Desde Nueva York
06/08/2012 – 02:32
Por: Rubén Cazalet
¿Democracia?
En sentido estricto democracia significa el gobierno de la mayoría. República es el gobierno de la ley. Los resultados de los recientes comicios presidenciales dejan en entredicho el concepto democrático, y el de república dentro de un océano en donde la impunidad hace fondo sin que la población exija el cumplimiento irrestricto de las leyes.
México, una nación con 112 millones de habitantes y un padrón electoral de 84.4 millones, del cual el 51. 64% son mujeres y 48.36% hombres, serán gobernados por un presidente que obtuvo 19 millones de votos a favor.
Cuestionar los resultados es inevitable. Estos, ¿representan la voluntad de la mayoría de los mexicanos? En principio los números expresan una conclusión opuesta al principio democrático.
Cómo entender que el próximo presidente gobernará al país con el apoyo del 17% del total de la población y con el 22% del padrón electoral (Sin contar quienes no acudieron a las urnas)
Ni siquiera objetamos las anomalías de los métodos para obtener votos a favor de tal o cual partido. El escándalo lo provoca la contradicción que se produce en un joven sistema electoral ávido de cambio y se empecine en permitir tal aberración numérica.
Del congreso, supuesto representante de los electores ni que decir, efectivamente su conformación en número de curules es veraz, aunque no exprese la voz de la mayoría de los mexicanos.
A qué se debe entonces tal incoherencia, ¿a la mezquindad de decenas de miles que prefieren una tarjeta de compra en la Soriana por $500.00 MN.? En vez de sufragar por el porvenir de una mejor nación. Al atropello de quienes conociendo las debilidades se la fomentan. Es tal la pobreza económica o de plano la carencia de principios elementales para sufragar por convicción. De los jóvenes indignados, rescatar cuando menos la valentía para acusar su descontento, y los demás, los del voto meditado, ¿Acatarán sin chistar el resultado de la minoría de la minoría del 22%?
La necedad de Andrés Manuel López Obrador al negar sistemáticamente todo aquello que no le beneficia suena peor que a disco rayado, pero es más objetable, comprender a quienes le siguen el juego.
A qué se debe la incapacidad de concordia entre los políticos para gobernar de manera incluyente, alineados todos los partidos a un pacto nacional en donde las mejores propuestas y proyectos de cada cual, forme parte integral de un Programa Nacional de Desarrollo, Civilidad y Justicia.
Europa lo lleva a cabo, España a quien conocemos de sobra le ha funcionado como catapulta de progreso, a pesar de la crisis financiera en la que se encuentra sumergida actualmente, pero nadie negara más de 30 años de bienestar.