Reflexiones de un emigrante. Contadas son las ocasiones que regreso a la Ciudad de México en donde nací en la calle de Juan Escutia número 18, enfrente a la iglesia de La Coronación. Deje mi ciudad por convicción en 1987. El terremoto de la mañana de septiembre 19 de 1985, detonó mi salida.
No crea apreciable lector que ese evento aislado me hizo timorato, estaba marcado por otros terremotos pasados en el historial. ¡Vívidos! Presente ante la devastación de poblaciones, cadáveres, heridos, personas sin rumbo, chiquillos llorando, prófugos de las cárceles que aprovecharon la oportunidad para escapar, sin olvidar las pobres, lentas respuestas de gobiernos y organismos internacionales; San Salvador en 60, en Costa Rica, en California, Asia, entre otros.
La fatalidad de vivirlos en carne propia, la oportunidad a reflexionar los sucesos, le marca a uno, y, en silencio dentro de uno mismo, ladito con el alma la vista al cielo de donde surge la interrogante; ¿Por qué sobreviví?…
En 85, hice al lado el temor, fui voluntario hasta el cansancio. En casa organice a los vecinos para hacer tortas, comprar medicinas para los primeros auxilios, fórmula para los bebés, pañales, agua, agua-agua , además de lo que la circunstancia apremiaba para llevarla a los damnificados ante la inacción del gobierno del presidente De la Madrid, su insensible, ineficaz equipo.
No tenía prisa, por emigrar, aunque si me impuse un plazo razonable para mudarme. El abanico de posibilidades dentro de mi quehacer se estrechaba, sumado a mi pánico por los movimientos telúricos, sin descontar la contaminación ambiental, el tráfico vehicular y… algunos visos de inseguridad.
Me apliqué a buscar ciudades alternas dentro del país. Las opciones por motivos personales de oportunidad, se centraron en Oaxaca (también tiembla) y Chihuahua (por la cercanía al coloso del norte) Apunté igual que un tiro de escopeta. Me tocó un perdigón para mudarme, inesperadamente, a Cancún. Entonces, tierra de nadie, casi como a la isla de los Hombres Solos. Viví a gusto hasta que las circunstancias ensancharon el horizonte.
¿Cómo emigre? Se lo debo a una cuenta de cheques y a otra de inversión en Miami. ¿Por qué en Miami? Para mí, en Cancún, era más práctico avituallar al hotel que dirigía desde la Florida que de México, simple; costo-beneficio-oportunidad-calidad-tiempo entrega-garantía del producto-. (Imposible rehusar la eficiencia en contra del ahí se va nacional, con hotel lleno de extranjeros. ¿Dónde quedaría la reputación del hotel, del destino México? de haberme atenido a proveedores nacionales desconozco la respuesta para mi hotel, si estoy cierto que Cancún no existiría de no haber tomado cartas desafiantes. Por eso, ahora Mérida sobrevive exitosamente a cuestas de aquel, su estado Yucatán, además de Tabasco, Chiapas… Después otros reconocieron el potencial-al que se le suma La Riviera Maya- se pusieron las pilas como proveedores serios del destino más importante de México, ¡claro! a alguien habrán jodido desabasteciendo, dudo que sus “milpitas” las perfeccionaron, o las ampliaran)
¡UH!, no comente, si hablo inglés, de verdad que sí, hasta alemán, en menor escala por no practicarlo, pero lo sacó a colación por EPN, VAYA VERGÜENZA sus lecturas en foros internacionales. Qué necesidad hacer el ridículo, no creamos se toma como grato esfuerzo, al contrario, “que simpático”, equivale a que bruto eres. Es el riesgo de perder la estatura política, se descuenta al liderazgo. Que me acuerde el protocolo internacional aprueba, reconoce con respeto que los mandatarios se comunican en su idioma, el traductor(es) oficial (es) lo hacen de acuerdo al auditorio.
(Continuara)