No sé si hayan oído hablar del Ada Lovelace Day, ese día en que el mundo se detiene para recordar a Ada King, condesa de Lovelace en el siglo XIX, la primera programadora de la historia. ¡Buenísimo! Ada merece todo el reconocimiento por su trabajo pionero en la computación. Fue la primera en reconocer que la máquina analítica de Charles Babbage tenía aplicaciones más allá del cálculo y publicó el primer algoritmo pensado para ser procesado por una máquina.
Sin duda, una mente brillante. Pero, ¿cómo se relaciona esto con la participación femenina en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) en México? Aquí es donde las cosas se ponen interesantes.
México sigue años luz atrás cuando hablamos de mujeres en STEM. ¿Por qué? Porque, como siempre, las políticas públicas y la educación están mal enfocadas. Mientras Letonia y Myanmar tienen una participación femenina altísima en estos sectores, nosotros seguimos discutiendo si las niñas deberían “jugar con muñecas o con robots”. Esa mentalidad arcaica es la raíz del problema.
El 12.9% de los empleos en STEM en México son ocupados por mujeres. ¡Eso es una vergüenza! Pero no me malentiendan, no es por falta de talento femenino.
Hay mujeres brillantes en México, lo que pasa es que este país sigue siendo un verdadero cementerio para la innovación y el desarrollo tecnológico, en parte por las políticas gubernamentales que no han sabido fomentar un verdadero ambiente de igualdad y competencia justa. En vez de seguir apostando por más regulación y burocracia inútil, necesitamos que el sector privado y las iniciativas tecnológicas tomen la delantera, como lo hacemos en Fundación Kooltivo, creando programas de capacitación que realmente preparen a las mujeres para competir.
La inteligencia artificial (IA), especialmente la IA Generativa, está rediseñando el futuro del trabajo, y las mujeres deben adquirir habilidades en este campo. De acuerdo a varios estudios y encuestas, este es el principal tema del cual quieren aprender las mujeres, sin embargo, el 63% reporta falta de acceso a capacitación en sus empleos. Solo el 38% de las mujeres en roles técnicos junior reconocen la necesidad de re-capacitarse, frente al 53% de los hombres. Esta brecha se debe, en parte, a que no tienen el mismo acceso a redes y proyectos de IA. Si queremos más mujeres en STEM, se debe cerrar esta brecha y asegurar igualdad de oportunidades en la era de la IA.
Y luego tenemos a Claudia Sheinbaum, la que algunos llaman la esperanza para la igualdad de género en STEM. Se habla mucho de cómo su llegada a la presidencia será el gran impulso para que más mujeres entren en estos sectores. Sí, sueba muy bonito. Pero la realidad es que no necesitamos más ejemplos de líderes femeninas en política para “inspirar” a las mujeres. Lo que necesitamos son reformas reales que faciliten la entrada de mujeres al campo tecnológico, sin tanta interferencia del gobierno
Esto es lo que se demanda: equidad salarial, oportunidades reales para ocupar posiciones de liderazgo y, sobre todo, un entorno competitivo donde las mejores, sin importar su género, puedan sobresalir. No necesitamos “inclusión por decreto” ni la paridad de gobierno que tanto pregona el gobierno cada seis años. Lo que necesitamos es que las mujeres se preparen para dominar estos campos y que se les dé la libertad de hacerlo sin tantas trabas y sin depender de cuotas o programas gubernamentales que solo perpetúan la mediocridad.
El Ada Lovelace Day es una buena oportunidad para reflexionar, no sobre cómo el Estado puede “resolver” esta brecha, sino sobre cómo las iniciativas privadas y tecnológicas deben liderar el cambio, sin interferencias. Que sean los talentos, las ideas y las innovaciones los que hablen, no los discursos políticos de siempre. Porque al final, si queremos más mujeres en STEM, hay que dejar que el mercado las absorba, sin poner esas barreras con excusas de “protección” estatal.