Mauricio Carrera
“Somos tan pobres/ que ni siquiera tenemos que comprar la muerte/ porque la vida nos la regala”, escribe Alda Merini. Yo soy tan pobre que no se me ocurrieron esos versos antes.
O estos otros, también de Merini, encerrada por algún tiempo en un manicomio y convertida en una de las grandes poetas italianas: “los poetas, en su silencio/ hacen mucho más ruido/ que una dorada cúpula de estrellas”. Qué pobreza la mía, tan cercano a los pantanos y tan alejado de los pecados del cielo.