Raúl Hernández Viveros
Al arribar a Bogotá, encuentro los billetes grabados con la imagen de Gabo. Luego admiro los carteles de la serie 100 Años de soledad.
Casi estoy en Macondo. Paraíso de la creación literaria, el arte y la música. Asisto a un concierto de la filarmónica de Bogotá.
Transito por el centro histórico con profunda admiración a la arquitectura colonial.
Por la noche recorro lugares para bailar salsa y otros ritmos colombianos. Al día siguiente asisto al festival de música popular en Colombia.
Bailo diferentes ritmos, y al final me identifico con la música Creole Group, música isleña en idioma creole. Fascinado por todos los ritmos y canciones colombianas, y la comida, me siento en el paraíso.
Es un pueblo maravilloso y mágico porque transcurren entre la vida y el encantamiento del arte. Creo que todo esto es un sueño como lo imaginó y recreó Gabriel García Márquez.
Ahora bailo la música de los negros que siempre han estado en mi existencia.
Abrazos