Claudia Rodríguez
Muy competidas fueron las elecciones para gobernador en el Estado de México el pasado primero de julio, sobre todo entre la morenista Delfina Gómez y el ahora mandatario estatal Alfredo Del Mazo Maza; como para que este último en realidad ganara para perder.
En esta ocasión, la jornada electoral no fue para nada “un día de campo” para los priistas mexiquenses y de otros puntos de la geografía nacional. Pero el caso del Estado de México es ilustrativo de cuánto se puede invertir –y robar— para ser rehén de la mima ambición.
En el Ejecutivo municipal mexiquense, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), logró para su causa sólo 23 municipios de la totalidad de 125 del nombrado por largos años: laboratorio electoral. Qué decir de las diputaciones locales en donde sólo alcanzó a ser votado un diputado priista, aunque por la regla de representación proporcional, llegaron 11 diputados a sus curules.
La tercera pared con la que se enfrenta el gobernador Del Mazo, se encuentra en el Congreso con un número escaso de legisladores priistas que justo caben en una selfie –41 diputados- y para rematar, de los tres senadores de la entidad, ninguno proviene de las filas del PRI.
La única salida decorosa para el gobernador primo de Enrique Peña Nieto, es que con toda la adversidad en el terreno político, empezara a poner sobre la mesa –ya se tardó— los temas de la agenda política local que más lastiman a los mexiquenses y dejará de lado la agenda que no reditúa ni a los priistas de fuereños.
Del programa insignia “Familias Fuertes, Salario Rosa”, las entregas de plásticos son muy focalizadas entre las fuerza diezmada de ´as bases priistas, y nada que llega la ayuda a quienes verdaderamente la demandan y requieren.
La inseguridad y la violencia en la entidad, se ha vuelto un foco rojo ardiente, en donde lo que urge es la acción coordinada y eficaz de las autoridades y no sólo eventuales ruidos de torretas como si emularan al policía de barrio de antaño, en donde por cierto, los actos violentos eran escasos.
A veces pareciera que ni gobernador hay, pero tampoco oposición; porque la vida en el Estado de México empieza a valer cada vez menos ya que fluye entre asaltos, desapariciones, balaceras, homicidios, levantones y claro, los no menos ominosos feminicidios.
Debe ser sí terribles y penoso ser un gobernador magnificado y después aislado. No obstante, los mexiquenses requieren un mandatario proactivo y que ya no se refugie más en actos que simulan otra campaña proselitista.
Acta Divina… “Para gobernar el Estado de México soy el más competitivo”: Alfredo Del Mazo Maza
Para advertir… Hasta ahora empero, no se ha mostrado eficaz y eficiente.
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