Entre varias otras, existen dos cosas que causan el pueril sarpullido entre las huestes ñoñas del toluquismo ordinario: no es el golpe de calor, sino el saber hacer y, claro, la ilustración. Para la tolucopachucracia que (des)gobierna son dos cosas más amargas que beber cicuta, aquél veneno legendario que mataba instantáneamente. El orgullo y la envidia ignorante hacen una pinza difícil de entender. La venganza, entonces, es la respuesta inmediata.
Y es que los ñoños se rinden siempre ante lo desconocido. Los lauros del adversario son demasiado pesados para poder sobrellevarlos, prefieren el ataque feroz, aunque se les regrese fatalmente como todo bumerán asesino, ese que aplasta a los indómitos que recaen a diario en todas las inconsecuencias.
Dos cosas, pues: el reconocimiento internacional para el gobierno de la capital nacional y el logro de una nueva Constitución Social para la Ciudad de México se han clavado como estalactitas en las espaldas bajas del toluquismo. Y eso ni se perdona, ni se olvida. Dicen que es envidia de la buena, cuando la única que se conoce de esa especie es la demoledora, la falsaria, la paralizadora.
Los toluquitas plantean antinomias jurídicas, en términos vulgares
Tal parece que jamás le informaron al gobiernito federal que se había aprobado en el Congreso de la Unión, por unanimidad, una reforma política para la CDMX que tendría como corolario llevar a cabo una nueva Constitución que recogiera esos planteamientos y los elevara a la mayor categoría jurídica en esta macropolis.
Pero es la hora que no entiende el toluquismo ordinario. No entiende hasta dónde lo inmovilizan sus argumentos anquilosados de resistencias al cambio. Hasta la Organización de las Naciones Unidas, la Organización Internacional del Trabajo y el Banco Interamericano de Desarrollo han aplaudido el carácter tutelar de la nueva Constitución.
Pero los de Atracomulco se aferran en argumentos fútiles. En plantear antinomias jurídicas en términos vulgares, porque no quieren que sea realidad la iniciativa popular, la revocación del mandato, el plebiscito y el referéndum, que baje el número de diputados locales, que las nuevas alcaldías –sustitutas de las delegaciones políticas– se reserven el 22% de los presupuestos para obras de infraestructura, como reclamos cimeros.
Vienen de un mundo raro; ahí, pillaje y rapiña son los mandamientos
Es una pobre manera de asimilar los avances sociales en la Ciudad de México. Desde hace veinte años los gobiernos de esta urbe privilegian los derechos de mujeres, ancianos, población en desventaja, en situación de calle, con servicios alimentarios y médicos eficientes, para protegerlos con el aparato público elevando a normas obligatorias sus derechos.
El derecho al aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la adopción consustancial de menores, la muerte asistida, el financiamiento a poblaciones vulnerables, las libertades de manifestación sin cortapisas, la protección del comercio informal, el seguro contra el desempleo de migrantes, indigentes e indígenas, así como su protección judicial, les hace un ruido que no aguantan sus castos oídos.
Lástima que nunca lo han sabido, pues vienen de un mundo raro, donde el pillaje y la rapiña son los mandamientos del ejercicio público, donde la complicidad para el robo y el asesinato a mansalva son las prendas del orgullo ranchero de Atracomulco.
En la Capital de la República, una sociedad informada y combativa
La instalación, en todos los flancos, del Estado social y democrático de Derecho, por encima del estado formal de los desiguales, es un hecho por escrito vinculatorio, desde la aprobación de la nueva Constitución. La Carta Magna de los capitalinos se lee moralmente. Lo demás es tangencial, esquemático y absurdo, pues sería imponer las formas al contenido, a la expresión del progreso de un pueblo.
La sociedad combativa e informada de la Capital de la República ha venido desarrollando esquemas de convivencia en el derecho social a la vivienda, a la alimentación, a la educación, a la salud y a la seguridad, porque ha experimentado y asimilado las luchas contra toda forma de discriminación, intolerancia y resistencia al cambio.
Las decisiones cruciales de un país se enfrentan constantemente a los conservadores que reclaman el respeto ortodoxo a lo vigente, aunque constituya un dogal para la captación de las necesidades reales de la gente. El optimismo del cambio siempre hace colisión con los pesimistas de la pasividad, del contrapensamiento.
Los Constituyentes de Querétaro que tanto dicen defender los de Atracomulco, trataron de edificar una sociedad democrática que igualara a los desiguales y cuyo sistema político pugnara por el constante mejoramiento moral, económico y cultural del pueblo.
Es simple y sencillamente por eso que la Constitución General de la República no puede de manera alguna vulnerarse por partir de su espíritu y ensanchar los límites de su alcance en términos sociales, sino se vulnera sólo si se queda por debajo de sus expectativas. Lo demás es simple copia, repetición, agua de borrajas protocolarias.
Humberto Castillejos quiere ser ministro de la Corta de Justicia
Producen vómito los argumentos del ilustre ministro Javier Laynez, vociferados en el seno de la Suprema Corta de Justicia, al analizar la nueva Constitución de la CDMX. Como si se tratara de un acuerdo de topil de rancho, este sujeto tunde contra enunciados que en su vida entenderá, pues todo mundo sabe que ha sido empoderado en los tribunales, judicaturas y magistraturas por el sedicente abogado Humberto Castillejos Cervantes, quien renunciara hace poco a la Consejería Jurídica de la Presidencia con el ñoño pretexto de que contraer nupcias –ya sabe usted, tiene que comprar el vestido, el pastel, las flores…–, cuando en realidad sólo está dejando pasar un año fuera de las nóminas del Ejecutivo para que EPN lo postule en 2018 a una vacante en la SCJN.
Ministro Laynez, sólo obedece órdenes de Castillejos, ciegamente
Y es que, fiel a su tradición, Javier Laynez es el mismo que, como brazo ejecutor de Daniel Cabeza de Vaca, titular de la PGR en el foxismo, quiso juzgar dos veces por el mismo delito y extraditar a Armando Pavón Reyes, chivo expiatorio de la Policía Judicial Federal y de la Secretaría de Gobernación en el caso de Enrique Camarena Salazar, todo para quedar bien con los ejecutores gabachos.
Promovido por Castillejos Cervantes se hizo de la tripulación del Tribunal de justicia Fiscal y Administrativa, dónde obedeció fielmente las órdenes del casadero, mismo que lo propuso para ocupar la silla vacante de Juan Silva Meza, previo visto bueno de Videgaray con la obsecuente obediencia del culiempinado senador Emilio Gamboa Patrón. ¡Todo se lo debe a Castillejos! ¡Y a obedecer órdenes, pues!
No dan paso sin huarache. Todo con la mira de ocupar en el 2018 la presidencia de la Suprema Corta, un poder tan desprestigiado como el Ejecutivo que lo domina. Javier Laynez es una ofensa a la justicia. Se trata de un vulgar delincuente, acusado en diversas partes del mundo por delitos graves y groseros.
México sabrá como castigar a un sexenio de vergüenza y entreguismo
Desde hace años, usted y yo hemos comentado que Laynez llegó a la Corta a rechazar todas las demandas, críticas y obstáculos a los disminuidos mexiquenses, argumentando lo que nunca podrán justificar, pues el pueblo de México ya sabrá como castigar un sexenio de vergüenza y entreguismo.
Los argumentos de Laynez contra la Constitución de la Ciudad de México están hechos del mismo barro. No tienen ni una coma sustentada, no se apoyan en un solo razonamiento de peso, menos de validez jurídica, no razonan, nunca podrán hacerlo en los fundamentos sociales que le dan vida, simplemente 20 años de aplicar programas de reivindicación social para la población en desventaja de la Capital de la República.
¿Usted qué haría?, pregunta el envidioso de Los Pinos, con sarpullido que no soporta el éxito de los políticos capitalinos.
Índice Flamígero: Con un falso triunfo electoral en el sufrido Estado de México –los peores gobernantes han surgido de ahí, y los mexiquenses han pagado y seguirán pagando el pato– que les regaló ayer un muy cuestionado Instituto Electoral, inician los trabajos de la Asamblea del PRI, lo que augura cuál será el resultado de esta farsa. Igual que en la fallida Administración encabezada por Enrique Peña Nieto, los priístas “no entienden que no entienden”. Están en un lejano tercer lugar de las preferencias electorales… han perdido millones de votos… sus más insignes miembros están no sólo bajo sospecha de corrupción y enriquecimiento ilícito –algunos ya en proceso judicial, con asegunes–, sino sobre ellos pesa el repudio de la población que los declara non gratos en sus visitas a las entidades… viven en su seno una lucha fratricida: los de vieja militancia en contra de quienes, dijo Manlio Fabio Beltrones, han usado al tricolor como taxi para cometer sus fechorías y se han bajado de él sin siquiera pagar “el banderazo”… En fin, ¡que siga la farsa!
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