Joel Hernández Santiago.
Así que quien menos ha hecho por defender los derechos humanos de millones de mexicanos, es quien pide la desaparición de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos… Vaya pues.
… La presidenta de la CNDH, Rosario Piedra Ibarra pide la anulación de la única instancia constitucional-autónoma para defender a todos en este país de los abusos del poder, del agravio a los derechos de todos en la integridad física como patrimonial y en defensa de todos: ricos o pobres, escolarizados o no, trabajadores o no, siempre y cuando se actúe en derecho, en ley y en contra de quienes violentan en sus derechos humanos al individuo como a la sociedad.
Lo hace quien desde que llegó ahí, y cómo llegó ahí, con mucha frecuencia ha sido omisa para defender a los mexicanos del entorno violento que vive el país, del atentado cotidiano en contra del respeto y la dignidad de muchos mexicanos desde Palacio Nacional; quien no ha hecho nada por defender a las madres buscadoras, a las mujeres dañadas o a las familias que han perdido a seres queridos y no se les atiende en las instancias correspondientes, en Ley.
Nada en contra de quienes persiguen, acusan, señalan, amedrentan, matan a periodistas, nada en contra de quien agravia y abusa de los migrantes, nada –o casi nada- en favor de quienes son acusados y son inocentes ante la ley…; tanto-tanto-tanto que debe ser atendido por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos… Pero no. No lo ha hecho en por lo menos estos cinco años.
Y no lo ha hecho por omisión; por ignorancia; por actuar de forma silenciosa, obediente, sumisa, dañina. Poco o casi nada ocurre si estas afrentas provienen de personajes o entidades de gobierno federal o sus instituciones o sus funcionarios.
La señora Piedra fue impuesta ahí a pesar de su falta de experiencia en la materia, a pesar de su ignorancia de los preceptos universales, legales y humanos del trabajo que habría de realizar en favor del pueblo. No. Hoy actúa en favor de un gobierno o un régimen, como ocurre desde 2019 cuando la propuso el presidente para dirigir el CNHD.
Es incondicional de la 4-T. Y estaría bien, siempre y cuando la 4-T fuera respetuosa de la independencia y autonomía de la CNDH para defender a los mexicanos todos, de abusos de poder y de polarizaciones y de discursos agraviantes y acusaciones cotidianas sin fundamento… Así sí tendría sentido esa incondicionalidad.
Desde el principio -2019- fue objetada por representantes de distintos sectores y organizaciones de Derechos Humanos, no sólo en México, sino fuera del país, así como por especialistas en asuntos legislativos que acusaron ilegalidad en la votación en la Cámara Alta, para su nombramiento.
Ese cuestionamiento llega hasta hoy, cuando muchos activistas y especialistas reclaman que la institución ha sido ineficaz e inactiva frente a múltiples violaciones de derechos humanos en México. De hecho, en octubre de 2023 los seis miembros del Consejo Consultivo del CNDH renunciaron a sus puestos tras afirmar que Piedra obstaculizaba su trabajo e ignoraba sus recomendaciones.
En su discurso ante el Legislativo, el 24 de enero pasado, la señora Piedra dijo: “… Impulsamos nuestra reforma y nos mantenemos firmes en la idea de transformar de raíz a esta Comisión Nacional, ya que no responde a las necesidades del pueblo mexicano.
“Hemos hecho nuestra parte: Somos el único órgano constitucional autónomo que ha emprendido su transformación por iniciativa propia para dejar atrás ese esquema que nos impuso el neoliberalismo y crear otra institución que realmente le sirva al pueblo mexicano”, agregó.
Y sí, en esto parece tener razón la señora Piedra. Como está funcionando hoy y desde 2019, bajo su presidencia, esta CNDH ya no le sirve al pueblo. Así ya no.
Si le sirve en su esencia, en sus virtudes, en su capacidad de reacción frente a los atentados a los Derechos Humanos de todos, sin distinción de clase, partido político, condición económica, actividad, género… tanto…
Y luego, para acabarla de amolar, quienes pregonan que ya no son como antes, ni quieren ser como antes ni son iguales, hacen lo contrario pues la señora Piedra propone sustituir a la CNDH en una “Defensoría Nacional de los Derechos del Pueblo”. (¿Qué la CNDH no defiende al pueblo? ¿A quién o quienes defiende, entonces?…)
Y eso, de vuelta al pasado porque precisamente, el antecedente histórico de la CNDH, es el organismo creado en 1847 con el nombre de “Procuraduría de Pobres”, cuya ley fue promovida por Ponciano Arriaga en el estado de San Luis Potosí, durante la presidencia del país de Pedro María Anaya, defensor de la República en Churubusco ante la invasión estadounidense.
La señora quiere quedar bien ante Palacio Nacional con todo esto. Sabe que no ocurrirá la desaparición de la CNDH. Que incluso el presidente, en su anunciado paquete de reformas constitucionales que pretenden desaparecer a los organismos autónomos de México, dijo que esta Comisión no sería tocada. ¿Entonces?
En todo caso sirve esto para reconocer la invaluable defensa que ha hecho la CNDH de atentados a los derechos humanos de los mexicanos en el pasado. Si, en el pasado.
Y es cierto, hoy ya no son iguales a los de antes, –en este caso como en muchos otros—: son injustos y si se quiere inhumanos porque permiten los abusos que se defendían o se señalaban o por los que se hacían recomendaciones sanas, justas, transparentes, atendibles en ley y con la Constitución en la mano.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos no debe desaparecer ni va a desaparecer. Sería un gravísimo error político y humano.
Sí deben terminar las simulaciones, las omisiones, las incapacidades, la mirada hacia otro lado y la falta de tacto político y comprensión social y humana en momentos tan difíciles y de muy alta concentración en la violación a los derechos de miles de mexicanos… ¿O sí? ¿O no?