Mauricio Carrera
No contemplo, desde mi balcón de hombre acostumbrado a bailar y besar, ninguna estrategia altiva o ningún acopio arisco de derrotas para este año que se anuncia.
No hay cimientos que garanticen nada, pues la existencia, además de hermosa y placentera, es cosa misteriosa, dura, incierta y desolada. Carezco de ahorros, empresas o de nobles fes guarecidas en sobrepasadas iglesias.
Sólo tengo esa verdad insumisa: no pisar el país de los muertos. Así, he de comparecer ante la vida con la devoción del hedonista y el desacato ante la nada del sobreviviente.