¿Porque en países como los Estados Unidos o España, encarcelan a los políticos corruptos, o cuando la pena es menor los inhabilitan, mientras en México, la impunidad rampante campea el horizonte desde el Río Bravo hasta el Suchiate?
Algunos ejemplos recientes. El ex gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer tuvo que dejar el cargo en el 2008 por comprobársele visitas a prostíbulos en Washington, D.C. El colmo es, que antes de alcanzar la gubernatura fue procurador general del estado. ¿Cómo un funcionario de su calibre, con esa experiencia, no tomó las providencias en sus correrías sexuales? ¿Acaso el poder obnubila la razón? ¿O será que la diferencia entre un político y, un ser humano común, la marca la inmunidad del primero? Creen que los hombres y mujeres son ciegos, sordos, tan tontos y despreciables que no merecen la verdad, menos aplicarse a desempeñar, cuando menos, un papel decoroso para el puesto al que fueron elegidos.
Otro caso más vergonzante que el anterior, un congresista tuiteó accidentalmente una foto de su pene para sus seguidores. ¡Costosa pifia!, no solo con el electorado, la ciudadanía, sino con su familia. El director de finanzas del estado fue enviado a prisión. El líder de la mayoría del Senado fue declarado culpable de aceptar cientos de miles de dólares en sobornos de un empresario. Otro senador fue acusado de desviar la ayuda estatal de una Little League a su negocio de cigarros. Otro legislador fue acusado de cortarle la cara a su novia con un vidrio roto… En fin, la lista es larga.
Durante los últimos 20 años los escándalos políticos del estado de Nueva York son más barrocos que el anterior.
Desde hace cinco días los titulares de Nueva York encabezan la saga de Sheldon Silver, el presidente del Congreso Estatal, uno de los tres hombres más poderosos que gobiernan Nueva York.
La medianoche del miércoles, Silver de 70 años de edad, fue detenido por presuntos cobros de más de seis millones de dólares en sobornos de compañías de bienes raíces, a través, de un bufete de abogados que descaradamente empleaba, igual, el reclamo de gastos médicos ficticios del estado, además de, exenciones fiscales a inmobiliarias sin realmente ser acreedoras.
El fiscal federal, Preet Bharara, acusó, al legislador Silver, quien se desempeñó como presidente de la Asamblea desde 1994, y como representante del Lower East Side desde 1976.
Hoy, Silver, aceptó dejar el cargo temporalmente para hacer frente a las acusaciones que le incriminan por corrupción.
Durante muchos años, los neoyorquinos se preguntaban como, Silver, uno de los hombres más poderosos de Nueva York, ganaba millones de dólares sin comprometer su capacidad de servir honestamente a sus electores. Hoy sabemos la respuesta. ¡Corrupción, sinónimo de cárcel! Sea quien sea. La popularidad del habilidoso Silver, el “agujero negro del progreso” como solía llamarlo el ex alcalde de Nueva York, probablemente no verá la luz de las calles por muchos años por venir, en caso que el acusador cuente con suficientes pruebas.
¿Acaso se tambalea, el congreso neoyorquino? ¿Sus representados invadieron las calles del este bajo de Manhattan? No, no pasó nada, excepto la desagradable sorpresa a reconocer a un político corrupto. Aceptar que timó a los ciudadanos y está en el lugar que merece, el banquillo de los acusados. La ley se aplica sin misericordia.
Con coraje, miro allende, al sur del Río Grande las acusaciones del Wall Street Journal, del Washington Post, del propio Times de aquí, y ahora, de la revista The Economist, contra el presidente Peña Nieto. Sea por Ayotzinapa y los acumulados casos de desaparecidos, la casa blanca, la del virrey Videgaray en Malinalco mas la del presidente en Ixtapan de la Sal, sin descontar el bochornoso escándalo de la concesión a una empresa china, en contubernio con HIGA, para la construcción del tren de alta velocidad DF-Querétaro.
Por menos que esas acusaciones en los diarios y revista extranjeros, además, de las publicaciones mexicanas, en muchísimos países donde la Ley es LEY y se aplica sin mirar a quien, el ciudadano Peña, debería haber dejado el puesto para enfrentarlas dignamente sin exención. Además, a los otros que lo cobijan con sus infantiles corruptelas, que ni siquiera son capaces de realizarlas con astucia, mínimo decoro. El ladrón debe ser mejor que el honesto para no descubran sus fechorías. Por eso, la economía está como está, el desencanto social, el hartazgo de la sociedad va in crescendo, las cabezas del poder mexicano solo denuncian desconocer el rumbo.
¡La hora les va a ganar el sueño de un México que solo existe en su pobre imaginación!