Parte uno.
Por Arturo Sandoval
“Un antídoto contra la cruda electoral”
La reclusión obligada por la pandemia durante casi año y medio, ha dado tiempo de ir al refrigerador y a la alacena varias veces al día. No importa si se encuentran a 25 ó 30 metros de distancia de nuestra “oficina en casa”. Apostar que usted y sus mascotas no subieron de peso y de medidas en la cintura, es perder de la forma más ingenua. No importa si usted sigue con su rutina acostumbrada de ejercicios desde hace lustros; la maldita báscula tiene toda la razón por más que discutamos con ella.
¿Qué es usted vegano? Eso está muy bien, se puede controlar mejor el peso al comer de esa forma. Pero, por favor no la joda. Por más vegano que usted sea, no es posible controlar el peso, cuando usted se mete más kilos de comida vegana al día de lo que necesite su cuerpo.
Hemos encontrado en el encierro, mayor tiempo de comentar anécdotas graciosas, chuscas, de pena ajena, que al recordarlas nuevamente, al igual que las últimas 20 veces en tres años las repetimos en momentos en familia o sólo de pareja y nos despanzurramos de las carcajadas:
CARITA INOCENTE
“Oye mi amor, recuerdas aquella niña de carita verdaderamente angelical, que su mamá, una señora muy guapa llevaba al Gymboree”
- “Ah sí, muy parecida a la de la serie “La Niñera”.” Nos hicimos amigas un buen tiempo”
“Por vida de tu madre, cuéntame lo que decía su bebita de dos años cuando se sentaba”
- “Jajaja; decía con su vocecita”: “Hay mi güevos, ay mis güevos” “Jajaja, y su mamá se ponía súper roja de vergüenza cuando todas volteábamos a verla a punto de la carcajada”.
Desde luego, al llegar a casa la mamá de la bebita iba con ganas de patearle los ídem al marido.
HÁGALO USTED MISMO
Un matrimonio con meses de casados, llega a su nueva casa. A la semana notan una fuga de agua abajo del fregadero. El marido, presto en minutos trae toda su herramienta incluida la llave Stilson porque tenían invitados en la noche. Se pone su viejo y sucio pantalón de mezclilla con una camiseta jodidona. A los 20 minutos, la esposa se aburre, le informa que va a la tienda y tardará una hora. Ella al regresar, entra sigilosamente a la casa, deja dos bolsas en el piso junto a la puerta de la cocina. Ve al hombre recostado en el suelo con medio cuerpo bajo el fregadero. La esposa se pone en cuclillas sin hacer ruido, mete su mano en la entre pierna del tipo, le hace toqueteos con cosquillitas y le dice: “ a ver a ver ¿de quién son estos huevitos, de quién son? El tipo como rayo cierra los muslos, saca el cuerpo con cara de asustado: la señora se da cuenta que no es su marido, es el plomero solamente. Al mismo tiempo, el cónyuge desde la puerta de la cocina había observado toda la tragicomedia sin tiempo de evitarla. Desde luego, el señor de la casa no pudo reparar el tubo y trajo a un plomero. En la noche, se oían en toda la colonia las carcajadas de los anfitriones y sus invitados al platicar la anécdota.
Tanto del plomero como de los invitados, era imposible evitar la pena ajena.
DOS DE “ANTES DE HABLAR”
Unos cinco amigos veinteañeros, en una esquina de la colonia, ven pasar a dos hermosas mujeres. Una mamá de la otra de 18 años. El amigo que recién se unió al grupo, dice: “Miren, qué par, la mamá está más bu… que la hija”. Tres de los otros amigos, con los ojos saltones, voltean a ver al que dice: “Son mi mamá y mi hermana estúpido animal”. No le dio ni tiempo de pedir perdón, subió a su auto el convocante a mirar y se fue.
Ese grupo de amigos hacían sus viernes sociales cada semana en un restaurante. El dueño del local era parte del grupo. Se une un nuevo integrante, bridan, ríen, se la viven bien. Ese nuevo miembro ve pasar a una guapa mujer y presume su buen gusto al comentar a los otros: “ya vieron está … ísima”. De inmediato se para de su silla el dueño del restaurante y le dice: “qué te pasa imbécil, es mi esposa”. El recién bautizado cómo imbécil, se levanta y se retira con la cola entre las patas.
En las dos ocasiones, sin la presencia de los ofendidos, los demás integrantes del grupo al recordar cada incidente, se revolcaron de la risa por horas; no sin sentir pena ajena por los ofensores.
QUÉ PENA… NIETO
Nuestro ex presidente normalizó la pena ajena y la corrupción, para convertirlas, según él, en culturales, con sus decenas de capítulos patéticamente cómicos. Entre ellos uno en el extranjero:
Justin Trudeau, Barack Obama y Peña Nieto, dieron a los mexicanos una extraordinaria vergüenza. La pena ajena repiqueteaba en nuestros cerebros con clichés de señoras pedorronas de los 80: “Me quieeeero moriiiir” “Tráaagame tieeeerra”. Para resumir las decenas de memes y geniales dibujos de los cartonistas de los diarios, sobresale éste del artista don Antonio Rodríguez:
https://rodriguez-cartoons.blogspot.com/
AQUÍ HAY MÁS:
https://www.recreoviral.com/risa/trudeau-obama-ignoran-a-pena-lo-trolean/
Estimado lector, ya va siendo hora de que nos envíe sus anécdotas de pena ajena. Nosotros las publicaremos omitiendo los nombres reales de la prima del amigo o del amigo de mi prima. Envíela y ponga en asunto:”Anécdota de pena ajena” joarsaso@hotmail.com
NOTA: probablemente quienes lean este texto ya estén vacunados contra el Covid 19. Esto ayudará un poco como vacuna desintoxicante de política electoral… qué así sea.