Rubén Cazalet
20% menos votos para los republicanos para la presidencial del 2016. Ante la eventual ruptura del precandidato Donald Trump de su partido por falta de apoyo, su participación como candidato independiente pone en jaque a los suyos. El ajedrez comicial se prevé desconcertante.
Hoy, Trump es líder con 24% de los sondeos de preferencias de entre los 16 precandidatos republicanos, incluyendo a su más cercano rival el gobernador de Wisconsin, Scott Walker, con 11 puntos arriba.
Dentro de la cúpula republicana tal amenaza timbra la alarma roja. De suceder, Trump sin desearlo, estaría entregando en bandeja de plata la presidencia nuevamente a los demócratas por el virtual número de votos que lograría como candidato de un tercer partido, los cuales se los arrebataría a sus actuales colegas de franquicia. Disminuyendo dramáticamente la posibilidad de retomar La Casa Blanca.
El desarrollador inmobiliario se queja no participar del primer círculo de su actual partido el GOP (Grand Old Party). También se pavonea por no mantener intereses específicos con nadie. Lo anterior, otra, sus habladas irresponsables. No podría permanecer donde está, sin mantener lazos con grupos o benefactores a su campaña. Desconocer intereses facticos, financieros y políticos, apesta.
La habilidad para exaltar al público es notoria, excelente para vender departamentos en Manhattan, jamás para conducir la complejidad de cualquier país bananero, mucho menos uno del primer mundo. Quizá podría hacer mejor papel que el “Piojo” con cualquier equipo de futbol africano.
Le desgarra a su ego, al que fuera reconocido animoso y esplendido benefactor de los republicanos, aquella imagen de aplua$o$. Hoy, se difumina con descontento. ¡Agrieta el domo partidista!
Su entrada a la carrera presidencial descompone al partido republicano por el tono de comentarios insustanciales, cero propuestas, engolosinado con meros conceptos personales de un ser humano ignorante, arrogante, paranoico, sediento de mayor reconocimiento, la última Coca-Cola en el desierto, (como si las personas fueran idiotas), el “antitodo” esperado, neófito a la realidad del significado de la situación geopolítica internacional. Un simple ente aldeano. Exacerbando a una minoría opresora, segregacionista por el mero hecho de ganar primera plana. Vacío de principios y moral.
Absurdo tomar en serio su decir, un saltimbanqui de quinta. Ser comparsa de un ególatra sin rumbo amerita tarjeta roja, expulsión ipso facto de la cancha, sin derecho a indemnización. Asteroide despatriado del firmamento por su escaso relumbre. Gran oportunista, quien previo a las elecciones presidenciales se venda al mejor postor, igual que el PVEM.
Donaldo T., es el distractor del real acontecer. Sin duda es la marioneta de otros intereses, hoy ocultos a los ciudadanos. Imposible campear dentro de la primera potencia mundial, guste o no, o en discordancia, sin padrino con peso específico.
El presidente del comité nacional republicano RNC, (Republican National Comittee), Reince Priebus, le amonestó por su discurso inflamatorio contra los mexicanos, conocido por todos. Además de “sugerirle” bajar el tono en sus intervenciones. Trump, se pitorreó. Replicando: “No es quien para sermonear”.
Con otro colega de partido, el senador por Carolina del Sur, Lindsey Graham, intercambió irreflexivos ataques, acusándose el uno al otro de gilipollas e imbécil. Lo que generó otra polémica a la altura de cualquier diálogo en una cantina de cuarta.
De nuevo la ocasión para disparatar. Arremetió contra el “venerable,” senador por Arizona, John McCain de ficha conservadora, casi honorable, ex candidato a la presidencia en los comicios pasados. Reconocido héroe de la guerra en Vietnam.
El archiduque de la negligencia, negó su heroísmo. Con desparpajado cinismo comentó: “Ser prisionero de guerra, no es motivo para encumbrarlo a la estatura de héroe nacional. Otro revuelo en las filas republicanas.
La actitud de Trump, al rebelarse contra el “establishment”, la clase dirigente reaccionaria, le trae seguidores. Lectores de nota amarilla, admiradores de circo de tres pistas sin red, mórbidos insaciables de dimes y diretes de alto octanaje.
Esta manera de conducirse ha bajado el nivel discursivo, de planteamientos y soluciones; visión estratégica para conducir al país con liderazgo de estadista.
A los demócratas, la circunstancia les favorece, presa fácil los votantes republicanos indecisos. El resto del electorado aprecia su congruencia-la demócrata-, admira las cartas credenciales de su precandidata Hillary Rodham Clinton, dejando en el pasado Bengasí, la saga de los correos electrónicos en su cuenta personal cuando fungió como secretario de estado, más otra monería en contra.
Sin mucho cavilar-los electores- se dicen en silencio: Más vale malo por conocido, que una punta de peleles sin agenda, de rumbo desconocido…
¿Acaso los toluquitas dirigen la campaña del copetudo a manera de queso oaxaqueño?
¡Quisieran!… No da pa’ tanto el agua en la azotea.