Nada provoca mayor igualdad que la pobreza. El presidente de México, Enrique Peña Nieto, pretende acabar con la pobreza por decreto.
Los antecedentes para abatir la pobreza nacional, sin descontar los previos intentos de otras administraciones sin tanto bombo, inician con el gobierno de Carlos Salinas de Gortari con el Programa Nacional de Solidaridad, SEDESOL. Ernesto Zedillo lo rebautizó como Progresa, Programa de educación, salud y alimentación. El locuaz ex mandatario, Vicente Fox, para deslindarse de la marca priista lo “refundó” como Oportunidades y, su sucesor, Feli-pillo Calderón Hinojosa, mantuvo el concepto además del nombre. (Probablemente por la obnubilación que provoca la afición etílica).
Ahora el mandatario en funciones, pretende relanzarlo con un nombre más ad hoc a los intereses de su partido, el Prrri, con nuevas reglas de operación, un espectro mayor de beneficiados y otros intríngulis legaloides ineficientes. Si bien, después de 4 administraciones no ha funcionado, porque empecinarse a cometer de nueva cuenta el mismo error.
Acertada la aseveración del Banco Mundial de hace unos días: “El programa no asegura la movilidad social ni elimina la posibilidad de salir permanentemente de la pobreza, así como tampoco resulta completamente efectivo para las comunidades indígenas”.
Lo cierto es que representa un grandioso estandarte para hacer política, atraer adeptos para los comicios y, beneficiar a sectores privados proveedores de bienes y servicios.
De acuerdo al ejecutivo federal las súper reformas, aprobadas por el congreso, de los sectores estratégicos de la economía, una vez implementadas, moverían a México, claro, tomara su tiempo y el impacto tardara en revelarse en los bolsillos de los connacionales. Si el pronóstico resiste la prueba del ácido, al decir de los hombres de las finanzas, porque entonces, por decreto atajar a la pobreza.
Las reformas, crearán cientos de miles de empleos resultado de las inversiones multimillonarias de esos sectores, acaso, ¿no son suficientes para mejorar el perfil socioeconómico, educación de altos vuelos y servicios de salud para los mexicanos?…
Por fin, la sociedad, verá la luz al final del túnel. Sin más a añadir, tal progreso aplastará a la inseguridad, la injustica e impunidad. La potencia del estado mexicano escalará al olimpo para situarse al lado de las naciones ricas y desarrolladas.
¡Alabado sea, el discurso triunfalista de EPN!