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De “Santa” Evita al “milagro” de Milei y en medio de ellos, un papa…

Redacción Por Redacción
23 agosto, 2025
en Rodolfo Villarreal Ríos
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Rodolfo Villarreal Ríos

 

Durante los días más recientes, noticias provenientes de Argentina ocupan los titulares de los medios. Para algunos, lo que más llama la atención es el comportamiento que tuvieron, en Avellaneda, un grupo de descerebrados chilenos y argentinos. En las redes sociales, sin embargo, hay algo más que acapara espacios. Son las imágenes en las cuales el presidente de Argentina, Javier Milei Lucich, explica las medidas económicas que ha tomado, su postura sobre cómo el Estado debe de actuar en asuntos de economía y que , según él, permitirá a los argentinos aspirar a tener un futuro mejor. Al ver y escuchar aquello, este escribidor no pudo sustraerse a realizar un repaso mental acerca de cómo, hace tiempo, se enteró de la existencia de esa nación. Partamos a dar una revisión al tema hasta llegar a nuestros días.

Dado que no fuimos infantes precoces, nuestras noticias iniciales sobre la Argentina provinieron de personajes deportivos. El futbolista, Alfredo Di Stéfano Laulhé es el primero que recordamos haber escuchado. Posteriormente, hemos visto videos de sus partidos con el Real Madrid, en donde jugó entre 1953 y 1964, y como diría el clásico: “Me pongo de pie y me quito el sombrero”. Él, sí puede estar a un lado de Edson Arantes Do Nascimiento, Pelé, y no ese globo mercadotécnico apellidado Messi. Posteriormente, conoceríamos acerca de los boxeadores, Luis Ángel Firpo, Pascual Pérez, Horacio Accavallo, Oscar Bonavena y Carlos Monzón. Ni modo de olvidar aquel partido Argentina-Inglaterra del mundial de futbol en 1966. O bien, en los setenta, las menciones a César Luis Menotti Fasola y, en los ochenta, a Diego Armando Maradona Franco cuyas genialidades futbolísticas no compatibilizaban con su comportamiento fuera de las canchas y lo llevarían a tener un final trágico.

Pero si de historias desgarradoras se trata, no olvidamos los tangos interpretados por Carlos Gardel, las milongas en la voz de Susana Rinaldi Leguizamón o bien los géneros diversos cantados por Nacha Guevara, Atahualpa Yupanqui, Facundo Cabral y Alberto Cortez.

La primera aproximación a la literatura argentina la tuvimos vía el “Martín Fierro” de José Hernández y Pueyrredón; y posteriormente “Don Segundo Sombra” de Ricardo Güiraldes Goñi. De ahí hasta encontrarnos con los escritos del más grande literato latinoamericano del siglo XX, Jorge Luis Borges Acevedo y por supuesto los textos de Adolfo Bioy Casares.

En materia de política, escuchábamos y leíamos acerca de Juan Domingo Perón Sosa y Eva Duarte Ibarguren o Evita, la reina de los descamisados. El contexto histórico del peronismo lo empezamos a entender durante nuestra tercera etapa estudiantil en tres vertientes.

Una, es de sobra conocido que los argentinos quisieron aparecer como el gran centro cultural de América Latina y en su capital, Buenos Aires, el afrancesamiento se respira en sus construcciones. A ello, nosotros agregaríamos algo más. En París, Napoleón Bonaparte tiene su tumba en el Hospital de Los Inválidos bajo un domo inmenso y en un momento dado es factible observarla de arriba hacia abajo o a la inversa. En el caso de Argentina, en la Catedral Metropolitana de la Santísima Trinidad, en Buenos Aires, los restos de su libertador José De San Martin Matorras, también, descansan debajo de un domo en la catedral mencionada, en la Capilla de la Paz, excepto que el visitante siempre tendrá que verla de abajo hacia arriba, mientras un par de guardias resguardan la entrada. Cuestión de mensajes subliminales

Otra, al revisar la historia de Argentina en los tiempos en que, entre 1829 y 1852, Juan Manuel de Rosas (Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rozas y López de Osornio) y sus gauchos implantaban un sistema federalista en el cual cada una de las provincias era controlada por un llamado hombre fuerte que dependía del jefe (Rosas) ubicado en Buenos Aires.

Una tercera, se dio al momento de leer a Tomas Eloy Martínez y su “Santa Evita” (1995) en donde nos narra la historia del cadáver de Eva Duarte que terminó en el barrio de La Recoleta en donde, además de no apreciarse pobreza, está el cementerio del mismo nombre. En ese sitio, descansan los restos de Evita después del periplo a que fueron sometidos y que tan bien se narra en la novela mencionada líneas arriba. Un frontispicio de mármol en color negro en cuya parte superior se lee: “Familia Duarte” y, a los costados, una serie de placas resguardan una puerta cerrada herméticamente que no permite ver hacia el interior. Adornada con flores, de plástico, se distingue por ser la única de las tumbas con esos ornamentos en el espacio en donde reposan los cadáveres de políticos, militares, escritores, sacerdotes, deportistas, próceres y ciudadanos distinguidos. Revisemos el actuar de dicha ciudadana.

En el carisma de ella, se trepó el populista Perón Sosa quien dirigió, por vez primera, Argentina entre 1946 y 1955. Sabedor Perón que su imagen no le alcanzaba para convencer a sus compatriotas procedió a echar mano de Eva Duarte convertida en la figura del peronismo, desarrollando singular capacidad para la manipulación de sus descamisados y las mujeres argentinas. Como ejemplo, veamos algunas partes del discurso que Evita les recetó, el 4 de mayo de 1950, a las integrantes del Partido Peronista Femenino en Buenos Aires.

La demagogia predominó en esa arenga desde sus inicios, cuando la esposa del caudillo espetó: “Que más puede ambicionar una humilde mujer que ha abrazado la causa de los trabajadores, de los humildes de la patria, que se reúna un grupo de mujeres y de hombres de bien para levantar sus copas y brindar por una fiesta que se refiere a mi persona. Ustedes me colman de felicidad en mis sentimientos de mujer, al saber que aquí se ha tendido una mesa de amor, de camaradería, de solidaridad…por este acto simbólico, porque nos sirve también para estrechar vínculos, para aunar opiniones y para conocernos mejor, en esta empresa que hemos iniciado de colaborar y apoyar al general Perón. Y ya que él tiene como columna vertebral a la clase trabajadora, nosotras queremos ser una de las vértebras de esa columna maravillosa sobre la cual se apoya, respalda y con la cual trabaja tan tranquilo el general Perón”. No paraba ahí.

Buscaba convencerlas de que las oportunidades estaban disponibles y solamente era cosa de aprovecharlas, Evita les decía: “Piensen que nuestro movimiento es grande y que hay cabida para todas, para que trabajemos una para todas y todas para una. Pero que no sea un “slogan” eso de “una para todas y todas para una”. Que eso sea una realidad como son las realidades que nos está dando a manos llenas el general Perón, que tiene el privilegio de amar a todas las peronistas por igual, sin preferencias por ninguno. Así quiero yo también a las peronistas. Cuanto más pequeñas más las quiero. La que a ustedes les parezca más insignificante, es la que está más cerca de mi corazón…”. Nada como contar con seguidores poquita cosa para sentirse gigante, ¿En dónde hemos escuchado recientemente una aseveración así? Dejemos las elucubraciones y volvamos al pasado.

Duarte Ibarguren les espetaba: “Cualquiera, aunque ocupe un cargo de secretaria o prosecretaria, si se sacrifica colaborando por nuestra causa, puede llegar a ser la futura dirigente del Partido Peronista Femenino. Sacrifiquémonos; no pensemos en horarios ni en nada. Estamos luchando por el ser o no ser de la Patria y, cuando las fuerzas físicas se debiliten, levantamos nuestros ojos hacia la figura de nuestro líder, el general Perón, que está quemando su vida en aras de la felicidad de todos los argentinos. Seamos una vértebra poderosa de esa columna de trabajadores que silenciosa pero tenazmente, está dando a diario muestra de su fidelidad y de su amor hacia el general Perón.” Al final, todo era por ese faro de luz que guiaba a la nación…hacia el precipicio, pero de eso nadie se percataba.

Tratando de mostrar su lado conciliador y maternal, la antigua aspirante a actriz mencionaba: “Yo ambiciono a que la rama femenina del Partido Peronista le brinde [a Perón] nada más que satisfacciones, pero para ello debemos trabajar incesantemente, luchar sin egoísmos y sabernos tolerar mutuamente. Cuando una peronista tenga alguna divergencia con otra, piense que hay una sola bandera; la del general Perón. Cuando se peleen dos peronistas, no me traigan a mí el problema porque me causan un gran dolor. Yo quiero ser igual con todas para no ser injusta. En una familia pueden pelearse dos hermanas, pero siempre siguen siendo hermanas. Yo deseo que esta sea una gran familia; la familia que ambiciona el general Perón”. No se detenía y demandaba la creación de “un partido político que encierre todas las virtudes que los mismos deben tener. Que no sea lo que han sido en nuestro país; algo desagradable y molesto, sino que sea un instrumento principalísimo y valiosa para la grandeza de la Patria. Esa lo lograremos con sacrificio y colaboración. Por ello estamos constituyendo estas vanguardias del peronismo”.

Para rematar Evita procedió a ensalzar a su faro y guía enfatizando que se requería “perseverancia y hacer como el general Perón, quien encontró frente a si dos caminos: uno asfaltado, y otro obstaculizado por una tupida maraña. Perón se abrió paso a hachazos por entre esa selva de inconvenientes y obstáculos, hasta entrever al fin, como está entreviendo ahora, un mañana promisorio para todos los argentinos. El otro camino, tan fácil y cómodo, era el de la entrega, la entrega no solo del pueblo sino de la Patria toda”. Sobre lomo de ese populismo, los argentinos creyeron que el Estado iba a resolverles sus problemas. Con lo que no contaban, ni ella, ni Juan Domingo es que una enfermedad terrible se les atravesaría y “Santa” Evita ya no pudo acompañar al general quien vio como su castillo de naipes se derrumbó y, en septiembre de 1955, fue echado mediante el primero de una serie de golpes de estado bajo los que viviría Argentina durante los años por venir.

Tres personas gobernarían entre 1955 y 1962.: Eduardo Lonardi Doucet (sep-dic.1955); Pedro Eugenio Aramburu Silveti (nov. 1955-mayo-1958); y, mediante elecciones, el no peronista, Arturo Frondizi Ércoli (1958-1962). Dado que la situación no mejoró, otro golpe de estado se suscitó en 1962. Así, llegó José María Guido Cibeira (1962-1963) quien sería sustituido, mediante elecciones, que los militares controlaron, por Arturo Umberto Illia Francesconi (1963-1966). Y como ya les habían agarrado el gusto a las asonadas, volvieron a dar otra que llevó al poder a Juan Carlos Onganía Carballo (1966-1970) quien sería sustituido por Roberto Marcelo Levingston Laborda (1970-1971) y Alejandro Agustín Lanusse Gelly (1971-1973). Nada bueno sacaron los argentinos de todos esos gobiernos cuya actuación lo único que hizo fue generar añoranzas fantasiosas del peronismo y la dádiva que lo caracterizaba.

En 1973, el peronismo retornó mediante la victoria de Héctor José Cámpora Demaestre quien al mes y 19 días renunció para dar paso al retorno de Juan Domingo vía un interino, Raúl Alberto Lastiri Ferrari quien tres meses después, en octubre, le entregaría el mando a Perón Sosa. En senectud plena, éste ya poco pudo hacer y 8 meses después lograría, post mortem, el sueño de ser reemplazado por su esposa, María Estela Martínez Cartas, a quien conocían como Isabelita y cuyo gobierno fue una marioneta de la versión gaucha de Rasputín, José López Rega. De nueva cuenta, los argentinos sintieron que el peronismo les quedaba a deber, pero más se lamentaron de lo que les cayó a continuación.

Entre 1976 y 1983, Argentina viviría una etapa negra, cuatro generales Jorge Rafel Videla Redondo, Roberto Eduardo Viola Prevedini, Leopoldo Fortunato Galtieri Castelli y Reynaldo Bignone Ramayón ejercieron brutalmente el mando cegando miles de vidas, incluidas las que cercenaron al llevar a su país a la guerra estúpida de las Malvinas en contra de Inglaterra. Eso sí, durante 1978, sus gobernados se mostraron felices al ganar la Copa Mundial de Futbol y hasta olvidaron que la bota les apretaba el gaznate. Y ni que decir de la actuación cuestionable que tuvieron durante esos años los dirigentes de la Iglesia Católica, uno de ellos el provincial superior de los jesuitas de nombre Jorge Mario Bergoglio Sivori.

Finalmente, en 1983, volvieron las elecciones y resultó ganador, bajo las siglas de la Unión Radical Cívica, el no peronista, Raúl Alfonsín Foulkes. En medio de una hiperinflación y disturbios se presentó a las elecciones en 1989 en las cuales fue derrotado por el justicialista-peronista, Carlos Saul Menem Akil, quien, durante su gobierno, que duró una década, enfrentaría todas las crisis mundiales suscitadas durante aquellos tiempos, a la vez que no lograba resolver los problemas internos que terminarían por incrementar el desempleo con el costo político consecuente. Trató de ir por un tercer período, pero la ley se lo impidió.

Lo sucedería alguien opuesto al peronismo, Fernando de la Rúa Bruno a quien le heredaron la crisis económica que no supo cómo resolver y lo llevó a renunciar en diciembre de 2001. Sería sustituido en interinatos inmediatos por Adolfo Rodríguez Saá (una semana) y Eduardo Duhalde Maldonado (un año y casi cinco meses).

A pesar de tantas crisis, los argentinos continuaron infatuados con el sueño peronista en sus versiones diversas y entre, 2003 y 2015, se entregaron en los brazos de la familia Kirchner. Primero, en los de Néstor Carlos Kirchner Ostoić (2003-2007) y más tarde durmieron bajo los arrullos de su esposa, Cristina Fernández Wilhelm. Lo único que les ofrecieron fue humo y nada resolvieron. Durante ese lapso, en 2013, el antiguo arzobispo de Buenos Aires (1998-2013), el ciudadano Bergoglio Sivori, fue investido como el papa Francisco. Los argentinos llegaron a creer que alguna ayuda celestial les caería, pero no fue así. El jesuita se alineó con la ciudadana Fernández y las cosas siguieron igual hasta terminar en una crisis más.

Ante ello, en 2015, optaron por elegir al hombre de negocios, Mauricio Macri Blanco-Villegas (2015-2019) quien les prometía que él si sabia como resolver los problemas económicos. Al final, sería otro de los que fracasaran, nunca se atrevió a decirles la realidad crudamente y, en 2019, nuevamente el fantasma de la esperanza peronista ,investido ahora en Alberto Ángel Fernández Pérez (2019-2023), llegó para concluir en un fracaso más aderezado con la corrupción que llevaría al encarcelamiento domiciliario de la ciudadana Fernández.

En medio de todo ello, una vez más, los argentinos decidieron buscar una vía alternativa y optaron por elegir en 2023 al economista libertario, Javier Milei Lucich. Este personaje caracterizado por el estruendo de su discurso, no se guarda palabras para criticar al peronismo, sin mencionarlo, y a la intervención del Estado en la economía. Se muestra enemigo de la dadiva y les ha dicho a sus paisanos que habrá de sacarlos del atolladero, pero que eso no será incruento. Les menciona, sin rubor, que, en por lo menos un siglo, han vivido de la ilusión a la espera de la dadiva.

Su estilo, poco ortodoxo, no gusta a varios, pero las medidas que ha tomado empiezan a dar resultados, la inflación ha bajado, la deuda se ha controlado, y ha logrado que la esperanza de un futuro mejor renazca entre sus gobernados. Si bien menciona que solamente la empresa privada crea riqueza y no el Estado, olvida de mencionar que ello sucede cuando la primera se enfoca en la inversión productiva y no en la especulativa. Rechaza los subsidios como forma de apaciguar el hambre y definitivamente está en contra de la emisión de moneda que termina por generar inflación. Si bien se muestra enemigo de los políticos, se olvida de que, quiéralo o no, es uno de ellos, aun cuando su perspectiva sea distinta a la de los tradicionales.

A ese último recurso han llegado los argentinos quienes durante los 1940s compraron el discurso populista-peronista caracterizado por la dádiva como vía para salir de la pobreza y, por generaciones, se han mostrado partidarios de ello aun cuando, en ocasiones, muchos han tenido que hurgar en la basura para poder comer. Sobre esto deberían de reflexionar quienes, en otras latitudes, hoy, festinan que gracias a la limosna abandonaron las penurias.

Sí el milagro de Milei resulta pasajero, los argentinos podrían invocar a “Santa” Evita, porque ni modo que pidan intercesiones celestiales al ciudadano Bergglio quien ya partió, y retornar a la economía ficción. Claro que, siempre, les quedará el recurso de volver a incrementar la exportación de vedettes, cantantes, actores, escritores, cómicos y futbolistas porque de Las Pampas no será factible obtener, para vender al exterior, ni un kilo extra de carne de res.

vimarisch53@hotmail.com

Añadido (25.34.119) Primero, lanzan la alerta de que viajar a la Ciudad de Mexico es altamente peligroso. Segundo, le quitan a México la sede del sorteo para el Mundial de 2026. ¿Cuándo anunciarán que el juego inaugural se realizará en territorio de los EUA?

Añadido (25.34.120) ¿Cómo es posible que esa ciudadana guatemalteca siga vendiendo las mentiras plasmadas en el libro, supuestamente autobiográfico, Yo Rigoberta Menchú y emita opiniones sobre similitudes entre sus relatos fantasiosos y lo que se vive en Gaza actualmente? ¿Será porque en este último caso, también, hay una alta dosis de invenciones y no todo lo que cuentan es cierto? Lo peor es que, aquí en México, hay quien compra las falacias y le da espacios en los medios de comunicación.

Añadido (25.34.120) Que siga la fiesta, la economía mexicana creció al 0.6 por ciento. Para los que añoran los tiempos de los neoliberales en donde apenas se crecía entre 2.5 y 3 por ciento y ni que decir de aquellos ineficientes y malvados priistas de antaño que lograban tasas de 6.5 por ciento de crecimiento económico anual. Como dicen por ahí, “tengan para que aprendan” esos nostálgicos del pasado, nada como los logros que se alcanzan bajo la $-T.

Añadido (25.34.121) Poco le duró lo bravo al primer ministro de Canadá, Mark Carney. Decidió eliminar las tarifas que en represalia impuso a los EUA. A la vez, se manifestó dispuesto al dialogo con las autoridades de ese país. Ensabanarse en el lábaro patrio genera aplausos pasajeros, de fanáticos trasnochados, que no bastan para vencer a la realidad.

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