Mauricio Carrera
No me es indiferente tu batalla de mujer, la plenitud de tu autoridad de bella en mis defensas de hombre. Entiende: la pareja es un instrumento de tortura. Lo sé de memoria: el enamoramiento y luego las vendas arrancadas del hastío, la iluminación deficiente de los celos, la desbandada mutua de los errores, los escombros dolorosos de las traiciones, el empeño poderoso del silencio. Hoy estabas muy guapa, por cierto, y tu ternura me hizo precipitarme por brevedad en esa entelequia: la de caer en la amorosa mentira de las eternidades.