Mauricio Carrera
Alma mía, no olvides el vigor soberbio de Rimbaud cuando se convirtió en la sombra más vital de la poesía bajo el sol sin claudicaciones de Etiopía. Alma mía, no olvides la poderosa mitología del silencio blanco, los encordados para el boxeo, los mares del sur y el apresurado goce salvaje y literario de Jack London.
Alma mía, no olvides no adherirte a nada, sólo a ti misma, como el haidouc Panait Istrati. Alma mía, sé vital, enamorado, viajero, lúcido, prolífico, libre, como el indispensable y eterno Henry Miller.
 
			 
			



