GONZALO GARCIA RAMIREZ
Cuando lo vi durante la entrevista, me recordó a mi hermano Jesús. Durante esa conversación de casi una hora, el testimonio y las enseñanzas que dejó Jaime Almeida me han marcado por el resto de mi vida. Jesús es más bien mi medio hermano y ya van varios años que no lo veo. Es mayor que yo, pero el parecido entre ellos es asombroso. Galante, pulcro y de muy buena actitud, de esa forma es como creo la mayoría recordamos a este gran conocer de todos los géneros musicales que han dejado raíces en todo México. Y como poco, Jaime sabía hablar de música. Sabía, recalco, porque falleció en mayo del año 2015. Era un erudito en potencia, musicalmente hablando. Pero para mi es alguien parecido al escritor Armando Ramírez, solo que a Ramírez había que acudir cuando saber de alguna leyenda urbana queríamos. Con Armando se podía hablar de cualquier calle del afamado Tepito.
Cabe la pregunta entonces, ¿qué relación hay hablar de un especialista en géneros musicales con el gran compositor Agustín Lara? La respuesta está en la serie de discos compactos que aún se venden en Sanborns, bajo el sello “hablando con música”. En uno de esos elepés, Almeida cuenta cómo Lara compuso la canción “Solamente una vez”. Pero esta melodía sólo es una de más de cien canciones de las que Almeida cuenta su historia. Qué digo 100, han de ser unas 200, solo en ese grupo de entre 10 a 20 discos compactos que simple y sencillamente no tienen desperdicio. Está el elepé dedicado a música de los años 80 (rock); uno acerca de tríos tales como Los Panchos (que surgieron en Estados Unidos y no en México); los Tres Ases y los Tecolines; otro sobre Mariachis; otros dos sobre Música Tropical; uno más acerca de “Obras Clásicas Mexicanas” (como el vals Sobre las olas, el Huapango de Moncayo, Scherzino Mexicano o el tema Estrellita); uno más acerca de la Música Popular Mexicana y el que creo es el mejor, el de Boleros; entre otros. Para que se entienda más fácil: esta colección incluye canciones que se escuchaban (sí, antes de la pandemia por COVID) en la famosa BBC, es decir en Bodas, Bautizos y Convenciones.
Don Jaime nació el 31 de mayo de 1949 y falleció el 30 de mayo del 2015. Su último gran programa de una hora –hablando de compositores y cantantes– era transmitido en MVS Canal 52, con el nombre de Conexiones y se transmitía después de que terminaba el noticiero de José Gutiérrez Vivó. Hablar de Almeida también es aludir al estado de Chihuahua en donde nació. Él cuenta que en ese lugar es donde surgió su gusto por la música; dice que a mediados del siglo pasado, era común, del lado mexicano, escuchar canciones promocionadas en estaciones americanas que eran oídas allende la frontera, aún antes de ser conocidas en territorio azteca. Hablar de Jaime es recordar al periodista y uno de los grandes directivos de noticias que tuvo Televisa, Jacobo Zabludovsky. Cabe la aclaración que la historia como periodista de Jaime es como la de muchos: en donde no exactamente se elije esta carrera sino que la vida y el destino lo van moldeando. Jacobo lo invitó a realizar inserciones musicales en un programa dominical a cargo de él. El mismo Jaime puntualiza que esa necesidad de difundir contenido musical lo llevo a él, junto con Jacobo, a patrocinar el evento en Avándaro en septiembre de 1971, junto con Luis de LLano.
Almeida narra que uno de los que participaron en la grabación de imágenes en ese concierto fue el controvertido publicista Carlos Alazraky (es decir, ahí comenzó a trabajar para la televisora de avenida Chapultepec). Explica que el contexto político que prevalecía en ese mes de septiembre nunca fue el más idónea como para seguir publicitando eventos masivos como el de Avándaro. La historia indica que el gobernador mexiquense en ese entonces era el profesor Hank González y el entonces encargado de la política interna del país era Mario Moya Palencia. Obviamente se trataba del inicio del sexenio de Echeverría. Es decir, la censura y los golpes sobre la mesa estaban a la orden del día. Televisa recibió tremenda reprimenda por prestarse a la difusión de tan afamado evento musical. Ya ni se diga Zablodovsky que debió dar por terminado su programa dominical. Almeida pone énfasis en recalcar que él buscaba que en efecto sólo se dieran a conocer un poco más los grupos de rock de entonces. Maliciosamente, la prensa documentó dos muertos antes y durante los 3 días que duró Avandaro. Al paso de los años, ahora se sabe que uno de los fallecidos había chocado rumbo al concierto y el otro por causas no muy bien aclaradas. Sin embargo, esos “muertitos” fueron el pretexto ideal para alejar a la juventud de nuevos eventos multitudinarios y ello obligó a que músicos como Javier Bátiz se autopromocionaran en zonas de la llamada periferia de la ciudad de México y obligó a que bandas como La Revolución de Emiliano Zapata (originaria de Jalisco) dieran un giro a su oferta musical, pasando de lo más que se parecía al rock a temas románticos como el tan tan famoso “cómo te extraño (mi amor)”.
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Pero como este comentario mío está dedicado a recordar la historia de las canciones que eligió Almeida para sus discos “Hablando con música” y como el título de este texto se refiere a Agustín Lara, permítaseme regresar a Lara: lo que yo entiendo que sucedió en 1941 fue que Lara viajó a Argentina. Imagino yo que lo hizo buscando inspiración para componer más canciones. Durante la eternidad, se dice que los viajes ilustran, apaciguan y si eso no se llegara a cumplir, de menos cumplen el objetivo de que uno cambie de aires, de que despejes la mente y de que veamos más allá de nuestros horizontes. Recientemente me enteré que en España existe una zona de amplio confort inventada para que ahí acudan escritores, escultores y gente de letras. Se llama Mallorca y es en España. Al ver las imágenes, queda claro que es un sitio paradisiaco (como los lugares que ha de haber en Buenos Aires, incluso desde que Lara anduvo por allá). Mallorca, digo yo, porque no lo conozco (brincos diera), es apacible, moderno, actual y vanguardista, a donde acuden escritores para “ordenas sus ideas” y terminar de armas grandes obras literarias. Es el sitio ideal para conocer la completa quietud.
A ese rincón del mundo han acudido escritores en busca de paz y que terminaron acabando de escribir algunos de sus mejores libros. Se trata de sitios como “Playa en Port”; de “Pollenca”, “Palma de Mallorca”, “Valldemosa” o “Deja”. Todo esto y más en España. Es decir, si hace décadas se viajaban a enormes sitios (urbanos) para hacerse llegar de buenas vibras y componer, hoy deberían inventarse expediciones de turistas para que vayan a España o cualquier otro bonito sitio (parecido a Mallorca), ya sea en Italia o en Portugal.
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Ya no inquietaré más a mis cinco lectores, espantándoles el bolsillo. España por el idioma es –y seguro es– muy caro para turistear. Permítaseme regresar a Lara. Cuenta Jaime Almeida, que en 1941 el testimonio del tenor mexicano José Mojica llevó a que naciera la canción “Solamente una vez”. Pero, antes de llegar a la historia triste de esta canción, es pertinente dar los créditos justos a los discos “Hablando con música”, en la voz de Almeida. Para referirnos a los derechos de autor es necesario mencionar lo siguiente: esta es una colección que no tiene desperdicio. Fue producida por Universal Music México y distribuida a nivel nacional en los establecimos de los Sanborns Hermanos SA. Incluye algunos temas musicales de Orfeón Videovox; de la empresa E35, una compañía que pertenece o pertenecía a Grupo Carso. En entrevistas, Almeida aclaró que también obtuvo material musical de la empresa “Luzam”, perteneciente a Fernando Díez de Urdanivia, quien también se preocupó porque fuera grabada y coleccionada música hecha por manos de mexicanos. Urdanivia murió el 24 de febrero de 2020 y en sus últimos años de vida fue colaborador del diario El Universal.
Pero como lo prometido es deuda. Vayamos al punto. Regresemos una vez más a Lara. Dice Almeida –en entrevista– que hacer estos discos fue cumplir uno de sus anhelos. Los llamó “libros en audio”, pues se trata de que se sepa el por qué de una canción; el dónde se inventó y en qué contexto se les dio vida. Confesó Almeida que llegó a reunir unos diez mil discos en su casa. Muchos regalados por supuesto, y muchos sin escucharse, por falta de tiempo.
Sugiero yo que mis seis lectores hagan lo mismo que hice hace poco. Tomar uno de estos CDs y ponerlo a que suene. En el elepé “Las mejores canciones populares mexicanas” se incluye en tema SOLAMENTE UNA VEZ, en las voces de “Los Tres Diamantes”. La introducción es en la voz de Jaime Almeida, quien narra lo siguiente: Agustín Lara viajó a Buenos Aires en 1941. En ese momento, la estrella del momento era el tenor mexicano José Mojica. El cantante le dijo esto a Lara: iba a dejar su carrera artística para recluirse en un monasterio. Mojica le confió que el año anterior había fallecido su madre y su vida entró en una profunda soledad. Dijo que su alma estaba perdida y que sólo la fe y el amor a Dios le daban una esperanza para alumbrar el sendero. A cambio del milagro que estaba implorando, iba a renunciar a todo lo material. Esa noche, con el alma a flor de piel por las palabras de Mojica, Agustín Lara compuso esta canción “cargada de sensibilidad espiritual”. Así nació “Solamente una vez”, tema que tiene cientos de versiones. Es decir, la invitación de Almeida y la mía propia es volver a escuchar canciones y conocer su significado. Cabe puntualizar que en redes sociales se puede escuchar la entrevista completa (de hecho hay varias, aunque no muchas) concedida al periodista David Estrada, en el programa Conversaciones.
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Sé que no olvidaré las enseñanzas de Jaime Almeida. Aprendí en los últimos días a reescuchar temas de tríos, de boleros, del cancionero popular e incluso en idioma inglés, narradas magistralmente por Almeida, de las cuales desconocía su historia. También sé que los nativos de la CDMX, creo yo, no tendríamos el temple, la paciencia o el dinero que se necesita para estar uno o dos meses en Mallorca. Hay algo más de lo que también estoy seguro: no me será fácil encontrar una pulquería en todo el Distrito Federal como aquellas, que en los años sesentas, setentas y parte de los ochentas, eran religiosamente visitadas por hombres de avanzada edad. Dice la leyenda que lo hacían para “ordenar su mundo; para poner en claro sus ideas”. Cuentan cronistas que era –acompañado de un buen curado de tomate– en donde encontraban la paz individual necesaria para que a los hombres les fluyeran las ideas. En esas entrevistas que concedió el maestro Almeida, él aparece convencido de exponer lo que sabe. Se ve a un entrevistado que acepta contestar lo que sea. Digo yo que deben existir, hoy en día, más conocedores de la historia de la música, como también deben existir hombres y mujeres que al ser entrevistados cuativan, atrapan y les damos todo el crédito de que saben dejarse entrevistar; esa también es una enseñanza de vida. Habrá quien vea a esos entrevistados, que al responder preguntas, dan vida a la frase: “hablaré como si lo que voy a decir es un secreto de confesión”. Eso mismo creo sucedió cuando Lara conversó con José Mojica y este tenor mexicano supo que era el momento de hablar. Eso mismo creo sucedió cuando Jaime Almeida habló con David Estrada.
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