Ruben Cazalet
El sensible fallecimiento la semana anterior de John McCain, John Sídney McCain (1936-2018), encendió toda suerte de luces en el ambiente político del país, de por si caldeado por los juicios de dos abogados del mandatario en función, a los cuales el sistema judicial no los favoreció.
Ambos culpables de cargos en contra. Lavado de dinero, colusión con los rusos, uso de fondos de la campaña del partido republicano para atenuar los deslices sexuales del entonces candidato a la presidencia, perjurio, y otras monerías legales.
Paul Manafort, jefe de la campaña de Trump a la presidencia, se ha comportado como buen cómplice; incólume, a la espera del perdón presidencial. (Iluso).
Michael Cohen el operador del desaseo legal trumpiano, en sus dudosos negocios en el sector privado y en la Casa Blanca, no resistió el embate de los magistrados, el abandono del patrón de lengua larga resulto pequeña a la de Cohen; viperina, caustica, acusadora.
El inquilino en la Casa Blanca, ahora contra las cuerdas, desconoce como eclipsar con tuiters, tales acusaciones. El fiscal independiente del rusiagate, ya deslizó que las conclusiones de las indagaciones las presentara al congreso de la unión para los responsables hagan lo conducente: destitución
El, ahora, locuaz ex alcalde de de Nueva York, quien después y durante los trágicos acontecimientos de septiembre once, se condujo con cordura, pragmático, valeroso, a resolver los resultados de tal tragedia, ahora, se le van las cabras al monte.
Hoy, “Rodolfito”, Rudolph, Rudy Guliani, de gustos travestis, es el nuevo abogado del ejecutivo desde el 19 de abril pasado.
Tal circunstancia podría pasar desapercibida, sin embargo, el carisma, el respeto al hombre por sus atinadas acciones en el 2001, ahora participante de aplacar las mentiras cotidianas de Donaldo, le restan calidad, honorabilidad política. Un simple comparsa, bufón, defendiendo lo indefendible.
Existen personajes de dudosa reputación, sin quitarles la chispa, inteligencia, agudeza, insensibles, nacidos para mentir, cometer crímenes sin despeinarse. Su prodigio es el cinismo. Jamás pondrían las manos al fuego latente por ningún colaborador.
Por eso amerita homenajear a McCain, el contrapeso contra la disfunción del implacable tuitero, hábil a confundir al público. John, héroe de guerra, prisionero por cinco años en Vietnam del Norte, ese insensato encuentro armado entre los dos Vietnam-sur-norte- fratricida, sanguinario, época aciaga, segunda vez los Estados Unidos no fueron victoriosos. (La anterior la de las Coreas)
McCain, acérrimo enemigo del lenguaraz ejecutivo, nunca le tembló la mano para desde su silla en el Senado negar con su voto veredictos fatales a propuestas populistas e insensatas del mandatario actual.
Republicano de sepa, de nacimiento zoneita, se preguntara apreciable lector, si se trata de un país del oriente cercano o lejano. No, nació en la zona entonces controlada por los gringos en Panamá, de familia del estado de Arizona.
Arizona, similar a los demás estados de esa región geográfica padecen del pasado histórico, la culpabilidad por desalojar a nuestros coterráneos les despeja el sueño, ni la religiosidad, la portación de armas, mitiga la constante invasión de los del sur.
Así lo perciben, tal vez, existe justificación.
La Gran Aztlán como humedad penetra cada rincón, cada poro en esos territorios.
McCain la aplaudía en silencio, con respeto, conocedor que al dividir países sin razón solo genera sangre.