Emigrantes ecológicos
Como si no fuera suficiente la inmigración de personas de países (217 millones anuales) de todas las latitudes, en busca de bienestar adonde las economías presentan mejores oportunidades que en las de origen, ahora, los cambios climatológicos, sumados a los fenómenos que traen consigo, generan una nueva corriente de personas en busca de refugio seguro en tierra ajena; los inmigrantes ecológicos.
De acuerdo a la OIM, Organización Internacional para las Migraciones, los próximos flujos de personas migrantes, orillados a migrar por algún fenómeno climatológico, serán mayores a las corrientes actuales que buscan bienestar socioeconómico. Prevé que en el 2030, estos movimientos, rebasarán las cifras actuales de migración “convencional”.
Recordemos los cientos de miles de habitantes de Nueva Orleans que debieron emigrar, localmente, a otros estados como Texas, después de los devastadores efectos del huracán Katrina en 2005. Si bien, se trata de flujos internos por desastres naturales o ambientales, estos van marcando un nuevo género de desplazamientos de seres humanos. El caso Katrina es más que ilustrativo, el saldo fue de 1,823 muertos, peor que el del huracán Okeechobee en 1928, y tres veces mayor al huracán Andrew en 1992. Los daños causados por Katrina, solamente en propiedades, fueron equivalentes a 81 billones de dólares.
El tsunami ocurrido en Indonesia el 26 de diciembre del 2004, mejor conocido como el tsunami de navidad, afectó a las islas Maldivas, Sri Lanka, Tailandia y la India, la cuota entre personas fallecidas, mas las desaparecidos, fue de 230,000. El mayor tsunami del que se tiene registro en toda la historia. Los terremotos en la placa de Burma fueron de 9.1/9.3 grados de intensidad por más de 8 minutos.
En 2007 las inundaciones en los estados de Tabasco y Chiapas, afectaron a mas de 1 millón de habitantes, y, cuando menos, 20,000 personas, emigraron a refugios de emergencia.
En septiembre pasado el huracán Manuel devastó zonas de Acapulco y varias regiones del estado de Guerrero. En áreas, como la Pintada se contó cientos de muertos, la autopista de sol quedó incomunicada por deslaves y puentes colapsados, haciendo más difícil las tareas de rescate.
En todos los casos, el desastre originó flujos de emigración locales como augurio del qué hacer, cuando catástrofes arriesguen la seguridad de poblaciones. De acuerdo a los estudiosos, en dos decenios el aumento de agua en las corrientes marinas, sepultará a varias ciudades costeras, obligando a sus habitantes a emigrar.
El problema es mayor, si las autoridades no prevén éstos flujos de personas a zonas ajenas a las de origen. Baste imaginar, que como consecuencia de uno de éstos fenómenos de la naturaleza, de pronto, arriban a la ciudad de México medio millón de personas sin empleo, sin vivienda, sin posibilidad de acceder a los sistemas de salud y educación, por mencionar los básicos. Qué sucederá con los sistemas de seguridad al enfrentar una sobrecarga para la que no están diseñados, a dónde quedarán los derechos humanos, los derechos mínimos como ciudadanos del país.
Por si lo anterior fuera menos, qué prevé el gobierno de EPN, ante el tsunami de deportados, aproximadamente 400 mil al mes, sin contar todos aquellos, de los 7 millones de sin papeles, que no alcanzarán el status migratorio legal por falta de documentos, o por antecedentes de delitos menores como violaciones al reglamento de tránsito vehicular.