Redacción MX Político.- Bailarín, coreógrafo, maestro y director, así fue recordado Bernardo Benítez durante el homenaje que le rindieron la Secretaría de Cultura de Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), en el cual participaron familiares, colegas y amigos en el Palacio de Bellas Artes.
Después de un minuto de aplausos dedicados al bailarín originario de Michoacán, este sábado 17 de diciembre, la directora general del Inbal, Lucina Jiménez López, señaló que estaban reunidas diferentes corrientes de la danza mexicana para poder reconocer al maestro Bernardo Benítez, “un gran coreógrafo, renovador del lenguaje dancístico”.
Al dar la bienvenida a las y los asistentes, destacó que para un bailarín, para un actor, la familia constituye el núcleo fundamental desde donde nace y es posible que florezca la semilla de la vocación, la semilla del compromiso, y “el hecho de que estén hoy aquí es parte de esa certeza de que la trayectoria del maestro Benítez fue abrazada y reconocida, apoyada por su familia”.
Agradeció la presencia de quienes sumaron su energía, su trayecto, su pasión por la danza con el maestro Bernardo Benítez, porque lo que hizo fue reconocerse, transitar desde el teatro a la danza para encontrar en la danza su verdadera vocación y tener la suerte, en su momento, de encontrarse con experiencias de vida importantísimas, como el propio maestro Raúl Flores Canelo, como la querida maestra Gladiola Orozco, quien representa ese vínculo de generaciones, con las cuales la danza mexicana se forjó desde esa independencia, desde esa vocación y firmeza de la danza contemporánea mexicana y “porque usted siempre arropó al maestro Bernardo desde todos los tiempos, muchísimas gracias”.
En el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes, el cual, dijo la directora general del Inbal es la casa de los artistas de México y la casa donde la creación se reúne precisamente con una gran diversidad de personas que encuentran en la expresión artística una manera de comprender el mundo, una forma de conmoverse y una forma también de reconfigurarse a sí mismos. Eso es lo que el arte aporta a la humanidad.
Recordó que el maestro Benítez desafío las teorías que señalan que quien no inicia de manera temprana en la danza no tiene futuro, “las desafió de una manera disciplinada, de una manera contundente, encontrando los trayectos que le hicieron posible renovar el lenguaje coreográfico y también construir sus propios espacios dancísticos, sembrar semilla en diferentes escuelas, tener colegas con quienes contribuyó a formar también otras propias compañías y además tener la generosidad de encontrar en las escuelas públicas y privadas esos espacios de enseñanza, esos espacios donde compartió sin lugar a dudas lo que sabía”.
Durante el homenaje, precisó que el maestro Benítez encontró su trayecto en compañías que hoy son emblemáticas, que forman parte de la historia de la danza mexicana y reconoció que él deja esa huella ahí, pero “también habremos de encontrarla en todo el trabajo de investigación y documentación de su trayecto que es necesario realizar y que desde ahora comprometemos al Instituto para trabajarlo como parte de esa memoria importantísima que es necesario enriquecer.
Por último, refirió que Bernardo Benítez recibió recientemente el Premio Nacional de Danza Contemporánea José Limón como un reconocimiento a su trayectoria y “hoy nos honra tener la posibilidad de agradecerle, de reconocerle y también despedirle en un momento en el cual regresa a su casa, porque fue aquí donde el maestro bailó por primera vez y es hoy aquí, en el Palacio de Bellas Artes, donde le damos una despedida”.
Anécdotas, historias de transición y reflexiones
Por su parte, Ramón Benítez, hermano del maestro, y Joan Alexander -quien estuvo acompañado de su hermana Giuliana, e hijos del homenajeado-, compartieron anécdotas, inquietudes y experiencias familiares.
Joan Alexander presentó la parte humana, compartió su historia de “Transmisión”, de Bernardo Benítez como padre, más que maestro. Recordó su infancia, la adolescencia, su viaje al extranjero, y cómo disfrutaba que le contara cuentos o que lo llevara a ver películas.
En tanto, el director y coreógrafo Duane Cochran comentó: “No tienen idea cómo bailábamos, cómo nos hacía volar en el espacio, era algo muy especial”, con lo cual reconoció que Bernardo Benítez le dejó una gran huella como bailarín, coreógrafo e incluso como pianista. Además, dijo: “Fue mi único maestro de danza realmente y sigue siendo y será siempre el gran maestro”.
Por su parte, la maestra Gladiola Orozco recordó al joven bailarín, flaquito y frágil, quien al lado de Luis Zermeño y Mario Rodríguez empezaron la danza al mismo tiempo, ellos ya algo mayores pretendían ser actores y por eso se decidieron a tomar clases de danza, pero quedaron “Atrapados sin salida” en el Ballet Independiente.
En el homenaje estuvo como maestra de ceremonia la subdirectora general de Bellas Artes, Laura Ramírez Rasgado, y también tomaron la palabra la bailarina Itzel Schnass, la directora del Cenidi Danza, Ofelia Chávez, y el Dr. Miguel Esquivel, quienes mencionaron parte de la trayectoria, combinada con reflexiones y anécdotas, del reconocido maestro.
Originario de Michoacán, Bernardo Benítez se presentó por vez primera en 1970 en el Palacio de Bellas Artes con la obra El fin, de Raúl Flores Canelo, y en 1977 debutó como coreógrafo con la obra Cuarteto.
Integrante durante 13 años del Ballet Independiente y del Ballet Teatro del Espacio, Bernardo Benítez decidió independizarse y crear las compañías Ballet Danza Estudio y Gato Danza Contemporánea.
Durante su trayectoria creó más de un centenar de piezas, entre ellas Kinéticas, Sueños de seducción y locura, Mí y yo, Instantes, Concierto en azul y Respuestas oscuras. La más reciente fue Alteridades.
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