De memoria
Carlos Ferreyra
De acuerdo con los usos y costumbres en el país del norte la democracia ampara la opinión de todo ser viviente en su territorio nacional.
Así, vemos a un modesto perrito sin bala ni pistola que utiliza el mejor recurso posible: depositar su húmedo voto de rechazo a un aspirante a la Casa Blanca, mientras un plutócrata, verdadero burro de oro, patrocina un enorme cartel luminoso en la famosa plaza neoyorquina.
No se entiende para quién va dirigido concretamente el mensaje, ya que la expresión usada en México se aplica a personas tontas o inclusive despreciables; de Guatemala al Sur la expresión no es ofensiva y por ejemplo se identifica a un niño de 10 años o menor simplemente como un “pendejito”.
En una urbe tan cosmopolita que se conoce como la Babel de hierro son muchos los receptores del mensaje y múltiples sus interpretaciones.
Un atentado fallido es un voto masivo en favor de la presunta víctima. En forma crítica se le trasladará al altar de los héroes y posiblemente se disculpen lo que antes se consideraban fallas y errores en la vida pública del sujeto.
En México tenemos un ejemplo como Luis Donaldo Colosio, quien fue asesinado y a partir de entonces se le consideró como una gran pérdida humana para la nación. Un político de larga data.
Se hace famosa su expresión de la cultura del esfuerzo pero no se explica al joven asediado que periódicamente en su caballo emprendía visitas del rancho de su padre al rancho de su abuelo; ni tampoco como un modesto hombre del campo tuvo acceso a escuelas de élite.
De su vida política hay poco que hablar, porque la memoria no nos recuerda ningún hecho que influyera en la buena marcha del país ni en la superación económica y social de sus habitantes.
Estados Unidos deberá enfrentar una situación mucho más grave para reelegir a un evasor fiscal declarado, y un hombre que ha hecho su fortuna a costillas de los grupos más humildes de la población.
El balazo en sedal cerca de un ojo y el gesto fiero apuntando a la bandera de su país, pasarán a la historia y seguramente se convertirán en emblema patriótico.
Parece casi obvio, que el sujeto de estos prepotentes, mirada desafiante y expresiones lesivas contra todo ser viviente, en el caso de ser electo emprenderá una cacería de opositores y de grupos no afines a su causa.
La historia es buena maestra, nos enseña que en cada hecho violento como el que nos ocupa la respuesta del poder no es la justicia sino la represión absurda y la venganza.
La venganza por cierto, no siempre está relacionada con actitudes militantes de oposición, sino sencillamente por mantener críticas contra quien sufrió el atentado.
Vemos, pues, en el panorama de Estados Unidos una posible etapa de represión en contra de quienes no coincidan con las prácticas antidemocráticas del aspirante presidencial, cuyos partidarios en ocasión anterior, ocuparon a mano armada el despacho oval y de hecho toda la Casa Blanca.
Esperemos a ver qué sucede, y cuánto afectará en su relación a la nueva administración en México.