Ruben Cazalet
Me resulta de flojera, escribir sobre Trump, el megalómano presidente de Estados Unidos, sabemos de más su inconsistencia política, la falta de pudor en modos y formas, las cuales no representan a su país. Es una vergüenza mayor. En cuanto a AMLO, me doy por bien servido por su arrollador triunfo, “carro completo”, al estilo del PRI durante años avasalladores. Claro, atento a sus propuestas, muchas inviables, circunstancia tendrá que recular, aunque en su mente tabasqueña le parecen correctas para su cuarta gran Reforma de país, como lo dice el, al modo de los expresidentes: Juárez, Cárdenas, Madero.
De ambos, hay harta tinta por ahí de colegas, notas precisas, acuciosas, lo mismo detractora o, favorable. Espacios en la televisión o, radiofónicas. De querer lo haría con objetividad. Ese raro juicio que a los escribanos nos cuesta no tomar parte, sino simplemente reseñar hechos, u opinar, en este último caso, se vale vestir la estafeta a la crónica de convicción.
Como es lunes, mi menor deseo es atribularlo, apreciable lector, con cualquier nota sórdida, que seguro ya la leyó en decenas de impresos, en su periódico favorito y la pluma, de algún colega, con todo mi respeto, a usted le suena razonable, confiable, informado. En los otros medios de difusión, la tele, o escuchando la radio, en el tortuoso trayecto vehicular a la posición de trabajo.
Mejor, intentare hacerle su lunes grato con estas líneas.
El viernes pasado pisé suelo azteca después de muchos meses de ausencia en Manhattan, NY, para entregar en persona, como debe ser, un texto a solicitud sobre el impacto del Rock and Roll en la sociedad mexicana durante el periodo 1958-1962. A vuelo de pájaro, pareciera tal desafío “evidente”, no, no ha sido así. Aunque en mis años adolescentes, como tantos, fui cantantillo en el dueto los Zorros, cobijado entonces por la disquera Columbia, luego CBS, hoy Sonny Records.
La institución lo solicitó, por mi pasado musical, cantante, traductor, compositor, director artístico le resultaba presa confiable, también con conocimiento como novelista, cronista de libros, y articulista, asumía que el texto sería fundado con buen trayecto.
Le comento, no fue sencillo para nada, desde cómo abordar la historia, cada novelista padece mañas de entrada. Si las primeras dos cuartillas no enganchan al lector, la proeza se derrumba, sin remedio, pasa a formar parte del anaquel de los libros olvidados.
Entonces, de acuerdo le comparto:
Diálogos en el Señorial
Un breve asomo al Rock and Roll mexicano (I958-1962)
El camerino a modo franciscano no abriga a la estatura del cantante más popular de México, Latinoamérica y España. La presencia menor en los países anglosajones la recompensa en Italia y Japón. Esas melodías lo lanzaran al firmamento de estrellas que sorprenden a gran parte de la geografía universal como el “ídolo de la juventud”… En los anaqueles de miles de tiendas de discos del orbe sus álbumes siempre presentes para alegría de tantos y sorpresa de otros quienes exploran por primera vez canciones románticas o insolentes temas rocanroleros. El hilo conductor permanece; la calidad del sonido en los acetatos es delimitado con precisión, ausente de huecos. Los arreglos musicales bajo la batuta del maestro Chuck Anderson, magistrales.
El primer trombonista de la legendaria Big Band de Glen Miller en Estados Unidos favorece a los instrumentos de viento, para la época, novedoso a acompañar al baladista en cierne. Contrasta sin intimidación ninguna con violines, arpa, y, cuando amerita adelanta en el tiempo el teclado de la marimba eléctrica, un balance sonoro impecable, que sumado a ese raro talento nato del mozalbete cierran un círculo virtuoso capaz a seducir a adolescentes y adultos. El roquero-baladista dueño y señor de las ies y las e’s, vocales cerradas, que los crooners evaden para favorecer a las oes, o, a las a’s, menos inclementes para las cuerdas vocales.
El primer descalabro en su carrera como cantante, actor, comediante, compositor, marido, padre, le embiste antes a quitarse la corbata del último show. El peaje es caro, doloroso, solitario. Muchas manos acuden a consolarlo, ninguna desprendida. Cada una orquesta una bola rápida a conveniencia. Por primera vez se aleja de sí mismo, destituye a la consistencia anudada a la disciplina, su fortaleza la encima a la corriente de ese misterioso y lúgubre río para le transporte a alguna orilla adonde acallar las lágrimas, a encontrar la muerte en vida.
Un refugio desconocido para en solitario rumiar la amargura que le carcome cada ápice de su ser. El campeón de miles de batallas en los escenarios, foros, auditorios, en las amplias avenidas del reconocimiento por su popularidad durante el breve tránsito por la tierra le sumerge en el auto abandono.
El próximo lunes, continuamos, buena semana.