La Candidez de Peña Nieto ante Obama.
Sorprende que el presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, y los colaboradores que lo acompañaron a la reunión con el primer mandatario de los Estados Unidos, Barack Obama, en la Casa Blanca el martes pasado, compraran la seductora invitación del tuteo como una señal de cercanía. “Dime Barack. Yo te llamaré Enrique”.
Además de la singular candidez con la que, Enrique, manifestó su alegría por la felicitación que le hiciera, su “brother Barack”, por su segundo aniversario de bodas con “La Gaviota” Angélica Rivera, resulta extraordinaria. Igual a un niño, pletórico de orgullo: ¡Papá! ¡Papá! Me regalaron un balón de fútbol”.
Sin que lo anterior fuera suficiente remató: “Los 27 de noviembre me traen suerte. En esta misma fecha me case hace dos años. Y, hace un año presente mi registro como candidato a la presidencia. Y, hoy 27 de noviembre, me entreviste con Barack Obama como presidente electo”. Le faltó decir, éste 27 de noviembre, rompí el turrón con el hombre más poderoso del mundo. Vaya ingenuidad del aspirante a estadista.
No confundir cordialidad con intimidad, protocolo con acuerdo. Detrás de la franca y carismática sonrisa de Obama, habita un hombre pragmático, que no le apuesta a ningún presagio. Cada decisión la consulta con el oráculo de los números que proporcionan las encuestas y la extraordinaria plataforma ciudadana que lo llevó por segunda ocasión a la presidencia. Sin descontar a su equipo de asesores, en particular al súper tiburón de la política interna y externa, el vicepresidente Joe Biden.
A pesar, que el mandatario estadounidense mencionó durante la reunión otros temas además del de seguridad, la realidad acusa, por la reunión posterior en Washington con Janet Napolitano encargada de esa oficina, que el tema continúa siendo prioridad.
Los temas de inmigración, infraestructura, el Acuerdo de Asociación Transpacífica, energía y comercio pasan a segundo término. En inmigración, Peña Nieto, no plantea, no propone, no exige con dignidad la solución a un fenómeno socioeconómico de interés común. En vez, se alinea a la iniciativa de Obama.
Relativo a la Asociación Transpacífica, fundamental para promover la hegemonía de la geopolítica de los Estados Unidos ante China, al buen Enrique, se le olvida que la participación en ése no es gratis. Para el coloso del norte, el litoral del Pacífico de México resulta imprescindible dentro de esa estrategia.
En cuanto a energía, huele a PEMEX, a su privatización, y, de como sacarle mas provecho por parte de los vecinos del norte, ahora, aplicados a ser autosuficientes en éste renglón para evitar la dependencia de los productores del Medio Oriente en donde la animadversión es cada día mayor.
Infraestructura y comercio, son asignaturas que aunque las apariencias reflejan buena voluntad, no existe motivo alguno para pretender que las condiciones para México avancen. (El TLC sigue atorado en varios renglones sin acusar viso de impulso)
¡En fin!… La interpretación de la comitiva mexicana a Washington, es igual a la visita que hacen los chicos de primaria a los de preparatoria. Y, claro, los chicos contentos. Les dieron por su lado, hasta palmaditas en la espalda, para regodearse con los de casa.