HASTA PRONTO JUANGA… Alberto Aguilera Valadez. Icono de la música mexicana, irreverente, “transgresor” en el tiempo y… las cerradas costumbres nacionales (1950-2016)
Mi respetuosa condolencia a tu hijo, a tu familia. Serenidad. Abrazo recio.
Como tantos queridos amigos, otro, que se nos adelanta. Este en particular, de más, por su especial, indeleble huella pasada y, vigente, en la musical universal.
Apenas la semana pasada, en otro domingo lluvioso en la ciudad de México, se despidió a nuestro cálido amigo, el maravilloso cineasta Federico-Fritz-Weinhartshofer, reconocido por su paso por Plaza Sésamo y, la producción con Placido Domingo de las canciones infantiles de Cri cri, el Grillito Cantor (Don Francisco Gabilondo Soler) entre tantos otros quehaceres que realizó, para ensanchar la cultura popular mexicana.
Por ahí, guardo un guion de su proyecto cinematográfico sobre una saga, la cual transcurre en las Islas Revillagigedo. Argumento de amor, política porfiriana y los sinsabores de vivir aislado-recién casado con una mujer de abolengo-. Convicción militar. Honor a la Patria. Casta de aquellos hombres impolutos, especie en extinción a lo largo del territorio nacional.
No se llevó a cabo. Creo, sus amigos deberíamos poner su aspiración en acción. Homenaje póstumo al buen “Fritangas”.
Mi primer encuentro con el Divo de Juárez, fue circunstancial, en un elevador del antiguo hotel Hyatt de Acapulco, un 31 de diciembre de 1982. El bajaba a cantar al salón abarrotado en conmemoración de la cena- concierto de Año Nuevo. Los segundos-minuto, que trascurrió durante el descenso a la planta baja fueron eternos. Qué hacer, el con Paz Arcaraz su representante, amiga de mi mamagrande, viuda de Don Luis Arcaraz (otro gran músico, director de una de las mejores orquestas de México) a la respetable señora la salude por el mero compromiso, por ende a Juanga.
Yo no era su admirador, probable contrario, continuaba amarrado a la Nueva Ola Mexicana, a la Invasión Inglesa y a Elvis, más o menos. A Juan Gabriel, no, tampoco a su música.
Si creo, que Juanga, entonces, apenas un nobel cantautor, percibió mi nerviosismo. Con la humildad de siempre, me estrecho el antebrazo con una sonrisa sincera, “no te apures, ya llegamos”…
Para mí fue un suspiro mirarlo desparecer al paso de Paz por el pasillo contrario a la puerta de entrada del salón en donde tenía mesa reservada con unos amigos y amigas para la “dichosa cena de Año Nuevo”. No hice comentario alguno…
A los pocos minutos se nos acercó el capitán para cambiarnos de “gayola, a mesa de pista”, obsequio de Juan Gabriel. Al terminar el show de más de dos horas, Paz Arcaraz se acercó a convidarnos a la suite del Divo, a festejar el éxito de su presentación, y el Nuevo Año.
Por supuesto no éramos los únicos, entre personajes de la moda, de la música, política priista, medios de comunicación, al fin, amena, con harto inventario femenino para conquistar, y poco masculino para las amigas nos acompañaban.
A pesar mi animadversión, reconozco me compró esa noche el gran artista, su entrega sin condición, la energía, el carisma, por sobre todo su talento. Olí algo grande en su porvenir. Jamás imagine la magnitud de su legado.
La segunda y última ocasión que lo encontré en corto, fue en una de las tradicionales comidas sabatinas en casa de mamagrande en la calle de Romero de Terreros, esquina con Patricia Sanz, enfrente del departamento de Carmelita Gonzales-la querida actriz y su esposo, Eduardo Fajardo, reconocido actor español-.
Días después me enteré por la cacique familiar, doña Chayo, mi mama grande que la invitación fue solo para Paz, en solidaridad por su viudez.
Juanga, llegó de colado. A pesar, la severidad de Chayo, lo disfrutó mucho, igual los demás comensales, ocurrente, respetuoso, tragón y, ahí descubrí su pasión por los chocolates.
De su historial como autor, cantante, me quedaría corto en este texto. Su obra inmensa, merece un profundo estudio antropológico-musical para hacerle justicia a, un ser, cuya sensibilidad y cercanía al “pueblo” entendió su sentimiento y aspiraciones.
Abarca todos los géneros, balada, pop, ranchera, rap, poeta a la limón, excelente músico, productor musical, buen financiero, director hasta de sinfónica, maravillosa persona, siempre agradecido con su público. Un ser genuino como pocos. Su pasaje por la vida fue eso, expresar en cualquier situación su grandeza acompañada de humildad. Ser singular.
Con algunos pecadillos, como ser priista, olvidar pagar impuestos, nada de esos le disminuye su arribo a la constelación a donde pocos llegan para brillar por siempre.
Abrazo sentido Alberto, pronto nos rencontraremos para recordar tu mano generosa para resucitar a Marieta, Roció Durcal, con quien seguro ya estas peleando para realizar otra producción, esta vez, celestial. Seguro, no les faltara talento por ahí, hay de sobra adelantados de primer nivel.
Siempre estarás presente, aquí, y allá. Tantos regalos nos dejas, La Crónica Permanente, indeleble…