Confundido Evo Morales, evoca como si viviera todavía en Miraflores al comandante Chávez. Nicolás Maduro, le baja el tono al discurso en la reunión con el presidente del Ecuador Rafael Correa, aunque, no pierde oportunidad para insinuar sin sustento.
Resuelto temporalmente el abasto de papel higiénico, el presidente espurio de Venezuela, Nicolás Maduro, con más tiempo en la agenda, respaldó avanzar en las relaciones con Ecuador y Bolivia.
En la reunión con el presidente legítimo del Ecuador, Rafael Correa, en el Palacio de Miraflores, en Caracas, el espurio, invitó a restablecer los encuentros del gabinete binacional que llevara a cabo el difunto mandatario Hugo Chávez.
El tono del venezolano genera suspicacia por la mesura: “Son tres elementos claves: Ratificar el camino de la hermandad y de la unión; Consolidar todo lo que venimos haciendo; Ampliar el horizonte para dejarle a nuestros pueblos hacia el futuro un horizonte ya hecho, ya abierto”.
¡Jolines! Entonces las futuras generaciones gracias a la santa mano de Maduro, solo tendrán que rascarse la panza, el horizonte lo deja hecho.
Con esa magnitud mesiánica, debería compartir sus sabios conocimientos a la comunidad latinoamericana, la ajena al club de Hugo, el ALBA, Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América.
Maduro añadió: “Vamos a hacer un consejo de ministros binacional para revisar todos los puntos de la cooperación energética, comercial, cultural, social en términos generales, economía productiva, de inversiones”.
(Hasta aquí el discurso es sensato, sin golpes ni cabeceos, o visos de ataques al innombrable imperialismo yanqui)
Terminada la reunión con Correa, en donde ambos coincidieron en retomar los contactos directos entre los ministerios de exteriores iniciados por Chávez, y que se venían celebrando cada tres o cuatro meses, Maduro no resistió ensuciar a la sensatez.
Declaró: La reunión permitirá acabar con los “enemigos internos” y avanzar…
La tentación del foro, mayor, inevitable vitrina para aprovechar, entre las palabras de agradecimiento, a Rafael Correa, el remate con la filípica: “Has estado con nosotros en todas estas horas de lucha, de batallas, de victorias, de dolores, de amores: Bienvenido.
Los cuestionamientos: ¿Quiénes son los enemigos internos? ¿Pluraliza? ¿Se refiere a Venezuela y el Ecuador? O sólo a Venezuela. Si Maduro es incapaz de llamarle a las cosas por su nombre, genera amargo sabor de boca. Si se le atraganta reconocer como el enemigo interno a Henrique Capriles, el contrincante en los comicios presidenciales, pues muy mal. Determina su insolencia y falta de reconocimiento. Imposible invocar civilidad.
De las palabras de agradecimiento a Correa, menciona batallas. ¿Cuáles? ¿Las del cáncer del comandante?… Porque sociales todas y cada una están apagadas bajo el temor del arresto. O, tal vez, quizá… El insólito desabastecimiento de productos básicos y medicinas, y dólares, generado por la deficiente administración del gobierno venezolano en turno, mas lo acumulado en durante, los 14 años del gobierno Chavista del 2 de febrero de 1999 al 5 de marzo de 2013, día en que falleció.
El testamento de Bolívar, al igual que Hugo Chávez, Evo Morales, de cuando en cuando Correa, y por supuesto, Maduro lo utilizan a modo de Rock Star, a conveniencia, para vender más butacas en el estadio de la ignorancia ciudadana.
Simon Bolívar dijo en su discurso de Angostura: “La continuación de la autoridad en el mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos…
Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado, que los ha mandado por mucho tiempo, los mande perpetuamente”.
¿La leyeron los personajes arriba mencionados? Si lo hicieron, es una vergüenza, es traición mayor, como si existieran traiciones menores, desoír al ideario de Simon Bolívar, hacer uso indiscriminado de su legado para eternizarse en el poder a costa de los pueblos que encabezan.