EN DOS DÍAS HILLARY CLINTON SE FORTALECIÓ COMO EL CANDIDATO A LA CASA BLANCA.
Los reiterados ataques de los suyos-demócratas- y de la oposición republicana la crecen, en vez, de agacharla. Demuestra templanza, liderazgo, conocimiento, irónico discernimiento, valentía, colmillo retorcido, más grande a la mayoría de quienes la impugnan.
Después de la decisión del vicepresidente Joe Biden a no buscar la candidatura demócrata, le sumó puntos de inmediato en las encuestas de preferencias.
Su presencia maratónica por 11 horas ante el panel del congreso para escrudiñar los sucesos en Bengahzi, Libia, por de la muerte del embajador Chris Stevens y dos colaboradores, resultó un grandioso escenario para engrandecer su figura pública en vez de dañarla.
También superó el repaso de otros asuntos, el uso del correo electrónico personal para casos de Estado, salud pública, la CIA, situaciones económicas estatales, el involucramiento en las guerras y cuanto se les ocurrió.
Como si ese particular suceso fuese, el de Libia, el único en la oscura historia de la CIA, o el departamento de estado en Latinoamérica, en Europa del este, o en el medio oriente.
Demostró ese panel del congreso la profunda escisión entre los partidos republicano y demócrata tan profunda como el más oscuro abismo en la mar.
Por supuesto los opositores a la candidata demócrata, deseaban nulificarla con agresivas preguntas, suposiciones, desconocimiento de estar en la silla de secretario de estado. Meros mequetrefes, sentados en un escritorio, sin más tarea a criticar sin conocimiento de causa. Se trató de una salvaje refriega política para minimizar las virtudes, aciertos y errores de un candidato fuerte a la presidencia.
Los republicanos con vasta desventaja en la carrera presidencial sacaron el cobre del extremismo conservador de un país que no es el mismo al de hace 20 años, o más aun, a los últimos ocho años de un presidente negro, sin andamiaje político, aunque si patriota, bien asesorado, con hartos restos.
Las nuevas generaciones demandan un país liberal progresista, a la vez, santurrón hipócrita, seguro. La preocupación mayor es hacer fortuna, lo suficiente para retirarse con salud pública al alcance, sin dejar de ser la primera potencia mundial en cualquier área; en los deportes, la cultura, el urbanismo, la producción petrolera, la tecnología, la ciencia, los malvados experimentos utilizando a seres humanos como conejillos de indias, la calidad de vida, la presencia global, el gran orgullo nacional; ser los mejores. Paradójico…
Como todas las últimas elecciones en países demócratas el ganador no unificará las posiciones cualesquiera sean, eso sí, la diferencia será 49% en relación al contrincante 46%, no como en México que un candidato a la presidencia gana con 29%, o 37%. Lo más saludable para México sería establecer la segunda vuelta, y que el vencedor gane al menos con 50% más uno. Aun así, el país continúa con dos o tres corrientes disidentes, saludables, más no tóxicas, al gobernar con el 29% de preferencias.