La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Son tan respetuosos de la res publica que se volvieron veganos
Una de las cuestiones más graves que tendrá que afrontar la o el próximo presidente del país, es que recibirá un aparato administrativo desmantelado, por decir lo menos.
Desde la demolición de órganos autónomos y descentralizados, hasta el estado comatoso de las secretarías de Estado, que han sido reducidas a escombros bajo la falaz lógica de la austeridad presupuestaria.
A ello, tenemos que adicionar la desaparición de programas como el Seguro Popular y ProMéxico, fideicomisos como el Fonden y otros más, cuyos ámbitos de acción no han sido cubiertos satisfactoriamente, ni de lejos, por los instrumentos diseñados para ello.
Por si fuera poco, hay una pléyade de funcionarios del más alto nivel escalafonario (no intelectual, por supuesto), que no cumplen con los requisitos mínimos de experiencia, ya no digamos de grados académicos, que han puesto de cabeza la ejecución de las ocurrencias, perdón, de las políticas públicas de la 4T.
Sumado a lo anterior, tenemos a la SRE comprando vacunas, al Ejército de utility, al titular de Salud cuidando a sus nietos, a la secretaria del Trabajo de marcha permanente y al presidente dando clases de historia, sin olvidar el papel de florero rinconero de doña Olga.
Este desbarajuste, viene acompañado de una fuga, ya sea porque los corrieron o por reducción salarial, de los principales técnicos gubernamentales en un variopinto de materias, mismos que fueron sustituidos por un cúmulo de improvisados.
Agreguemos que la sectorización del gabinetito no existe, los banqueros pueden ser convocados por el vocero, los dueños de hospitales por Ebrard y la industria automotriz se refugia con Monreal, porque la tía Tati nada más no ‘cacta’, un verdadero pandemónium.
Así pues, históricamente débiles, las instituciones están sometidas a una visión, cuyo alarde transformador, no dudaría en devolvernos al Estado de naturaleza.