ENTRESEMANA
MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
La cita común refiere que la derrota es huérfana pero el triunfo tiene muchos padres. Ese es el escenario post parto electoral que ocurre en Morena, con el agrio condimento de la perversidad y la malquerencia.
Digamos que esa es praxis normal, elemental en política que a nadie sorprende, aunque se trata de la cobarde estrategia de lanzar la piedra y esconder la mano; en términos llanos implica repartir culpas para justificar la inexperiencia y la soberbia aludida por Pablo Gómez en la referencia de las causas por las que Morena mordió el polvo en la Ciudad de México, su principal bastión incluso con su estructura de herencia perredista, ésa que operó de la mano con el priismo y el panismo.
Por eso llama la atención que, en esa derrota del partidazo y en sospechoso abono, incluso, de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, se pretenda involucrar al senador Ricardo Monreal Ávila, coordinador de la bancada senatorial de Morena y presidente, ni más ni menos, que del principal órgano de gobierno junto con la Mesa Directiva del Senado: la Junta de Coordinación Política de la Cámara alta.
Y mire usted, refiero que ni más ni menos presidente de la Junta de Coordinación Política, porque mientras en la Cámara de Diputados hay desconcierto entre los aún legisladores morenistas con su coordinador, Ignacio Mier Velazco, en el Senado Monreal Ávila ha emprendido la tarea de elaborar la agenda legislativa con todas las fuerzas políticas senatoriales.
Sólo por mencionar una de esas barbaridades en las que ha incurrido el abogado Mier Velazco para quedar bien con el inquilino de Palacio Nacional, es la de asegurar que, toda vez que en Tamaulipas ganó la mayoría morenista el Congreso estatal, entonces podrá desaforarse al gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, cuando el acuerdo legislativo que le mantiene el fuero es irrevocable y no se le puede juzgar dos veces por las mismas causales.
Por supuesto, Ricardo Monreal no es una hermana de la caridad y se defiende solo.
Además, no es nuevo que cuando se agitan las aguas, sea blanco de perversidades y malquerencias. Y se lo comento porque la derrota de Morena en la Ciudad de México no la quieren asumir los verdaderos operadores de la campaña que resultó un fiasco y posibilitó el triunfo de personajes como Gabriel Quadri frente al experimentado Pablo Gómez, quien ahora dice que no dijo lo que dijo y el último día de agosto próximo tendrá que desalojar su oficina en el Palacio Legislativo de San Lázaro. Pero…
¿A quién beneficia involucrar a Ricardo Monreal en la temática electoral y post electoral de la capital del país?
Bueno, bueno, no es ningún secreto que la alianza PAN-PRI-PRD pegó en la línea de flotación de las aspiraciones presidenciales de Claudia Sheinbaum, sumándole ese cobro de la factura de los capitalinos por la tragedia de la “Línea Dorada”, la L12 del Metro.
¿También afectó a los momios de Marcelo Ebrard? Bueno, era inevitable porque durante su gestión se construyó esa obra cuyos cimientos no pasan la prueba de la honestidad.
¿Y?
¡Fácil! Hay que buscar a responsables de la derrota electoral de Morena y, por qué no, la malquerencia orientó baterías contra Ricardo Monreal quien, paráfrasis foxista, bien podría exclamar:
¡Y yo por qué!
En efecto. Veamos. Cuando el proceso electoral entró en la ruta crítica, Ricardo Monreal no se anduvo por las ramas y, en el elemental ejercicio de eso que llaman política, declaró que se había acabado el periodo legislativo, en términos de que todos, todos, los senadores y senadoras estaban en la libre decisión de hacer trabajo político-electoral en sus entidades para apoyar a sus compañeros de partido, aspirantes lo mismo a los 15 gobiernos estatales que a la reelección en la Cámara de Diputados.
¿Hizo mal Monreal? Cuestionar o descalificar al senador zacatecano por esa decisión implica un despropósito y pecar de desinformado cuando no de perverso en estos quehaceres del elemental ejercicio de la política.
Pero, justo en esa postura perversa, a la inexperta, deficiente y hasta confiada operación política de los machuchones capitaneados por el ensoberbecido Mario Delgado Carrillo –el último itamita de Morena—se le pretende ocultar involucrando a Ricardo Monreal en una operación que habría derivado en esa derrota que hasta Citlalli Hernández, senadora con licencia e integrante del Bronx legislativo junto con Martí Batres Guadarrama, admitió fue responsabilidad de la dirigencia de Morena en la capital del país.
¡Caray! Es, de suyo, burda la estrategia de descargar culpas para minar la ruta de Monreal en lo que resta de la que será LXV Legislatura federal a partir del 1 de septiembre próximo.
¿A quién o quiénes beneficia ese escenario que dinamitaría, llegado el momento la carrera del presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado?
Pero, mire usted. Ricardo tiene una herramienta que es su vasta experiencia política y lejos de responder airadamente a sus malquerientes, se dedica a armar la agenda legislativa.
Y sus redes sociales las ocupó para informar que inició reuniones con senadoras y senadores para construir dicha agenda, sobre la base de la nueva realidad generada por la pandemia, con temas como reactivación económica, asuntos en materia electoral, bienestar y justicia, entre otros.
En las imágenes difundidas en sus redes, Monreal aparece acompañado del Presidente del Senado, Eduardo Ramírez; los coordinadores parlamentarios de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, y del PRD, Miguel Ángel Mancera Espinosa; las senadoras Imelda Castro Castro, Nancy Guadalupe Sánchez Arredondo y Evelia Sandoval Urban, de Morena, y Patricia Mercado, de Movimiento Ciudadano.
“Creo que todos los coordinadores estaban concentrados en el proceso electoral, observando, revisando, cuidando y siendo solidarios con sus partidos (…) ahora ya podemos empezar lo que nos corresponde para los próximos días, semanas y meses”, refirió Ricardo Monreal en un mentís a quienes le quieren endosar la derrota morenista en la CDMX.
Insisto: el coordinador de los senadores de Morena se defiende solo. Pero lo que ocurre en este post parto electoral en Morena, no puede ser soslayado porque es la praxis de lo que dicen no es lo suyo.
Por supuesto Ricardo les mueve el tapete, genera incomodidad porque su posición y trabajo es reconocido por la oposición. Hoy tiene harta relevancia lo advertido por Citlalli Hernández, secretaria General del CEN de Morena, por cuanto a que se avecina un ajuste de cuentas en el partido oficial, aunque reconoció que, en el resultado comicial, “influyeron errores y divisiones internas de Morena”.
¿Algo más? Citlalli admitió le fallaron a Andrés Manuel y a Claudia Sheinbaum. ¿Y qué diablos tiene que ver Monreal en ese acto de contrición?
Y, bueno, lo dicho por Pablo Gómez no tiene desperdicio:
“Pensamos, como siempre lo hacemos. Dijimos que nuestra fuerza electoral nos va a sacar, que somos chipocludos. Y no establecimos la comunicación necesaria. Nos perdió la soberbia”.
Entonces, ¿por qué pretender involucrar a Ricardo Monreal en los temas electorales de la Ciudad de México? La derrota es huérfana. Digo.
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