Antes de salir, a pasar las fiestas navideñas, a Hawai y a acudir al sepelio del senador demócrata por ese estado Daniel Inouye, el presidente Obama envió una reforma a la política de retenciones, en cárceles estatales, de inmigrantes no documentados para ser deportados.
En éste espacio hemos comentado que el número de deportados, por la administración Obama, es mayor a todas las deportaciones realizadas durante los últimos quince años previo a su llegada a la Casa Blanca.
Solamente en los últimos tres años, el ICE, la agencia de inmigración y aduanas expatrió a 1’200,000 personas y, lo razonable es, que en enero del 2013 cuando sean públicas las cifras del 2012, se sumarán otras 400,000 personas, para totalizar: 1’600,000 deportaciones en cuatro años.
La reforma a la ley de inmigración pretende endurecer la política y aplicación de deportaciones a criminales retenidos en prisiones estatales por delitos mayores que incluyen, entre otros; asalto sexual; tráfico de drogas; deportados reincidentes por internarse al país; aquellos con dos o tres detenciones por delitos menores, ¡Y!.. ¡Auch! Quienes sean detenidos por DUI, Driving Under the Influence, es decir, conductores en estado de ebriedad o bajo la influencia de alguna estupefaciente.
La mayoría de los no documentados, de origen mexicano, que han sido deportados ha sido precisamente por esa causa. Otros, en redadas a sus puestos de trabajo o por algún delito como violencia doméstica. Sin embargo, el número por el primer caso es abrumador. De ahí, la iniciativa del estado de Illinois en otorgarles permiso para conducir y cerciorarse que sus vehículos estén asegurados.
A primera vista pareciera loable la iniciativa, aunque, el ICE, debió hacer desde hace tres años ésta labor, sin necesidad de la enmienda a la ley, puesto que deja mucho que desear. Miles de no documentados que fueron expatriados por delitos menores, dejando atrás familias, propiedades y trabajo seguro.