Mauricio Carrera
Hubo un tiempo en que la aventura era mía. Mensajero en París, marinero en el Caribe, buceador de barcos hundidos, la textura arriesgada del paracaidismo, tacleadas y golpes de futbol americano, habitante feliz de países que no eran el mío, el escritor aventurero émulo de Conrad, Hemingway, London, Istrati. Algo pasó que me volví sedentario.
Hoy, recluso de lo virulento como enemigo terco, mi celda se ha convertido en más pequeña. Me entretengo en series televisivas. Ahí está la vida, la que ya no tengo.