MADRID, ESPAÑA, 19 de julio (AlmomentoMX).- La enfermedad de Alzheimer es una patología neurodegenerativa provocada, además de por la formación de ovillos neurofibrilares de proteína tau, por una acumulación en el cerebro de placas de proteína beta-amiloide que resultan altamente tóxicas para las neuronas. Tal es así que la detección de estas placas de beta-amiloide en el cerebro constituye a día de hoy la única forma de diagnosticar precozmente la enfermedad, incluso décadas antes de que aparezcan sus síntomas –por lo general, la pérdida de memoria y la confusión–.
De acuerdo con un artículo publicado en ABC Salud, el problema es que la detección temprana de estas placas, si bien posible, resulta muy compleja y excesivamente cara.
Sin embargo, esta situación podría cambiar drásticamente en un futuro próximo. Y es que como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis (EE.UU.), la medición de la proteína beta-amiloide en la sangre puede ayudar a identificar a las personas cuyos niveles de la proteína ya se encuentran alterados en su cerebro o líquido cefalorraquídeo. O lo que es lo mismo, puede ayudar a identificar a los pacientes en las fases iniciales de la enfermedad de Alzheimer o en alto riesgo de padecerla.
Como explica Randall J. Bateman, director de esta investigación publicada en la revista “Alzheimer’s & Dementia”, “nuestros resultados muestran que el análisis de la proteína beta-amiloide en la sangre puede detectar si esta proteína ya ha empezado a acumularse en el cerebro. Un resultado ciertamente interesante dado que podría establecer las bases para una prueba de cribado rápida y barata para identificar a la población en alto riesgo de desarrollar alzhéimer”.
Barata y muy precisa
En la actualidad solo existen dos pruebas capaces de detectar la presencia de proteína beta-amiloide en el cerebro: la tomografía por emisión de positrones (PET), que resulta económicamente muy costosa y no se encuentra disponible en todos los hospitales; y la punción lumbar, muy invasiva y que solamente pude ser realizada por personal especializado.
Pero dado que el cerebro produce continuamente esta proteína para llevar a cabo sus funciones cotidianas e, igual que la produce, la elimina liberándola en el torrente circulatorio o en el líquido cefalorraquídeo, ¿no puede simplemente detectarse en un análisis de sangre? Pues no, dado que los estudios realizados han encontrado que los niveles de proteína beta-amiloide en la sangre no se correlacionan con los niveles de la proteína en el cerebro. O así ha sido hasta ahora.
En el nuevo estudio, los autores analizaron los niveles sanguíneos de tres subtipos o ‘isoformas’ de la proteína beta-amiloide –beta-amiloide 38, compuesta por una cadena de 38 aminoácidos; beta-amiloide 40; y beta-amiloide 42– y evaluaron su posible correlación con los niveles de amiloide en el cerebro. Y para ello, contaron con la participación de 41 voluntarios mayores de 60 años, 18 de los cuales no tenían placas de beta-amiloide en sus cerebros –eran ‘amiloide negativo’– y los 23 restantes ya presentaban signos de deterioro cognitivo provocados por la alteración de los niveles de la proteína en el cerebro o en el líquido cefalorraquídeo –es decir, eran ‘amiloide positivo’, tal y como confirmaron los resultados de la PET o de las punciones lumbares.
El análisis de la proteína beta-amiloide en la sangre puede detectar si esta proteína ya ha empezado a acumularse en el cerebro, señala Randall Bateman
Con objeto de medir tanto la producción como la eliminación de beta-amiloide a lo largo del día, los autores tomaron 20 muestras de sangre de cada participante en un periodo de 24 horas. Y lo que vieron es que los niveles de beta-amiloide 42 eran, de forma consistente, un 10-15% menores que los de beta-amiloide 40 en los pacientes que ya presentaban placas en el cerebro.
Como refiere Randall Bateman, «las placas de beta-amiloide están primariamente compuestas por beta-amiloide 42, por lo que nuestros resultados probablemente indican que se ha depositado en el cerebro antes de ser retirada al torrente sanguíneo. Y si bien las diferencias observadas no son grandes, son altamente consistentes. Nuestro método es muy sensible, y con tantas muestras de sangre repetidas –más de 500 en nuestro estudio– podemos asegurar que esta diferencia es real. Incluso con una única muestra podemos distinguir quién tiene placas de beta-amiloide y quién no».
Concretamente, y partiendo del cociente promedio entre la beta-amiloide 42 y la beta-amiloide 40 en las 20 muestras de sangre, los autores pudieron clasificar a los participantes en ‘amiloide positivo’ o en ‘amiloide negativo’ con una precisión del 89%. Es más; partiendo de una única muestra de sangre, pudieron realizar esta clasificación con una precisión de hasta un 86%.
Objetivo: proteína tau
En definitiva, el método descrito en el estudio permite detectar con una elevada fiabilidad la presencia de placas de beta-amiloide en el cerebro. Pero, ¿qué sucede con el segundo de los signos característicos de la enfermedad de alzhéimer, esto es, la presencia de ovillos neurofibrilares de proteína tau? Pues que los autores están en la actualidad desarrollando un segundo test para, de la misma manera, detectarlos a partir de la sangre.
Como concluye Randall Bateman, “si también contáramos con un test para la proteína tau, entonces podríamos combinarlos y tener una mejor visión de quién se encuentra en un mayor riesgo de desarrollar alzhéimer. Supondría un paso enorme para predecir, e incluso prevenir, la enfermedad de Alzheimer”.
AM.MX/fm
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