Bienvenida al D.F. Más de Venezuela. EEUU no prevé sanciones inmediatas al gobierno del pelele Maduro.
Arribe a la Ciudad de los Palacios después de 27 años de ausencia. La bienvenida singular. Por mi mente cruzó un pensamiento fugaz; No merezco tanto alboroto.
La sala de inmigración en la Terminal 2 del aeropuerto Benito Juárez se convirtió en una verbena de caras con muecas de pánico, las personas a paso veloz traspasaban las líneas rojas en el piso, límite entre el oficial de la secretaria de gobernación que autoriza el ingreso al país a los recién llegados del exterior.
No fueron suficientes las autoridades de aduanas, de inmigración, de seguridad y los agentes de las líneas aéreas para detener al tropel que buscaba refugio a cielo abierto.
El severo bamboleo y el crujir de los cristales del inmueble que causaba el terremoto fueron más poderosos que guardar la compostura.
A la salida de la terminal, en la calle en forma de semicírculo donde los visitantes se montan en los vehículos para transportarlos a su destino en la gran metrópoli, se aglomeraron decenas de turistas de rostros desencajados, un monton sin expresarlo deseaban retornar al hogar, lejos del peligro sin importar la vacación planeada.
Repuestos del susto, visitantes, autoridades y empleados del aeropuerto regresaron al interior de la terminal. Los turistas rehenes de su equipaje volvieron atemorizados a cumplir con los procedimientos de inmigración y aduanas. La falta de servicio en las redes de los sistemas electrónicos dilató el franqueo. La larga espera se convirtió en horas, al menos así pareció, víctimas de la aprensión por otra posible eventualidad.
Despejado del incidente con rumbo al sitio de hospedaje, el camino me mostró una nueva cara de la ciudad. Reconocí el trayecto por los edificios y construcciones de antaño, aunque las calles, avenidas, segundos pisos y la atrevida arquitectura que engalana el Paseo de la Reforma me eran ajenos.
El nuevo rostro del DF no me convenció a borrar su origen, secuela del texto más complejo de Kafka, que opera de manera absurda, casi milagrosa. Un enjambre de sonidos y voces altisonantes y otras cordiales anegadas de sonrisas esquivas.
Los habitantes, sin excepción, surrealistas, abordan las calles en busca de quien salió más atolondrado de costumbre para sacar provecho legítimo o ilícito. Una real sinfonía de desorden imprudente que bien hace gala a eternas excusas consecuencia de la informalidad.
Los gobernantes ladrones deambulan impunes, siempre cobijados bajo el manto protector de los suyos en el estiércol de la permanente corrupción en el poder.
No todo es desafortunado. La reconozco como ciudad vibrante, rica en colorido aromas y sabores, vasta en cultura de memoria y legado histórico monumental. Pletórica de oasis en donde el frenesí de su empuje se debate por arrebatarle al presente sus traumas para construir un porvenir promisorio.
Percibo a la ciudadanía desencantada de los gobernantes, en particular del primer mandatario, a quien lo ha privado de la agenda pública para adueñarse de ella y marcar el rumbo, el destino de la nación acorde a sus intereses y necesidades, más no el que exigen las reformas estructurales tan difundidas por el oficialismo y ensalzadas por la prensa internacional. (Vaya usted a saber si son genuinas o producto del “chayo” global)
En fin… Más de lo mismo, hasta que de verdad surja el cambio social.
Más de Venezuela. Para no variar, la ineficiencia del pelele Nico (in) Maduro, racionalizará el consumo de agua a Caracas, la ciudad capital. Mas parece una medida en contra de sus detractores, la clase media, que resultado de la absurda falta de planeación y previsión por las sequias que regularmente aquejan al país.
Estados Unidos no sancionará, por ahora, al gobierno déspota de Maduro y clan de mequetrefes. Arguye, de acuerdo a la secretaria de Estado adjunta de Asuntos del Hemisferio Occidental de EE UU, Roberta Jacobson, “que las penalizaciones podrían torpedear las incipientes conversaciones entre el oficialismo y la oposición; fomentarían el victimismo del Gobierno de Maduro y le supondrían un “factor unificador” que impulsaría su habitual dialéctica contra Washington”. Sólidos e incuestionable argumentos. Sin nada que añadir, excepto, aplaudirlos, que se derrumbe pronto por su propio peso quien conversa con pajarillos.