Jorge A. Barrientos
Hay quien cuando lo cachan por irse al table-dance; al día siguiente se lleva a todos a comer barbacoa, le compra joyas a la señora, le regala un auto o se lleva a la familia a Disney; todo dependerá del alcance de cada quien para tratar de componer o distraer la atención, a Trump se le ocurrió iniciar la tercera guerra mundial.
Sin justificación alguna, el señor Trump ordenó un bombardeo a Siria, país aliado de Rusia y quienes en estos momentos comparten intereses cercanos.
Si la ya de por si condenable política americana de injerencia bélica a nivel mundial es condenable, las razones en esta ocasión, son inadmisibles.
Debido al escándalo creciente del caso Trump y su relación con una artista porno y los problemas con el FBI, lo mejor que se le ocurre para distraer la atención, es lanzar misiles en Siria, país que junto con Rusia luchan contra el terrorismo en su territorio, si la batalla es justa o no, es lo que menos le importa a los Estados Unidos de Norteamérica, no piensan en las consecuencias que pueda tener un ataque en un lugar estratégico que vive hoy un equilibrio cuyo rompimiento no solo afecta a dicho país, a toda una región, si no es que al mundo, pues todos hemos visto las imágenes de las oleadas de refugiados que hace unos años llegaron a Europa procedente de ese país y que con situaciones como ésta seguramente vuelvan a correr despavoridos por salvarse, repitiendo la crisis migratoria.
Con esto, Trump no solo logra el repudio del mundo sino que aísla a su país de algunos de sus aliados, y encima le da una ayudadita a Vladimir Putin, que al calmar los temperamentos de los generales rusos, quienes querían dar una respuesta bélica al ataque americano, crece en figura como estadista.
En momentos en que la tecnología nos ha mostrado que tenemos más cosas en común que diferencias en el mundo, hay quienes se aferran a mantener rencores, fronteras, a crear murallas que nos separen.
El gesto prudente, que no inocente, de Putin al no responder ante la bravuconada Trumpista, puede responder a dos razones, en política nunca se sabe, el de un líder reflexivo preocupado por las repercusiones de una ataque mayor o el hacer un favor velado a Trump para quitarle de la espalda parte de la presión doméstica que vive en estos momentos. De cualquier manera, por menos que esto han dado premios nobel de la paz a personajes alejados de lo que el premio representa, por lo que intentando no ser catastrofista el nobel de la paz debe ser para el señor Putin, quien al no responder de igual manera al ataque, quizá le dio a la humanidad una oportunidad de seguir viviendo como hasta ahora, ya si de plano no quieren, pues al menos denle una chela de mi parte a ese cabrón.
¿Qué hubiera hecho Trump si la decisión la tuviera él? Me parece que fuera de chismes, chistes y parodias, es hora de que sus paisanos piensen en la conveniencia de continuar dando el mando de las armas y del destino de su país, a este señor.
Por cierto, en una crisis similar en el siglo XX, el Papa en turno tuvo un papel activo en la distensión del conflicto entre Rusia y Estados Unidos, hace no mucho, otro Papa hizo un llamado a la paz entre Corea del Norte y Estados Unidos, la idea de intervención papal para fines pacifistas no es descabellada. Que es muy distinta a pasearlos por un país, con fines decorativos y económicos.
Y a los extraterrestres, por un pelito, ustedes disculpen.
Como raza, en nuestra ignorancia y egocentrismo, no entendemos que de destruir el planeta, la reacción afectaría incluso al universo. Todos estamos conectados.