte, hay una serie muy recomendable, sobre todo en esta época en que hay tanta preocupación sobre los negocios farmacéuticos: Se llama New Ámsterdam, está basada en las memorias de un médico y es producida y escrita por doctores en Medicina.
Entre muchas otras cuestiones la serie acusa a la industria farmacéutica de dos cosas en concreto basadas en noticias recientes: Por una parte, dice que una empresa renueva cada año la patente para la insulina, lo que impide su producción genérica y esto ha hecho aumentar los precios hasta un 500 por ciento en ese país, lo que hace imposible a los contribuyentes con salarios equivalentes a los de un maestro, el poder pagarla. La solución sería importarla de Canadá, porque no lo permite la administración para alimentos y medicinas de Estados Unidos, la FDA.
Por otra parte, hace una crítica al exceso de prescripción de medicamentos opiáceos, que provocan adicción a las personas. En la serie, la gravedad para la medicina pública por los altos costos es tal que deciden prohibir recetarla, pero no es tan fácil, porque los enfermos, sobre todo de cáncer no pueden prescindir de esta. Pensando en esto, queda una propuesta para analizarla en México. Existe un problema añejo de falta de medicamentos para la atención del cáncer, solo se habla de los niños, pero es de suponer que también para los adultos. ¿Por qué no se hace un congreso médico nacional para discutir el problema? ¿Y qué tal otro para el asunto de los culpables fabricados y las 100 mil personas que llevan más de dos años en prisión sin que se les dicte sentencia? Ya es tiempo de que evitemos que Andrés Manuel López Obrador resuelva los problemas solo, pero también de que el presidente deje que algunos de los 130 millones de mexicanos le ayudemos con lo que él no sabe o no puede hacer.