Joel Hernández Santiago
La Secretaría de Marina dice que con sus propios sistemas de búsqueda –y la ayuda de un perro rastreador–, se pudo conseguir la captura de Rafael Caro Quintero. Esto ocurrió el 15 de julio, en Sinaloa, muy cerca de Badiraguato, apenas tres días después de que el presidente de México se entrevistó en la Casa Blanca con Joe Biden por dos horas.
Pronto Marina se atribuyó el éxito de la operación en la captura del capo. Está bien. Pero enseguida la jefa de la DEA, Anne Milgram, precisó: “Nuestro increíble equipo en México trabajó en conjunto con las autoridades mexicanas para capturar y arrestar a Rafael Caro Quintero”, dijo.
Enseguida, más veloz que un rayo, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, aseguró que el gobierno de EUA no participó en el operativo de captura del ex líder del Cártel de Guadalajara, y prófugo desde 2013.
Por su parte, el gobierno mexicano ha sido cauto en el tema, en tanto que el gobierno de EUA ha solicitado ya, a la Fiscalía General de la República, la extradición del detenido, en virtud de que, para ellos, es un reo de altísima importancia y habrán de cargar toda la furia contenida desde el 9 de febrero de 1985 cuando fue asesinado Enrique “Kiki” Camarena, el agente encubierto de la DEA.
Ya se sabe que los rencores guardados producen odios. Y es el caso. El gobierno de EUA ha insistido en la captura de quien presuntamente participó de la muerte del agente nacido en Mexicali en 1947 y nacionalizado estadounidense; y desde entonces ha tenido como objetivo su castigo. Ahora está en las manos del gobierno mexicano y sigue el proceso de extradición solicitado.
¿Se le enviará a Estados Unidos para someterlo a los tribunales estadounidenses? ¿Se dejará de hacer justicia en este país en donde radican sus actividades? ¿Cuánto sabe Caro Quintero de lo ocurrido con Camarena? ¿Qué sabe después de tantos años de actividad vinculada con el narcotráfico? ¿Quiénes estuvieron vinculados en la muerte del agente? Mucho más por averiguar.
Pero los fiscales estadounidenses lo quieren allá, y que de viva voz se le lean los cargos, y que de viva voz el mismo extraditado les diga todo lo que sabe. Ambos gobiernos están con los dedos en la puerta: el de Estados Unidos porque habían infiltrado en México a un agente estadounidense, independiente de los acuerdos entre ambos países, lo cierto es que se disfrazó en silencio y muy probablemente sin conocimiento de la autoridad mexicana.
El gobierno de México tiene en sus manos a un caudal de información y de problemas. Caro Quintero ha acumulado historias, nombres, vínculos, corrupción, adicciones… Tiene información que, probablemente, no convenga al gobierno de México…
Pero en todo caso el dilema está en ¿cuándo se le enviará a Estados Unidos? Esto se puede convertir en una exigencia del país del norte porque se sienten responsables de “haber puesto” a Caro Quintero, para que México hiciera su captura. Ellos no lo pueden hacer.
Y sí, es muy probable que los servicios de inteligencia de la DEA en México hayan dado seguimiento a Caro Quintero y detectado su ubicación, tiempos y formas. No es casual que ocurriera apenas regresó de EUA el presidente mexicano de su entrevista con Biden. Como parte de la plática secreta entre ambos mandatarios pudo tratarse el tema.
Y así como es el caso del hoy detenido, puede haber otros casos más en donde la DEA tiene detectados a otros miembros del narcotráfico y el crimen organizado y cómplices. Pero no pueden involucrarse más allá que ofrecer la información al gobierno mexicano para que opere las detenciones. Lo que apenas parece haber ocurrido en el caso reciente.
La DEA, como ya se sabe, no es nada bien vista por el presidente mexicano. Sobre todo luego de la detención del general Salvador Cienfuegos el 15 de octubre de 2020 en el aeropuerto de Los Ángeles, California. Esto en base a ‘sus investigaciones en México’.
Y sin decir ‘agua va’ al gobierno mexicano ocurrió la detención por cargos de presunto vínculo con el narcotráfico. Fue el exfuncionario mexicano de más alto rango que EUA haya detenido en la historia. A su regreso a México el 19 de noviembre de 2020, el general fue enviado a su casa.
Todo ese desajuste informativo desató una enorme indignación en el gobierno de la 4-T. Así que en abril de 2022 disolvió una importante unidad antinarcóticos que por un cuarto de siglo trabajó junto a la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) ‘en el combate al crimen organizado’. Según el gobierno de EUA fue un duro golpe a la cooperación bilateral en seguridad.
Y había razones adicionales. Los agentes de la DEA se movían ‘como Pedro por su casa’ en México. Investigaban, intervenían, decidían acciones y operativos de forma alterna y de manera subrepticia. Se habían apoderado del territorio al que consideran parte de la seguridad nacional estadounidense.
Por el momento hubo una detente. Las cosas ya han cambiado luego de las distintas pláticas de gobierno a gobierno para restablecer el sistema de colaboración entre DEA y la autoridad mexicana en materia de persecución del crimen organizado y narcotráfico…
Y tienen información. Y sus operativos de inteligencia siguen operando.
México insiste en que la colaboración significa información al gobierno mexicano antes de realizar cualquier operación; que no se debe vulnerar la soberanía nacional; que debe haber un registro de agentes para conocimiento de México; que será el gobierno mexicano el encargado de los operativos de detención en caso de certeza y que ya no deberán andar “como Pedro por su casa” los agentes de la DEA… ¿Será?