Por Norberto Maldonado
Somos millones de mexicanos los que estamos a favor de la propuesta de reducir el número de diputados y senadores. La cantidad de representantes que tenemos en México es excesiva y no contribuye más que a alimentar a una clase política acostumbrada a abusar de los impuestos de nosotros, los ciudadanos.
Un número menor de diputados y senadores, más preparados y mejor escogidos, sin duda, podría hacer un excelente trabajo legislativo.
No estoy en contra de que las personas tengan buenos sueldos si lo merecen; al contrario, se debe remunerar bien a quienes suman a sus empresas y, por supuesto, a su país. Pero en el caso de muchos de nuestros legisladores, no se justifica el gasto. México tiene actualmente un sistema legislativo ineficiente y costoso, que puede beneficiarse enormemente de la implementación de tecnología avanzada.
La primera pregunta lógica es: ¿tenemos demasiados diputados? ¿Gastamos demasiado en nuestro aparato legislativo? La respuesta no es simple, por lo que debemos tomar en cuenta varios factores. Hay países democráticos que tienen más o menos la mitad de la población que México y, sin embargo, poseen cámaras de diputados y senadores más numerosas. Italia tiene 630 diputados y 315 senadores para 60 millones de habitantes. Francia, con 64 millones de habitantes, tiene 577 diputados y 331 senadores.
En Reino Unido, con una población similar a la de Francia, la Casa de los Comunes tiene 650 parlamentarios y la de los Lores 774. En contraste, Estados Unidos, con una población de casi el triple de la mexicana (320 millones de habitantes), tiene 435 miembros en su Cámara baja y 100 senadores. En México, tenemos un diputado por cada 240 mil habitantes, mientras que en Estados Unidos hay uno por cada 735 mil. Si nuestros diputados fuesen igual de eficientes, tendríamos que ser más o menos una tercera parte de los actuales, es decir alrededor de 166.
La realidad es que tenemos un exceso de legisladores, lo cual no solo es un problema económico, sino también de eficiencia. Las eternas sesiones, la dificultad para alcanzar consensos y la fragmentación de intereses hacen que el proceso legislativo sea lento y lamentablemente ineficaz. La reducción del número de legisladores no solo ahorraría dinero, sino que también podría agilizar y mejorar la calidad del trabajo legislativo.
Ahora, ¿cómo podríamos implementar una reducción de legisladores sin sacrificar la supuesta representación democrática? La respuesta podría estar en la tecnología. Con los avances en inteligencia artificial, big data y blockchain, se podrían crear sistemas más eficientes y transparentes para la toma de decisiones.
Los algoritmos de inteligencia artificial pueden analizar enormes volúmenes de datos legislativos, históricos y actuales, algo que un legislador humano jamás podría realizar, para redactar proyectos de ley basados en evidencia y necesidades actuales.
El análisis de big data permite identificar tendencias y necesidades de la población, asegurando que las leyes reflejen mejor las demandas de la sociedad. Se podrían crear plataformas de votación en línea seguras podrían permitir a los ciudadanos votar o emitir su opinión directamente sobre leyes y políticas, eliminando la necesidad de tantos intermediarios o supuestos “parlamentos abiertos”. La tecnología blockchain garantizaría la transparencia y seguridad en los procesos de votación y en la administración de datos legislativos.
Sistemas automatizados avanzados podrían gestionar tareas administrativas, seguimiento de reformas, votaciones y actualizaciones de leyes, reduciendo la carga burocrática y permitiendo a nuestros diputados y senadores concentrarse en la toma de decisiones estratégicas. Además, portales de transparencia y plataformas en línea donde los ciudadanos puedan acceder a información legislativa, seguir el progreso de leyes y aportar opiniones y sugerencias, así como herramientas para la participación ciudadana directa en la elaboración y modificación de leyes, facilitarían una mayor interacción y compromiso por parte de la ciudadanía.
Es más que evidente que México tiene un exceso de legisladores. Ellos mismos lo saben, y por eso hay propuestas nuevas en ambas Cámaras cada ciertos años para reducir su número, especialmente los plurinominales, aunque nunca se llega a un desenlace favorable debido a los intereses de los grupos políticos. Esta abundancia de legisladores representa un gasto innecesario y una barrera para la eficiencia de nuestro poder legislativo. Reducir el número de diputados y senadores no solo es viable, sino necesario. Con la ayuda de la tecnología, de la mano de expertos y con la participación del sector privado podríamos asegurar que este cambio se realice de manera eficaz en favor de nuestra democracia y nuestra economía.
Es momento de modernizar nuestro sistema legislativo y hacer que funcione para la ciudadanía, no para la clase política. Con una implementación adecuada y gradual de tecnología avanzada, podemos crear un sistema legislativo más eficiente, transparente y participativo, que verdaderamente responda a las necesidades de los mexicanos y reduzca el ya mencionado, hasta el cansancio, despilfarro de recursos.