FRANCISCO RODRÍGUEZ
Soldados envalentonados y sus subespecies de guardias nacionales, granaderos –que el régimen juraba extintos–, policías armados y esquiroles sitiaron algo más que el primer cuadro de Ciudad de México para impedir a los manifestantes de Frenaa tomar agua, comer o ir al baño…
… privaron ilegalmente de la libertad y secuestraron a un puñado de ciudadanos que intentan llegar al Zócalo para pedir la renuncia del “caudillo”. Los confinaron contra su voluntad, volvieron a poner los negocios de los comerciantes patas pa’ arriba, convirtieron el país entero en un polvorín, cuya mecha se prendió después de la cobarde represión en Chihuahua.
No les alcanzará para ahogar un movimiento ciudadano que crece cada hora. Mucha gente se está sumando ante las amenazas de los sicarios para hacer un plantón permanente en la plancha, un sueño largamente acariciado por los contestatarios de todas las épocas.
… antes de que nos convierta en una nueva versión de Venezuela
Cadenas humanas de solidaridad les hicieron llegar tiendas de campaña, mientras los soldados los copan y los aíslan en vallas de represión, aunque en lo personal aceptan que lo hacen por hambre, por no perder su empleo, pero que simpatizan con sus modos y maneras de expresarse contra un gobierno corrupto.
Cuando se vieron cooptados por el ejército, bastaron unos cuantos telefonazos para que llegaran miles de simpatizantes y se expandiera el plantón hacia Paseo de la Reforma. El poder de convocatoria del pacifismo ahí está, más que demostrado.
Observadores extranjeros de derechos humanos, presentes en el plantón, animan a los asistentes de varios estados a echar al dictador del país, antes de que nos convierta en una nueva versión de Venezuela. Comparan el acontecimiento con los sucesos de la primavera árabe, ésos que lograron tumbar a una decena de déspotas.
El agua está llegando a los aparejos. Es un evento histórico sin duda, que ocurrió cuando menos se esperaba, pero es que ya ha sido demasiado. Al conmemorarse los cien años del nacimiento de Mario Benedetti, latente canta: “te quiero en mi paraíso, es decir que en mi país, la gente viva feliz aunque no tenga permiso”. Es el júbilo popular ante los malos tiempos.
El miedo es contagioso. Reventadores y militares lo comprueban
Con muchos esfuerzos, la Cuarta Depresión juntó cien reventadores, esquiroles pagados, para apedrear los campamentos. Patético, gorilitas, aprendices de mamarrachos. La orden al ejército puede darse en cualquier madrugada, como en el ’68. Lo que no se sabe es si la obedecerán. Ya ha sido demasiado.
¡Qué vergüenza de presidente!, exclaman en voz alta las señoras que se manifiestan codo a codo con sus parejas. La población está realmente indignada. El miedo acojonó a los ex valientes de la protesta, a los marrulleros del Comité de Huelga del admirado Mosh, un fósil de siete suelas y de ningún principio.
El miedo es contagioso. Cuando los militares con mando de la tropa de asalto se den cuenta que pueden obedecer a un cobarde, los va a paralizar también el miedo, como le pasó al general Luis Clemente Vega, secretario de la Defensa Nacional de Fox…
… cuando éste, poseído por el pavor, ordenó dispararle a los que protestaban contra el desafuero. Deme la orden por escrito, y lo hago. Antes, no. Y el botudo reculó, se dio cuenta de lo que estaba en juego. Los asesores echaron por tierra el ánimo despótico del alto vacío de Guanajuato.
Los entorchados necesitan de la tropa para conservar privilegios
Ése es el momento cuchi cuchi, decía el mimo Beto el Boticario. Ahí se verá de qué cuero salen más correas. ¿Tendrá el valor el nuevo Fox para querer probar su suerte? Por su cabeza debe rondar el fantasma de Evo Morales, cuando pidió a su ejército reprimir a mansalva a los bolivianos, y los entorchados voltearon las armas contra su figura, exigiéndole que tenía que renunciar y abandonar Bolivia, que el verdadero peligro era él.
Sí, son demasiados los compromisos y los trastupijes de dinero que la Cuarta Depresión ha repartido entre los entorchados de Lomas de Sotelo. Pero también ellos comen y disfrutan, y necesitan del apoyo de la tropa inconforme y hasta la madre, para conservar sus rangos y prebendas. A esto hemos llegado. Es momento de definiciones, y de miedo, de mucho miedo.
Nada será más doloroso que el fin de tu mandato: Sicilia a AMLO
A los mercenarios de la democracia, a los dictadores de huarache, ¿quién les puede seguir obedeciendo? Sólo los esquiroles, los reventadores del lumpen, que aceptan los billetes a cambio de romper, de destrozar cualquier movimiento, aunque sea estrictamente pacífico. El Estado está capturado por la corrupción y el crimen, dice Javier Sicilia.
Nada será más doloroso que el fin de tu mandato, argumenta el poeta y escritor, mencionando la violencia que hasta ahora ha habido en el país y las descalificaciones que hace el llamado mandatario cuando se le inquiere.
Los comentarios en redes de paniaguados de Televisa que fueron a medianoche a investigar con morbo, en medio del aguacero y el encharcamiento total de las calles, que algunos vivacs estaban desocupados temporalmente, se solazaron ante el escenario. Juraron por ésta que se les había salido el movimiento de las manos a los aguerridos manifestantes. No recuerdan que en el 2006, en la toma de Paseo de la Reforma, los sucesos así fueron.
¿Habrá algo más conservador que los capitalistas de Palacio?
Los mimos de hoy se dan vuelo: “En México existe gente inteligente e idiota… y los idiotas inventan adjetivos como fifís, fachos, conservadores, derechairos y moralmente derrotados”, dicen. Ramírez Cuellar, el dirigente de Morena, afirma que detrás de los manifestantes está el capitalismo conservador. ¿Habrá alguien más conservador que los capitalistas hipócritas de Palacio Nacional?, preguntan en las calles.
Parece que el objetivo de plantarse indefinidamente en el Zócalo ya fue rebasado por la exhibida que ante el mundo se dio de un régimen opresor y cobarde. El miedo del empoderado llenó las páginas de los principales periódicos del planeta. Hasta Le Monde, de París, lo menciona con sorna y crítica exacerbada.
El juicio a expresidentes, una sentencia adelantada para AMLO
Todo se le ha volteado al aprendiz de dictador. La promoción del juicio a expresidentes lo incrimina directamente, de cuerpo entero. Se convierte en una sentencia adelantada, muy merecida, conseguida a riñón. Un acontecimiento inédito, algo que por mucho tiempo marcará la nueva época del país.
Desde Gustavo Díaz Ordaz, ese horrendo y macabro represor, no había prendido en México un movimiento espontáneo y libre contra un presidente en funciones, con todo el poder de fuego en las manos. Eso por sí sólo debe celebrarse.
Recordar a Norberto Bobbio cuando dijo: “el sociópata es un criminal que persigue una carrera política. En el poder, no vacila en torturar, violar, robar pertenencias, libertad y derechos. El fascista practica la maldad”. Nunca mejor dicho.
Estamos a tiempo de evitar los males mayores por venir.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: En abril del 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador acusó al expresidente Gustavo Díaz Ordaz de haber ordenado la matanza de los estudiantes en Tlatelolco en 1968. Frente a la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, el presidente recordó el buen trabajo del Ejército, así como sus errores. “(En el 68) la orden la dio el presidente de la República y la ejecutó el Estado Mayor Presidencial, un cuerpo de élite vinculado a la presidencia que, por cierto, aprovecho para informar, ya no existe, se canceló, se suprimió en este gobierno”, dijo López Obrador. Y otro hecho también lamentable, continuo el mandatario, fue el de dar la orden al Ejército de enfrentar la violencia con la violencia hace dos sexenios (el de Felipe Calderón), que nos llevó a esta crisis de inseguridad, de desaparecidos, de violaciones a los derechos humanos. “¿Qué quiero decir con esto? Que, en la actualidad, y ese es un compromiso, nunca jamás el presidente en funciones va a dar la orden al Ejército, a la Marina, a las Fuerzas Armadas, de reprimir al pueblo de México”. Palabras. Y a las palabras se las lleva el viento.
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