La tormenta Jonás no doblegó el espíritu guerrero, solidario de los neoyorquinos.
La segunda tormenta de nieve más dañina en la historia en La Gran Manzana, fue “derrotada”. Los inconvenientes urbanos, las pérdidas millonarias en el comercio, en Broadway con sus icónicos teatros y obras, en los bares – restaurantes, fueron abatido gracias a la intervención atinada del alcalde Bill de Blassio, más las manos generosas colaborando con los desvalidos.
Resulta interesante cuando los manhattees cambian esa actitud adusta siempre de prisa por el desprendimiento a los demás, en especial a aquellos sin techo, sin una taza de sopa caliente, con necesidad de frazadas, cobijo ante la inclemencia climática, o simplemente extender algunos billetes para sobrepasar el gélido clima.
Desgraciadamente a pesar de los esfuerzos del gobierno estatal y la alcaldía neoyorquina, 14 personas perdieron la vida, la mayoría en accidentes de tráfico.
Más de 6,500 vuelos fueron cancelados con las graves consecuencias para pasajeros y aerolíneas. Las últimas, también pusieron su grano de arena cambiando las reservas, claro, con el consabido costo adicional a la tarifa, de acuerdo al día en que los pasajeros deseen reorganizar la partida o el arribo. Tal “generosidad” es válida dentro de los próximos 30 días a la fecha en el billete aéreo.
Ayer domingo, todavía el gobernador Cuomo, recomendaba a los ciudadanos permanecer en casa. Mientras que las calles eran limpiadas de más de 70 centímetros de nieve, los porteros y ciudadanos paleaban las aceras frente a sus casas y de los rascacielos. Muchos “desenterrando” a sus vehículos para el lunes asistir al trabajo. El servicio de transporte público, operando a la mitad, se prepara para lograr cumplir todas las rutas.
El sol invitó a turistas y locales a salir a las calles. Los teatros reabrieron y, poco por poco, Manhattan toma su ritmo habitual. Las calles, casi todas, transitables con obvia precaución. Los peatones pueden caminar sobre la mayoría de aceras a las calles circundantes a Times Square, a las zonas de restaurantes, museos y hoteles, aunque, deben mantener la atención en cada esquina, en donde las apariencias engañan, adonde el hielo anidado a esos ángulos de las aceras es trampa grave. Debajo es agua helada o la invitación a un resbalón de desafortunadas consecuencias.
Los de casa en las calles asisten al bar de preferencia para mirar en las pantallas de plasma el final de las dos conferencias de futbol rumbo al Super Bowl. Pocos cotillean sobre las próximas elecciones, solo algunos apoyan en la charla al ex alcalde Bloomberg como probable candidato independiente. El día solo ánima para conocer los resultados de cuáles equipos arribaran el 7 de febrero a San Francisco a disputar el Súper Tazón 50.
El “arraigo domiciliario” por casi 48 horas amerita solaz, no preocupación por los comicios presidenciales del 8 de noviembre. Habrá tiempo a cavilar, se mira muy lejano para gastar tiempo en temas serios.
Lo plausible de la mega tormenta y las consecuencias. La anticipación al fenómeno climático, las medidas preventivas municipales y a la ciudadanía. La respuesta y civilidad de autoridades y ciudadanos frente al suceso. La solidaridad, más el deseo de ambos ámbitos a salir lo más pronto posible de la situación para volver a las tareas habituales.
¡Bravo Nueva York!